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Nivel político estratégico del sector salud

En seguimiento a mis artículo previos me refiero de manera más profunda a las competencias clave que esperamos del nivel político estratégico del sector salud. Son de suma importancia pues corresponde a las máximas autoridades nacionales definir la dirección del sistema de salud, garantizar gobernanza y rectoría.

En ese sentido, comparto las competencias clave que deben tener nuestras autoridades de salud, y añado una matriz práctica que puede servirnos como herramienta de diagnóstico o autoevaluación del nivel político estratégico del sector salud.

Competencias necesarias en para el nivel político estratégico del sector salud

El nivel político–estratégico del sector salud es el más alto dentro de la estructura pública y corresponde a ministros, viceministros, directores nacionales, asesores de alto nivel y, en algunos casos, las juntas directivas de entidades de salud. Su papel es marcar la dirección del sistema de salud, garantizar su gobernanza y responder a los compromisos internacionales del país.

Antes de entrar en materia, subrayo que, las competencias se adquieren a través de una combinación de educación formal, capacitación, práctica y experiencia laboral, que permiten desarrollar y perfeccionar conocimientos, habilidades y actitudes para ejecutar tareas de manera eficiente.

Veamos las competencias necesarias _y una breve mirada al significado de cada una_ en este nivel.

Gobernanza y rectoría del sistema de salud

  • Capacidad para diseñar el marco normativo y regulador del sistema, incluyendo la coordinación entre instituciones públicas, privadas y mixtas.
  • Asegurar que las políticas respondan al principio de equidad y al derecho a la salud.
  • Habilidad para ejercer la rectoría frente a otros actores (aseguradoras, hospitales privados, gremios) sin perder independencia ni transparencia.

Formulación de políticas públicas basadas en evidencia

  • Capacidad de interpretar datos epidemiológicos, demográficos y sociales para fijar prioridades nacionales.
  • Manejo de enfoques de planificación en salud (determinantes sociales, enfoque de género, curso de vida, salud universal).
  • Competencia para transformar la evidencia en políticas viables, con metas claras, indicadores y presupuesto.

Visión estratégica y prospectiva

  • Capacidad de anticipar tendencias (enfermedades emergentes, cambios demográficos, innovación tecnológica) y preparar al país para responder.
  • Pensamiento sistémico para ver la salud no como un sector aislado, sino interconectado con educación, ambiente, trabajo, seguridad alimentaria y finanzas públicas.
  • Habilidad para construir consensos de largo plazo, más allá de ciclos políticos de 5 años.

Liderazgo político y social

  • Capacidad de movilizar apoyo político y ciudadano en torno a reformas y programas de salud.
  • Habilidad de negociación con gremios, sindicatos, ONG y comunidades para reducir conflictos y avanzar en políticas inclusivas.
  • Talento para la comunicación pública: explicar decisiones de forma clara, transparente y creíble, especialmente en crisis sanitarias.

Gestión de crisis y resiliencia

  • Preparación para conducir al país durante emergencias sanitarias (pandemias, desastres naturales, brotes epidémicos).
  • Capacidad de coordinar una respuesta intersectorial e interinstitucional rápida y efectiva.
  • Habilidad para comunicar con calma, claridad y autoridad en escenarios de alta incertidumbre.

Ética, transparencia y rendición de cuentas

  • Compromiso inquebrantable con la integridad pública, para evitar que intereses económicos o políticos capturen las decisiones.
  • Transparencia en el uso de fondos y compras públicas.
  • Promover la rendición de cuentas periódica, tanto a la ciudadanía como a los organismos de control.

Diplomacia y cooperación internacional en salud

  • Capacidad de representar al país en foros multilaterales (OMS, OPS, ONU, SICA, etc.).
  • Habilidad para negociar acuerdos de cooperación técnica, financiera o logística.
  • Manejo de agendas globales de salud (cambio climático y salud, seguridad sanitaria, enfermedades transfronterizas).

En resumen, el nivel político–estratégico requiere visión, liderazgo y capacidad de articular al Estado, la sociedad y la comunidad internacional. No se trata solo de administrar hospitales, sino de construir un sistema nacional de salud coherente, sostenible y justo, capaz de resistir crisis y adaptarse al futuro.

Ver más sobre la función rectora aquí y sobre las funciones esenciales de salud pública aquí.

Resumen de Competencias – Nivel Político Estratégico en Salud

Comparto una matriz para el nivel político–estratégico con las competencias clave y algunos indicadores de dominio que permiten verificar si la persona realmente posee esas capacidades. Esto puede servir como insumo para evaluaciones, procesos de selección o formación de altos funcionarios en salud.

Reflexión final sobre las competencias clave del nivel político estratégico del sector salud

La selección de funcionarios por mérito —basada en competencias, experiencia y resultados— es la única garantía de que los hospitales, centros de salud y programas comunitarios funcionen con eficacia. No basta con buenas intenciones ni con ocupar cargos por conexiones personales. Sin meritocracia, la salud pública queda expuesta a la improvisación, a la mediocridad y, peor aún, a la captura política de un derecho que pertenece a todos. El sector salud no puede ser tratado como botín de reparto ni como agencia de empleos para pagar favores. Cada puesto ocupado por favoritismo, clientelismo o nepotismo es una oportunidad perdida para mejorar la atención y, en última instancia, una amenaza a la vida de los ciudadanos.

La pregunta, entonces, es qué hacer. En primer lugar, se requiere un sistema de selección transparente y competitivo para los cargos directivos en salud, con convocatorias públicas, requisitos claros y evaluaciones objetivas. En segundo lugar, es urgente establecer mecanismos de evaluación periódica de desempeño, que permitan identificar fortalezas y debilidades, y garantizar la permanencia de quienes cumplen con los objetivos. En tercer lugar, el país necesita instituciones más blindadas frente a presiones políticas, donde la carrera administrativa en salud tenga prioridad sobre la discrecionalidad de los nombramientos.

 


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