Comparto el prólogo de la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo titulada “Envejecer en América Latina y el Caribe: protección social y calidad de vida de las personas mayores”, los invito a la lectura completa del documento original, así como a complementar con mis publicaciones previas sobre el envejecimiento saludable y la construcción de un sistema de pensiones que garantice cobertura adecuada, suficiencia de las prestaciones y sostenibilidad financiera.
Para los panameños, la búsqueda del envejecimiento saludable es un imperativo, pues en el país, las personas mayores representan más del 12% de la población, y para el 2050 sumarán casi 1.5 millones de personas mayores de 60 años. La inmensa mayoría mantiene todas sus habilidades personales y sociales, y aspira a seguir envejeciendo de forma saludable y productiva, aprovechando las oportunidades disponibles y contribuyendo al desarrollo del país. Sin embargo, el alcance de estas oportunidades y contribuciones depende en gran medida de un sistema de protección social que garantice seguridad de ingresos, calidad de vida y esperanza de vida saludable.
Luego de tres años de pandemia es obligatorio retomar el documento oficial con el plan para el Década de Envejecimiento Saludable 2020-2030, que consiste en diez años de colaboración concertada, catalizadora y sostenida. Se espera que el Decenio ofrezca la oportunidad de aunar a los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y el sector privado en torno a diez años de acción concertada, catalizadora y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven. Por otro lado los invito a la lectura del reciente informe de la Academia Nacional de Medicina titulado originalmente Global Roadmap for Healthy Longevity. La publicación subraya que, se necesita una transformación multisectorial de toda la sociedad para garantizar que las sociedades que envejecen en todo el mundo estén preparadas para prosperar en 2050.
Esta es una muy buena noticia para la humanidad y para los panameños, pues en el país, las personas de edad son las que más han padecido los efectos negativos de la pandemia de COVID-19, aportando el 75% de los fallecidos por esta enfermedad, amén del 64% de todas las causas de mortalidad, principalmente por ENT. Representan más del 12% de la población, y para el 2050 sumarán 1.5 millones de personas mayores de 60 años. La inmensa mayoría mantiene todas sus habilidades personales y sociales, y aspira a seguir envejeciendo de forma saludable y productiva, aprovechando las oportunidades disponibles y contribuyendo al desarrollo del país. Sin embargo, el alcance de estas oportunidades y contribuciones depende en gran medida de un factor: la salud.
Hace algunos años, las autoridades de salud mundiales, reunidas en la 69.ª Asamblea Mundial de la Salud, aprobaron la Estrategia sobre el envejecimiento y la salud 2016-2020: hacia un mundo en el que todas las personas puedan vivir una vida prolongada y sana. La mayoría de las intervenciones propuestas en el Plan de acción, también aprobado, no fueron puestas en marcha, como lo demuestran las precarias condiciones socioeconómicas que padece un elevado porcentaje de nuestra población de adultos mayores, así como el aumento sostenido de la prevalencia y mortalidad por enfermedades no transmisibles, las cuales durante el año 2020 fueron el principal factor subyacente asociado a las defunciones que causó la epidemia de COVID-19.
Los objetivos de esta estrategia sobre el envejecimiento y la salud, estaban perfectamente alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para alcanzarlos, nos comprometimos con la adopción de medidas concertadas para encauzar las numerosas contribuciones que los adultos mayores pueden aportar al desarrollo sostenible y velar por que no se queden atrás. La estrategia se centraba en la capacidad funcional de las personas mayores. Este enfoque, se afirmaba, puede aplicarse a cada ODS, a fin de garantizar que se presta la debida atención a las necesidades y derechos de este grupo etario. Adicionalmente, no se limitaba en reducir la mortalidad en edades más tempranas, sino que se centraba en la calidad de los años adicionales que estas intervenciones nos permiten disfrutar. (más…)