Me refiero a la necesidad de garantizar el empoderamiento social para alcanzar sistemas de salud resilientes que permitan alcanzar la cobertura universal de salud. En ese contexto, el empoderamiento social incluyente y claramente representativo, será condición obligatoria para los panameños ahora que le entregamos al presidente el informe final del Pacto del Bicentenario Cerrando Brechas y estamos a la espera de la conformación del equipo de trabajo que, con un efectivo respaldo político y estratégico, le dará seguimiento al cumplimiento de propuestas ciudadanas, expresadas con gran fuerza histórica en 187 Acuerdos que señalan el camino de la acciones que debemos recorrer para hacer realidad el país anhelado por la mayoría y, lógicamente avanzar hacia la cobertura universal de salud.
Por otro lado, en el Día de la cobertura universal de salud la OMS nos recuerda que, estamos obligados a “revisar el progreso e identificar brechas para garantizar que todos, en cualquier lugar, puedan acceder a la atención médica que necesitan, cerca de donde viven y sin sufrir dificultades financieras. También es un día para centrarse en lo que debe suceder a continuación para lograr un progreso continuo y concreto hacia un mundo más justo y saludable”.
No puede haber cobertura universal de salud, sin empoderamiento social.
Aclarado esto, se me hace evidente que, promover el desarrollo y permanencia del empoderamiento social es el medio más importante para que nuestro gobierno desarrolle políticas y programas de salud receptivos; lo cual será más probable que sean implementados por un grupo amplio de partes interesadas, en la medida en que éstas sean representativas del conglomerado social nacional. Está pues en el corazón de la gobernanza inclusiva que nuestro país necesita para alcanzar la cobertura universal de salud. Y no perdamos de vista que las desigualdades socavan nuestros esfuerzos por proteger, promover y mejorar la salud para todos y, como resultado, amenazan el desarrollo social y económico en todo el mundo. A medida que COVID-19 enfatizó y exacerbó las inequidades en salud en todo el mundo, la OMS continúa fortaleciendo su llamado a una mayor voluntad política y una acción acelerada de los líderes mundiales. Necesitamos colocar la equidad en salud en un lugar destacado de la agenda mundial a medida que apoyamos a los países en su labor hacia la cobertura sanitaria universal.
Sobre este asunto de la cobertura universal de salud, el Consejo Directivo de la OPS en septiembre de 2021, los Estados Miembros aprobaron una estrategia para construir sistemas de salud resilientes después de COVID-19 con el fin de mantener y proteger los avances en salud pública y alcanzar la cobertura universal de salud, la cual anexo al final. El plan incluye cuatro líneas de acción que desarrollaré eun una publicación aparte: transformación de los sistemas de salud basada en un enfoque de atención primaria de salud; fortalecimiento del liderazgo, la rectoría y la gobernanza; fortalecimiento de la capacidad de las redes de prestación de servicios de salud; incrementar y mantener la financiación pública en salud y protección social. Los invito además a escuchar el mensaje para los líderes políticos en el Día 2021 de la Cobertura universal de salud.
El empoderamiento pendiente
Comienzo subrayando que el empoderamiento social al que me refiero es definido como el proceso mediante el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo en cuanto forman parte de un grupo social, para impulsar cambios positivos en las situaciones en las que viven, y; por su parte la cobertura universal de salud implica el acceso a servicios de salud de calidad para todos: ricos y pobres, sanos y enfermos, jóvenes y ancianos, sin temor a enfrentar dificultades financieras. Siguiendo con el empoderamiento social, este también implica el acceso al control de los recursos materiales que permiten incrementar la puesta en práctica de las capacidades políticas, sociales y económicas, para protagonizar los cambios necesarios, y eso, en mi opinión, comienza por el poder para influir en la formulación de la política, en este caso, aquella necesaria para alcanzar las metas en salud.
Esto no quiere decir que el empoderamiento social es solamente para influir en la formulación de políticas, ahora nos toca ejercer el control de los procesos que surjan de la política. Por ende, ahora que le entregamos al presidente de la República el mandato expresado en los Acuerdos alcanzados en el Pacto del Bicentenario, hay importantes preguntas en nuestro imaginario colectivo, por ejemplo ¿cómo y por quién se tomarán las decisiones una vez que hemos llevado a cabo este importante proceso participativo?, y, la más importante, ¿Hasta qué punto se traducirán en decisiones de política los resultados y los conocimientos de este inédito proceso participativo?
A estas alturas de la lectura, la pregunta obligada es ¿qué tenemos que hacer para empoderarnos?, y muchos esperarían la existencia de un marco legal que facilitara el proceso. No hay duda de que los marcos legales afectan la cantidad y calidad de la participación y tienen el potencial de contribuir a la igualación de las relaciones de poder al estipular un papel legítimo, respaldado por un presupuesto, pero aquí no he encontrado información sobre ese tipo de marco legal ideal que promueva “de oficio”, el empoderamiento social de aquellos cuyas voces tradicionalmente son menos escuchadas.
Sin embargo, no es necesario esperar a que tengamos una legislación para que se lleve a cabo la actividad participativa en el sector de la salud. Lo primero que tenemos que hacer para hacer realidad el empoderamiento social, es vencer la apatía que nos caracteriza, organizarnos y aprovechar el compromiso expresado por el presidente al recibir los Acuerdos señalados antes. Tenemos la palabra para protagonizar el cambio, cerrar la brecha y avanzar hacia la transformación del sistema de salud para alcanzar una cobertura universal de salud para todos en todos los lugares.
Complemento este apartado invitándolos a la lectura del documento de la CEPAL, en el cual nos comparte una breve reflexión teórica sobre el contexto sociopolítico actual, a la vez que entrega un conjunto de instrumentos metodológicos que acercarán al usuario a la práctica social de un proceso de participación ciudadana en la construcción de un instrumento de gestión pública y contribuirá, por ende, al empoderamiento social del que estamos conversando.