
Comparto resumen del Informe de Avance del ODS sobre Salud y Bienestar, integrando sus principales hallazgos, tendencias, brechas y desafíos, y los invito a la lectura completa del informe. disponible al final.
Adelando que los datos reflejan profundas desigualdades. Las poblaciones más afectadas son aquellas que viven en contextos de pobreza, fragilidad institucional y conflicto. Aunque ha aumentado el número de trabajadores de la salud y se han ampliado ciertos servicios, los sistemas siguen siendo inadecuados en muchos países de bajos ingresos, caracterizados por falta de financiación, infraestructura deficiente y escasez de personal capacitado. Esto refuerza el llamado del informe a realizar inversiones más audaces, con un enfoque de equidad, fortaleciendo la atención primaria e impulsando sistemas de salud resilientes e inclusivos para lograr los objetivos de aquí a 2030. Démosle una mirada a cada una de las metas del ODS 3.
Resumen del avance de las metas del ODS sobre Salud y Bienestar
La mortalidad materna ha disminuido ligeramente a nivel mundial, pasando de 228 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 2015 a 197 en 2023. No obstante, cerca de 260.000 mujeres murieron durante el embarazo o el parto en 2023, y la tasa sigue siendo casi tres veces superior a la meta internacional de 70. Las brechas son profundas: en los países de bajos ingresos la tasa supera las 340 muertes por 100.000 nacidos vivos, mientras que en los países de altos ingresos es de apenas 10. Los contextos de conflicto y fragilidad agravan aún más la situación. África subsahariana y Asia meridional concentran el 87 % de las muertes maternas, y el ritmo de descenso es insuficiente para alcanzar la meta en 2030.
En relación con la salud infantil, la mortalidad de menores de cinco años descendió de 44 a 37 muertes por cada 1.000 nacidos vivos entre 2015 y 2023. También se redujo la mortalidad neonatal, aunque a un ritmo lento. A pesar de la mejora, 4,8 millones de niñas y niños menores de cinco años murieron en 2023, en su mayoría por causas prevenibles. Las desigualdades regionales siguen siendo dramáticas: África subsahariana registra tasas 18 veces superiores a las de Australia y Nueva Zelanda. Si las tendencias actuales no mejoran, podrían producirse 30 millones de muertes de niños menores de cinco años para 2030, muchas de ellas evitables.
Las enfermedades infecciosas y las enfermedades no transmisibles (ENT) continúan representando una enorme carga para los sistemas de salud y las poblaciones. El VIH/sida muestra avances claros en términos de reducción de muertes gracias al tratamiento antirretroviral, pasando de 1,4 millones de muertes en 2010 a 630.000 en 2024. Sin embargo, alrededor de 1,3 millones de personas siguen contrayendo el virus cada año, y 9,2 millones de personas no reciben tratamiento. Mujeres jóvenes y adolescentes de África subsahariana siguen siendo las más afectadas. Además, los recortes en la asistencia internacional —particularmente la suspensión de parte del apoyo de Estados Unidos en 2025— ponen en riesgo millones de vidas y podrían provocar millones de nuevas infecciones y muertes hasta 2029 si no se restablece el financiamiento.
La tuberculosis continúa siendo una de las principales amenazas infecciosas. En 2023, 10,8 millones de personas desarrollaron la enfermedad y 1,25 millones murieron a causa de ella. Aunque las muertes han disminuido ligeramente, la incidencia global desciende a un ritmo mucho más lento de lo requerido para cumplir las metas de la OMS. La mayor carga se concentra en 30 países, principalmente de ingresos bajos y medianos.
La malaria, pese a décadas de esfuerzos y a la prevención de millones de muertes desde el año 2000, muestra un preocupante repunte. En 2023 se registraron 263 millones de casos, un aumento significativo en comparación con 2015. La falta de acceso a mosquiteros tratados, medicamentos preventivos y atención adecuada afecta especialmente a niños pequeños y mujeres embarazadas en África subsahariana.
En cuanto a las enfermedades tropicales desatendidas, se ha logrado una reducción importante en el número de personas que requieren tratamiento, pasando de más de 2.100 millones en 2010 a alrededor de 1.500 millones en 2023. Sin embargo, el ritmo actual no es suficiente para alcanzar la meta de reducir esta cifra en un 90 % para 2030.
Las enfermedades no transmisibles concentran hoy más de la mitad de las muertes prematuras en el mundo. Aunque hubo mejoras iniciales en la reducción del riesgo de muerte por ENT entre 2000 y 2019, los avances se estancaron con la pandemia. Las ENT provocaron cerca de 18 millones de muertes prematuras (menores de 70 años) en 2021. Factores de riesgo como el consumo de tabaco, la contaminación del aire, el consumo nocivo de alcohol y la mala alimentación siguen estando insuficientemente abordados. El mundo no está en camino de cumplir la meta de reducir en un tercio la mortalidad prematura causada por estas enfermedades para 2030.
El consumo de tabaco ha disminuido en términos de prevalencia, pero aún hay alrededor de 1.250 millones de fumadores en el mundo. Además del daño a la salud, el tabaco genera enormes impactos ambientales y económicos. El consumo de alcohol per cápita también muestra una leve reducción global, aunque continúa siendo una causa importante de enfermedades y muertes, especialmente en África y Europa.
Respecto a la salud mental, la tasa mundial de suicidios ha disminuido desde el año 2000, pero esta tendencia no es uniforme. Algunas regiones, como América del Norte, América Latina y el Caribe, y el Sudeste Asiático, han registrado aumentos preocupantes. La prevención requiere políticas públicas, reducción del acceso a medios letales, educación para la vida y atención oportuna de la salud mental.
En el ámbito de la salud sexual y reproductiva, se observan avances: más mujeres acceden a métodos anticonceptivos modernos y la fecundidad adolescente ha disminuido en la mayoría de las regiones, aunque África subsahariana sigue registrando las tasas más altas.
Uno de los grandes retrocesos pospandémicos se observa en los programas de inmunización infantil. La cobertura de vacunas esenciales, como la DTP3, aún no alcanza los niveles previos al COVID-19, y la cobertura contra el VPH sigue siendo muy baja, dejando a millones de niñas vulnerables al cáncer de cuello uterino. También han aumentado los brotes de sarampión, lo que demuestra la fragilidad de los sistemas de vacunación.
Finalmente, la reducción de la asistencia oficial al desarrollo en salud es un factor crítico. Aunque en 2023 se mantuvo por encima de los niveles de 2015, la caída con respecto a 2022 ha sido drástica, afectando especialmente a los países menos adelantados. A pesar de que la fuerza laboral sanitaria mundial ha crecido, todavía existe un déficit de casi 15 millones de trabajadores, que seguirá siendo un problema grave en un contexto de envejecimiento poblacional y mayor demanda de servicios.
Conclusión sobre el avance del ODS sobre Salud y Bienestar
En conclusión, el informe sobre el avance del ODS sobre Salud y Bienestar muestra que, sin una acción urgente, coordinada y con enfoque de equidad, el mundo no alcanzará las metas del ODS 3 para 2030. La salud global enfrenta una encrucijada: o se intensifican las inversiones, se reducen las desigualdades y se fortalecen los sistemas, o millones de vidas seguirán perdiéndose por causas prevenibles.
Lecturas complementarias para ayudarnos en el análisis
- Sustainable Development Report 2025
- Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2024
- Objetivos de Desarrollo Sostenible 2023 y 2024
- Metas para el ODS sobre salud
- ODS sobre Salud: un compromiso vigente
- Avances en el logro del ODS sobre salud: una mirada sin triunfalismos
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Luego de la lectura concienzuda del articulo presento mi opinión de este resumen que el Maestro Prosperi hace del informe sobre el ODS 3 (Salud y Bienestar)
El artículo dibuja un panorama que calificaría de “progreso frágil y desigual” ya que es evidente que estamos ante una crisis de cumplimiento de las metas para 2030. Los datos revelan que los avances logrados en décadas anteriores se han estancado o incluso revertido, exacerbados por la pandemia y la falta de financiación sostenida.
Puntos críticos que identifico:
1.- Brecha de inequidad: El indicador más alarmante es la disparidad en la mortalidad materna e infantil. Que la tasa de mortalidad materna sea 34 veces mayor en países de bajos ingresos comparada con los de altos ingresos no es un fallo médico, es un fallo estructural y de justicia social.
2.- Transición epidemiológica inconclusa: Los sistemas de salud están colapsando bajo una doble carga. Por un lado, no hemos eliminado (incluso controlado) amenazas infecciosas clásicas (Malaria en repunte, TB lenta, VIH estancado en prevención); y por otro, las Enfermedades No Transmisibles (ENT) ya causan la mayoría de las muertes prematuras, sin que existan políticas de prevención primaria lo suficientemente agresivas (tabaco, dieta, contaminación).
3.- El “Efecto rebote” Post-Pandemia: La caída en la cobertura de vacunación (DTP3, VPH) y el resurgimiento del sarampión demuestran que la resiliencia de los sistemas sanitarios fue sobreestimada. Hemos perdido terreno en inmunización básica.
Desde mi perspectiva como epidemiólogo y gestor sanitario mi dictamen sobre el informe es el siguiente:
1. El modelo actual es insostenible:
Seguir haciendo más de lo mismo no funcionará. La reducción de la asistencia oficial al desarrollo (AOD) en salud es un error estratégico global. Sin financiación externa, los países de bajos ingresos con déficits de fuerza laboral (15 millones de trabajadores faltantes) no podrán sostener ni siquiera la atención primaria.
2. Urgencia de un enfoque en determinantes sociales:
El informe acierta al vincular el estancamiento con la pobreza y los conflictos. Salud Pública no es solo hospitales; es estabilidad política y saneamiento. Mientras no se aborden los determinantes sociales, las intervenciones clínicas serán solo parches temporales.
3. Riesgo geopolítico:
La mención sobre el recorte de fondos internacionales (específicamente la referencia a EE. UU.) es una alerta roja. La seguridad sanitaria global depende de la solidaridad; si los grandes donantes se retiran, veremos un colapso en programas vitales como los de VIH/Sida, lo cual tendrá repercusiones transfronterizas inmediatas.
El artículo del Dr. Prosperi , como siempre, es un baño de realidad necesario, ¡Bravo!No estamos en camino de cumplir el ODS 3 para 2030; debemos dejar de celebrar leves mejoras y declarar una emergencia sanitaria sistémica, redirigiendo recursos no solo a tecnología médica, sino al fortalecimiento agresivo del Primer Nivel de Atención y a la protección financiera de los sistemas de salud en regiones vulnerables.
Gracias estimado y respetado Dr. Cedeño. Como siempre sus comentarios enriquecen le publicación aportando el análisis sesudo que le faltaba. Gracias!