Los panameños vivimos un equilibrio peligroso entre dos o más fuerzas de la misma intensidad que actúan en sentido opuesto. Por un lado, está el COVID-19, buscando personas susceptibles para enfermarlas, mientras que las instituciones públicas y privadas, junto con la población, proponen intervenciones y comportamientos para contener la epidemia. Pero ese estado de equilibrio es delicado. No podemos confiarnos de la aparente desaceleración de la epidemia y menos ahora que se levantaron las medidas de confinamiento. Basta un descuido de nuestra parte para que el virus recupere el espacio que hemos conseguido quitarle. Comparto a continuación mi artículo sobre el tema publicado hoy en La Estrella de Panamá.
Aunque desde hace más de dos meses mantenemos una clara tendencia a la disminución de los casos y las defunciones reportadas diariamente; también es cierto que todavía presentamos promedios elevados de casos y defunciones acumulados y reportados semanalmente por millón de habitantes. De hecho, la semana pasada reportamos 4,561 nuevos contagios, y 92 defunciones, 12 más que la semana anterior. En relación a la mortalidad es importante poner de relieve que, la mayoría de las defunciones ocurren en mayores de 60 años. Debemos hacer un mayor esfuerzo por conocer y actuar sobre los factores de riesgo y enfermedades concomitantes asociadas a las defunciones. Sin duda esta situación demuestra lo delicado del equilibrio que vivimos.
Por otro lado, aunque desde el 25 de julio, el número de reproducción efectiva (Rt) se ha mantenido por debajo de 1.0, tenemos provincias y corregimientos con Rt por encima de 1.0 y en algunos casos, por encima de 1.4, como es el caso de la provincia de Los Santos, y de los corregimientos de La Palma, Las Tablas, Capira, Santa Ana y Parque Lefevre. En estos corregimientos el equilibrio también es peligroso. (más…)
Más de 12,000 panameños mueren cada año en el territorio nacional producto de enfermedades crónicas no transmisibles, como la hipertensión, los infartos, la diabetes, enfermedades pulmonares, y todos los tipos de cánceres. Esas defunciones representan más del 60% de todas las causas de muerte, afectan a personas que todavía estaban en edad productiva y tenían mucho que ofrecerles a sus familias y al país. Y no estamos solos en este trágico escenario, pues de acuerdo con la ONU, en el mundo, “cada 2 segundos, alguien de entre 30 y 70 años de edad muere prematuramente a causa de enfermedades crónicas no transmisibles”. Además, la carga económica de las ENT es enorme, y la inversión financiera para aliviar esta carga en pacientes, familias y cuidadores es comparativamente muy pequeña. Las ‘inversiones óptimas’ de la OMS proporcionan no sólo el retorno financiero de la inversión sino además salud y beneficios sociales.
Sobre este importante asunto manifesté en mi artículo de hoy en La Estrella de Panamá, que, “esta es la verdadera pandemia que viene ocurriendo en el país y en el planeta desde hace por lo menos 30 años”. En nuestro caso, ninguno de los gobiernos que hemos tenido en ese período, con algunas excepciones muy esporádicas, a pesar de existir las suficientes evidencias y compromisos internacionales, se puso a trabajar en serio por un modelo de atención necesario para promover la salud y la vida, prevenir y tratar oportunamente estas enfermedades. Tampoco fue la prioridad el desarrollo de un modelo económico más humano y equitativo, preocupado por el abordaje de las diferencias injustas y evitables y enfocado en el bienestar de todos. (más…)
Controlar y evitar un rebrote de COVID-19 debe ser el compromiso de todos hoy que comenzamos una nueva etapa del camino en el levantamiento asimétrico y gradual de la cuarentena, y la recuperación también progresiva de nuestra economía. Lo que suceda en el futuro dependerá de nosotros, la población, empresa privada y el Gobierno, cada uno cumpliendo con su parte para mantener bajos los casos y las muertes, preservar el empleo y la actividad económica, y preservar el bienestar emocional de las personas.
Aunque me he referido en varios artículos al tema, consideré prudente hacer hoy este recordatorio, pues, este coronavirus, que ya ha enfermado a más de 97,000 panameños y ha dejado cerca de 2,100 fallecidos en el territorio nacional; continuará circulando entre nosotros por algún tiempo. Eso significa que seguirá buscando personas susceptibles para infectarlas, y continuará extendiéndose entre la población hasta que haya suficiente inmunidad entre nosotros. En ese contexto, comparto con ustedes el contenido de mi artículo de opinión publicado hoy en La Estrella de Panamá. (más…)
¿Estamos haciendo lo suficiente para evitar una segunda ola de COVID-19?. Recuerdo que, al inicio de la epidemia en el país, me pregunté si estábamos preparados para enfrentar el coronavirus, y en aquel momento, mi respuesta fue que sí. Subrayé que, al final del día el éxito dependería de lo que hagamos nosotros por seguir las recomendaciones a nivel colectivo e individual. Confieso que me faltó poner de relieve la importancia del quehacer gubernamental y de la empresa privada. Hoy, cuando nos acercamos al final de la segunda semana de nuestro segundo intento por levantar la cuarentena, me pregunto si estaremos haciendo lo suficiente para controlar la epidemia y evitar una segunda oleada de la enfermedad.
Al igual que al inicio del brote, opino que estamos haciendo lo que se tiene que hacer, pero en esta ocasión, luego de seis meses de epidemia que ya ha causado más de 95,000 enfermos y 2,050 defunciones; no puedo limitarme a esa declaración confiada. Aunque desde hace un mes los indicadores de morbimortalidad muestran tendencias favorables; todos podemos y tenemos que superarnos si queremos mantener la tendencia positiva y evitar un rebrote o una segunda ola de COVID-19. Como afirma la OMS “reabrir sin controlar la transmisión es una receta para el desastre”. Comparto a continuación el contenido de mi artículo de hoy en La Estrella de Panamá, en el cual reflexiono sobre el asunto y ofrezco recomendaciones estratégicas.
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Los invito a reflexionar sobre las lecciones de la epidemia de COVID-19 para ayudarnos a mantener o recuperar nuestros logros en salud. Advierto que no la primera vez que me refiero a la necesidad de proteger nuestros logros. De hecho, hace seis años, en una de mis primeras publicaciones, me preguntaba si nuestros logros en salud serían sostenibles. La pregunta era pertinente pues la búsqueda de la equidad en salud, no había sido el imperativo ético para orientar, informar y definir las prioridades de la acción política en materia de salud y bienestar. Mucho menos lo era el enfoque de salud en todas las políticas, como fundamento para la acción sobre los determinantes sociales de la salud, condición indispensable para la reducción y eventual eliminación de las inequidades en la salud y el logro de la cobertura universal de salud.
El análisis de la situación de aquel entonces me permitió identificar como principal determinante de las inequidades en el acceso a la salud y a la educación de los panameños, un modelo de desarrollo económico que genera gran desigualdad y pobreza multidimensional entre la población, y concluir, por ende, que la abolición de la desigualdad, a la vez que fortalecemos la organización y capacidad de resolución de nuestro sistema nacional de salud, será condición indispensable para sostener nuestros logros en salud. En ese sentido comparto a continuación el contenido (ampliado) de mi artículo de opinión en Estrella de Panamá. (más…)