
Comparto resumen de entrevista con el virólogo de la OPS Jairo Méndez Rico sobre el virus Oropouche.
El Dr. Méndez explica cómo se transmite el virus, sus síntomas —que pueden confundirse con dengue o chikungunya—, y los riesgos particulares para mujeres embarazadas. También se abordan las medidas de prevención, la falta de vacuna y tratamiento específico, y la importancia de la vigilancia epidemiológica para detectar y contener brotes.
Estemos bien pendientes de esta enfermedad porque se nos puede convertir en un problema de salud pública.
Oropouche: Una amenaza emergente
En el 2025, entre la semana epidemiológica (SE) 1 y la SE 30 se notificaron 12,786 casos confirmados de Oropouche en la Región de las Américas. Los casos confirmados se reportaron en once países de la Región de las Américas: Brasil (n= 11,888 casos), Canadá (n= 1 caso importado), Chile (n= 2 casos importados), Colombia (n= 26 casos), Cuba (n= 28 casos), los Estados Unidos de América (n= 1 caso importado), Guyana (n= 1 caso), Panamá (n= 501 casos), Perú (n= 330 casos), Uruguay (n= 3 casos importados) y la República Bolivariana de Venezuela (n= 5 casos)
En este episodio del podcast de la OPS, Sebastián Oliel, de la OPS, conversa con el con el virólogo de la OPS Jairo Méndez Rico sobre el virus Oropouche. Comparto a continuación un resumen de la entrevista y los invito a complementar con la Actualización Epidemiológica Oropouche en la Región de las Américas, publicada por la OPS el pasado 13 de agosto del 2025.
Resumen de la entrevista con el virólogo de la OPS Jairo Méndez Rico sobre el virus Oropouche
El virus Oropouche, aunque no es nuevo en la región, se ha convertido recientemente en un motivo de alerta para los sistemas de salud de América Latina. Identificado por primera vez en 1955 en Trinidad y Tobago, ha circulado principalmente en la cuenca amazónica, donde en el pasado generó epidemias de gran magnitud, como la registrada en Brasil en la década de 1980 con más de 100,000 casos. Sin embargo, lo que preocupa hoy es su reemergencia y expansión hacia países y territorios donde no se habían registrado brotes significativos, como Cuba y Panamá, lo que evidencia cambios en sus patrones de transmisión y plantea nuevos desafíos epidemiológicos.
En 2024 se confirmaron más de 16,000 casos de Oropouche en once países de la región, lo que lo posiciona como un problema creciente. El virólogo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jairo Méndez Rico, explica que este virus pertenece al grupo de los arbovirus, transmitidos por insectos. En este caso, el principal vector es el jején, un diminuto insecto del género Culicoides. Su hábitat son zonas boscosas y selváticas, aunque también puede encontrarse en áreas agrícolas, especialmente en cultivos de plátano.
El ciclo de transmisión se da cuando estos insectos pican a una persona infectada y luego a otra sana, manteniendo la circulación del virus. Si bien el ecosistema amazónico había sido su foco natural, en los últimos años se han detectado brotes en contextos muy distintos. El caso de Cuba en 2024 es ilustrativo: se confirmaron más de 620 contagios en un ambiente muy diferente al amazónico, lo que sugiere que el virus ha logrado adaptarse a nuevos entornos. En Panamá también se han identificado casos en el Darién, zona selvática con condiciones particulares.
En cuanto a la gravedad, Oropouche se ha considerado hasta ahora una enfermedad de curso generalmente leve. Los síntomas principales son fiebre alta, dolores musculares, cefalea intensa y fotofobia. Estas manifestaciones suelen durar alrededor de una semana y se resuelven sin complicaciones en la mayoría de los casos. Sin embargo, la similitud con otras enfermedades endémicas como dengue, chikungunya o zika dificulta el diagnóstico clínico temprano. Para los médicos, diferenciar Oropouche de estas infecciones virales es complejo, especialmente en los primeros días. Un rasgo distintivo puede ser la intensidad del dolor de cabeza, descrito como casi incapacitante, y la marcada intolerancia a la luz.
Aunque la mayoría de los casos no son graves, se han reportado ya algunas muertes relacionadas con el virus, lo que genera preocupación. Además, existen indicios de que puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo, ocasionando daños en el sistema nervioso central del feto. Aunque todavía no se conoce con certeza la frecuencia ni los factores de riesgo asociados a estas complicaciones, este hallazgo sitúa a las mujeres embarazadas como un grupo especialmente vulnerable.
En materia de prevención, la OPS subraya que no existe vacuna ni tratamiento específico contra Oropouche. El manejo clínico es sintomático, basado en analgésicos, hidratación, reposo y medidas para aliviar el dolor y la sensibilidad a la luz. Por ello, la prevención de las picaduras del jején se convierte en la herramienta principal para reducir el riesgo. Se recomienda el uso de repelentes, ropa de manga larga y barreras físicas siempre que sea posible. Sin embargo, los toldillos o mosquiteros no resultan completamente eficaces contra este vector, dado su diminuto tamaño, capaz de atravesar esas mallas.
La vigilancia epidemiológica juega un papel central en la respuesta a esta amenaza. Los países cuentan con sistemas de monitoreo consolidados para enfermedades como dengue, que están sirviendo para identificar los casos de Oropouche. Muchas veces, los pacientes son inicialmente clasificados como sospechosos de dengue hasta que pruebas de laboratorio confirman que se trata de otro virus. De ahí la necesidad de reforzar las capacidades de detección, formar al personal de salud para reconocer los signos diferenciadores y fomentar la sospecha clínica en zonas de riesgo.
Conclusión
El Dr. Méndez enfatiza que la OPS está trabajando con los países de la región para fortalecer la vigilancia y garantizar que los clínicos y laboratorios puedan detectar oportunamente nuevos casos. Detectar los primeros contagios es clave para frenar la propagación y evitar que los sistemas de salud colapsen ante un brote masivo. La estrategia implica no solo monitorear los casos confirmados, sino también dar seguimiento a pacientes con cuadros febriles en zonas endémicas donde no se logre confirmar dengue u otros arbovirus.
En cuanto a las recomendaciones para la población, la OPS insiste en la autoprotección: identificar las horas y lugares de mayor actividad del jején —sobre todo en las tardes y en áreas cálidas o selváticas— y protegerse con medidas físicas y químicas. Para las embarazadas, la prevención cobra aún más relevancia, dada la posible transmisión vertical del virus.
Finalmente, el experto señala que si bien hasta ahora Oropouche no ha alcanzado la magnitud epidémica de otras enfermedades transmitidas por mosquitos, su expansión reciente y los indicios de complicaciones graves justifican mantenerlo bajo estrecha observación. La investigación científica avanza para esclarecer mejor su comportamiento, su impacto en distintos grupos poblacionales y la posibilidad de desarrollar una vacuna en el futuro.
En conclusión, el virus Oropouche, aunque descubierto hace casi 70 años, se ha convertido hoy en una amenaza emergente en América Latina. Su capacidad de adaptarse a nuevos ecosistemas, la falta de vacuna o tratamiento específico, y las complicaciones potenciales en embarazadas exigen una respuesta coordinada. La vigilancia epidemiológica, la preparación de los servicios de salud y la adopción de medidas de protección personal serán determinantes para contener esta enfermedad y reducir su impacto en la región.
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