La Organización Mundial de Salud nos informa que el consumo dañino de alcohol causa cada año 2,5 millones de muertes, y una proporción considerable de ellas corresponde a personas jóvenes. El consumo de bebidas alcohólicas está asociado con el riesgo de desarrollar problemas de salud tales como trastornos mentales y comportamentales, incluido el alcoholismo, importantes enfermedades no transmisibles tales como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares, así como traumatismos derivados de la violencia y los accidentes de tránsito. También contribuye a aumentar la carga de morbilidad relacionada con enfermedades transmisibles como, por ejemplo, la tuberculosis y la infección por el VIH/sida.
En Panamá sabemos que el consumo dañino de alcohol es un problema de salud pública. Cada hombre panameño mayor de 15 años en el país consume en promedio 11.2 litros de alcohol al año, mientras que las mujeres beben 4.7 litros, superando en ambos casos los promedios mundiales. De hecho somos el segundo país de Centroamérica con mayor consumo de alcohol per cápita. Esta adicción nos está pasando una factura muy cara como lo demuestran las estadísticas que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística y Censo: en los últimos diez años fallecieron en accidentes de tránsito cerca de 4,300 personas. La mayoría de los accidentes y las muertes fueron durante los fines de semana y días feriados. Siguen siendo las principales causas de estos fallecimientos: manejar bajo los efectos del alcohol y el exceso de velocidad. Además, el mismo INEC nos informa que cada año cerca de 10,000 ciudadanos pierden la vida prematuramente por “enfermedades crónicas no transmisibles”, relacionadas en forma directa o indirecta con estilos de vida asociados a factores de riesgo para la salud, y la vida, entre ellos el consumo nocivo de alcohol.El consumo dañino de alcohol, y sus lamentables consecuencias, seguirá empeorando si no se adoptan de inmediato medidas eficaces para promover, proteger y mejorar la salud y el bienestar de todos sus ciudadanos por encima de los intereses comerciales, que en Panamá como nos señala el mismo INEC son de gran magnitud: en el año 2015 se produjeron 280 millones de litros de bebidas alcohólicas, las cuales generaron a los dueños de la industria 247 millones de balboas. Las cifras de INEC también detallan que la cerveza, el ron, el seco y la ginebra en orden de preferencia son las bebidas que más se consumen en el país.
En ese contexto el Gobierno de Panamá reconociendo la carga de morbilidad, mortalidad y discapacidad asociada con el consumo dañino de alcohol, así como la brecha existente en el tratamiento y la atención que se brinda a las personas afectadas por el consumo nocivo de alcohol, aprobó en el Consejo Directivo 51 de la OPS el Plan de acción para reducir el consumo nocivo de alcohol, y se comprometió a ejecutar en el país Estrategia mundial para reducir el uso nocivo del alcohol. Lamentablemente la página Web del MINSA no proporciona información sobre la aplicación de la misma.
La estrategia reconoce los vínculos estrechos que existen entre el uso dañino del alcohol y el desarrollo socioeconómico. Representa el compromiso de los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud, en este caso, el de Panamá, para actuar de manera continua a todos los niveles. Asimismo, aprovecha varias iniciativas estratégicas mundiales y regionales para la prevención y el control de enfermedades no transmisibles, en particular el plan de acción de la estrategia mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles. Subraya la obligación que tienen nuestros políticos de llevar a cabo intervenciones para resolver los problemas causados por el uso nocivo del alcohol.
Existen soluciones factibles y la estrategia mundial ofrece un conjunto de opciones de políticas e intervenciones que deben tenerse en cuenta para su ejecución como parte integral de las políticas nacionales, así como en el marco más amplio del desarrollo. ¡Actuemos ya por favor!