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Desafíos para los sistemas de salud de América Latina y el Caribe

Comparto resumen de los principales desafíos para los sistemas de salud de América Latina y el Caribe, señalados en la Nota Técnica del Banco Interamericano de Desarrollo titulada “Más allá de la normalidad: los desafíos para el sector salud en América Latina y el Caribe que expuso el COVID-19”, y los invito a la lectura completa de la publicación.

Las lecciones aprendidas que se presentan tienen especial importancia para nosotros, pues desde hace varios años _ antes de la pandemia _ no avanzamos en la transformación de nuestro sistema de salud.

Desafíos para los sistemas de salud de ALC

Este estudio del BID describe cómo la pandemia del COVID-19 ha afectado a América Latina y el Caribe, y analiza las implicaciones en la salud de la población, el gasto en salud, y las reformas e inversiones de los servicios de salud, con el fin de entender cómo debemos prepararnos para futuras emergencias de salud.

Los resultados muestran disminuciones sustanciales en la salud y en la prestación de atención médica durante el primer año de la pandemia, particularmente en la atención preventiva y electiva. Más aún, mientras algunos países en 2021 volvieron a niveles de atención prepandemia, otros todavía se mantienen por debajo del promedio.

Concluye con lecciones aprendidas sobre cómo la pandemia ha alterado las recomendaciones de política de salud para la región, generando un mayor sentido de urgencia para avanzar con agendas de largo plazo permanentes como eliminar la fragmentación, integrar la atención y buscar la transformación digital mientras se reordenan las prioridades hacia inversiones en preparación para emergencias, vigilancia sanitaria, resiliencia y autosuficiencia. En otras palabras, ir más allá de lo normal. Comparto un resumen de los principales desafíos para los sistemas de salud de ALC y los invito al análisis de las propuestas para cada una de las lecciones.

Lecciones para el análisis

Los países que respondieron mejor al brote inicial del COVID-19 fueron aquellos que habían construido sistemas de salud más robustos y equitativos, y que habían aprendido de epidemias pasadas a prepararse para emergencias de salud en el futuro. En este sentido, hay varias lecciones para el análisis y desafíos para los sistemas de salud.

  1. Primero, los países deben invertir en salud. La pandemia ha mostrado de la forma más dramática posible que la salud es absolutamente primaria. Sin inversiones continuas en la detección y control de enfermedades infecciosas, los posibles nuevos brotes seguirán amenazando la salud de todos, sin importar el patrimonio o el acceso a la salud. Y sin invertir en salud, las actividades económicas y sociales enfrentarán disrupciones periódicas a gran escala. En la vieja normalidad, los países invertían insuficientemente en salud pública y preparación, y muchos países invertían poco en hacer que el acceso al servicio de salud fuera equitativo y efectivo.
  2. Segundo, las inversiones deberán hacerse específicamente en preparación para emergencias. A pesar del actual contexto de restricciones fiscales, los países deberán priorizar inversiones que los hagan cada vez más resilientes y capaces de enfrentar emergencias y desastres naturales.
  3. Tercero, y como complemento a la preparación de emergencias, los países de la región necesitan enfrentar el desafío de largo plazo de progresar más rápidamente hacia la cobertura universal de salud. Esta iniciativa es importante por sí misma. La región tiene una agenda no concluida en términos de asegurar el acceso a servicios de salud de mejor calidad, más costo efectivos y más equitativos para la población. Las políticas para lograr esto son conocidas, pero en muchos lugares y momentos han sido dejadas de lado o implementadas pobremente. Estas políticas incluyen los siguientes puntos.
  4. Cuarto, implementar estas mejoras bien conocidas y necesarias en el sistema de salud tiene una dimensión adicional que es claramente demostrada por la pandemia y la evidencia presentada precedentemente: los servicios de salud necesitan ser capaces de continuar prestando servicios esenciales de salud aún durante emergencias de salud. Esto requiere inversiones en preparación más allá de la respuesta a una nueva pandemia. Requiere planes para abordar decisiones de asignación de recursos físicos, humanos y financieros durante una emergencia. Pero no alcanza con mantener la oferta de atención médica. Es necesario relacionarse con personas en la comunidad para asegurar que la población siga buscando la atención necesaria. Esto involucra mantener la confianza pública en las autoridades de salud, realizar esfuerzos extensivos de divulgación con el público (y accesibles para grupos diversos) y proporcionar consejos respecto de cómo y cuándo buscar atención de manera segura.
  5. Quinto, los países deben aumentar la eficiencia del gasto público en salud.
  6. Una sexta lección importante es que es vital la transformación digital del sector salud. La pandemia ha hecho evidente el potencial de las tecnologías digitales en muchos frentes; por ejemplo, para fortalecer la vigilancia epidemiológica, facilitar el acceso y el uso de servicios (por ejemplo, telemedicina) y facilitar la comunicación y proporcionar datos para la toma de decisiones en tiempo real.
  7. Séptimo, se ha visto que muchos problemas de salud que antes de la pandemia eran considerados “normales” son, de hecho, evitables y que, por lo tanto, representan sufrimientos y muertes innecesarios. Por ejemplo, menos transporte llevó a menos accidentes de tránsito y la menor actividad económica mostró hasta qué medida la contaminación —y la mala salud asociada con ella— es causada por los combustibles fósiles, por la combustión incompleta y por insuficientes controles de la contaminación. Más aún, en la vieja normalidad, pocas veces se consideraba que el sufrimiento y las muertes debido a la gripe estacional constituían una crisis que ameritara una acción significativa de política pública. Pero las intervenciones para detener o controlar la transmisión del COVID-19 parecen haber llevado también a una reducción sustancial de las infecciones y enfermedades respiratorias. En otras palabras, en este caso, ir más allá de la normalidad significa mirar la carga de enfermedad anterior a la pandemia y descartar las ideas convencionales sobre qué es o no aceptable, ineludible o inevitable.
  8. Finalmente, la octava lección es que la cooperación y la solidaridad internacionales son más importantes que nunca, y los países de América Latina y el Caribe deben revivir y fortalecer la integración regional para enfrentar desafíos para los sistemas de salud. El COVID-19 ha mostrado que las enfermedades infecciosas no respetan fronteras y que los países deben definir marcos de acción conjunta para abordar algunos de los desafíos impuestos por estas crisis. Por ejemplo, el acceso a las vacunas del COVID-19 ha sido extremadamente desigual y ha afectado la capacidad de los países de controlar la pandemia. En este contexto, hay muchas áreas en las que los países pueden trabajar en conjunto para fortalecer sus respuestas a futuras amenazas de salud pública, y enfrentar los desafíos para los sistemas de salud, como incrementar las inversiones en I+D y transferencias de tecnología, aumentar la capacidad regional para la producción de vacunas y otras tecnologías de salud esenciales, fortalecer las logísticas asociadas con el almacenamiento y la distribución de insumos para la producción, acumular compras, homogeneizar la regulación y revisitar o reforzar acuerdos comerciales.

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