Actualizo esta entrega sobre “Hambre y desnutrición” invitándolos a la lectura de la publicación Hunger and Undernourishment de Our World in data. El documento, _ completamente alineado con el informe de NNUU al que hago referencia inicial _ ofrece visualizaciones y escritos sobre el hambre y la desnutrición. Hace un análisis de cuántas personas están desnutridas, dónde están y otras métricas utilizadas para rastrear la seguridad alimentaria.
Hambre y desnutrición son dos flagelos que afectan severamente a un elevado porcentaje de nuestras población pobre, en medio de un país que se precia de un desarrollo económico importante pero desigual y sin equidad. En ese contexto el nuevo informe de Naciones Unidas, titulado: Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2019, subraya que enfrentar el hambre y la desnutrición, pero también la obesidad, es otro de los desafíos que enfrentan los países de América Latina, lo cual evidencia la inequidad, pues mientras unos son pobres y no tienen que comer, otros están gordos de tanto comer “cualquier clase de comida”, que no es gratis y pueden pagar por ella.
La proporción de personas desnutridas es el principal indicador de seguridad alimentaria y nutrición utilizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. En ese sentido, tener suficiente para comer es una de las necesidades humanas básicas fundamentales. El hambre, o más formalmente, la desnutrición, se define como comer menos de la energía necesaria para mantener una vida activa y saludable.
El informe de NNUU subraya que “las que padecen hambre aumentaron 11% en los últimos cuatro años y las personas con obesidad se triplicaron desde 1975. Esto significa que el día de hoy, uno de cada cuatro adultos vive con obesidad, mientras el hambre ha vuelto a crecer y afecta a 42,5 millones de personas”. El informe pone de relieve además que, “la inseguridad alimentaria —entendida como la interrupción parcial o total en el acceso a los alimentos— afecta a 187 millones de personas en nuestra región y se manifiesta de forma desigual en la edad adulta: casi 55 millones de hombres sufren de inseguridad alimentaria, frente a 69 millones de mujeres.
Paralelamente, “por cada persona que sufre hambre en América Latina y el Caribe, más de seis sufren sobrepeso u obesidad. La prevalencia del sobrepeso está aumentando en todos los grupos etarios, especialmente en adultos y en niños en edad escolar. En la actualidad, casi un cuarto de la población adulta en la región sufre de obesidad, con prevalencias más altas entre mujeres (28%) que en hombres (20%). En tanto, la prevalencia del sobrepeso en niños y niñas menores de 5 años ya alcanza 7,5%, por encima de 5,9% mundial”.
Por nuestra parte los panameños, gobierno y sociedad, enfrentamos también el gran desafío de acabar con el hambre y la obesidad. El hambre y la pobreza afecta cerca del 10% de la población, siendo este flagelo mucho más severo entre nuestras comarcas indígenas y provincias más pobres.
Los invito a la lectura completa de la publicación de las NNUU, enfatizando las experiencias exitosas en la lucha contra el hambre y la desnutrición. Dejo para otra entrega el tema de la obesidad, agrego un recordatorio de nuestra situación nacional y termino con un vistazo al Proyecto Colmena “Panamá libre de pobreza y hambre, la Sexta Frontera”, el cual fue puesto en marcha recientemente por el Ejecutivo.
Hambre y desnutrición en Panamá
De acuerdo con el IPM-Panamá 2017, el 19.1% de los panameños (777,752 personas) se encuentran en una condición de pobreza multidimensional. Es de esperar que los ingresos monetarios de esas familias panameñas no llegan a cubrir la mitad del costo calórico de la canasta básica familiar por mes. Por lo tanto, no parecen estar en capacidad de protegerse contra el hambre y, muy probablemente, la están padeciendo de forma ocasional o permanente, ocasionando desnutrición infantil en forma aguda y crónica.
Como era de esperarse, en las comarcas indígenas fue en donde se presentó las mayores proporciones de personas pobres multidimensionales: en la Comarca Ngäbe Buglé (93.4%), Comarca Guna Yala (91.4%) y Comarca Emberá (70.8%). El promedio de estos tres valores supera en 4.5 veces el valor del promedio nacional, lo que evidencia también con esta medida una la disparidad existente y que ya era previamente conocida. En cuanto a las provincias, las tres con mayor porcentaje de personas en condición de pobreza multidimensional y por encima del promedio nacional, fueron: Bocas del Toro (44.6%), Darién (40.0%). En estas dos, habitan una amplia población indígena (62.6%).
Adicionalmente, el documento “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018”, publicado al final del año pasado, informó que el 19% de los niños panameños menores de cinco años padecen de desnutrición (68,000 infantes), superando en esta penosa estadística, a países con un crecimiento económico muy inferior al nuestro, lo que demuestra, una vez más, que el modelo económico del que tanto nos vanagloriamos, beneficia principalmente a una minoría de panameños.
Finalmente, el documento «Índice de Pobreza Multidimensional de Niños, Niñas y Adolescentes de Panamá 2018«, nos informa que un total de 15.6% de NNA pobres multidimensionales carece de una alimentación variada. Esta es una condición que requiere importante atención debido a que la alimentación saludable y equilibrada tiene un rol primordial en la salud y desarrollo de los NNA, como pilar del adecuado funcionamiento del organismo, el crecimiento y la capacidad de aprendizaje, pero sobre todo para la prevención de factores de riesgo de enfermedades. Este problema también es mayor en las comarcas indígenas del país: en el 62.6%, los NNA en pobreza multidimensional de la comarca Guna Yala están privados en este indicador, seguido por la comarca Ngäbe Buglé (59.3%) y Emberá (49.9%) y las provincias de Darién (27.7%) y Bocas del Toro (23.9%).
La respuesta nacional
Por nuestra parte, de acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Social, el Gabinete Social, presidido por el presidente de la República, aprobó el Proyecto Colmena “Panamá libre de pobreza y hambre, la Sexta Frontera”, que impactará y transformará la calidad de vida de 777 mil panameños y panameñas que viven pobreza multidimensional y se han quedado atrás, en 63 distritos del país. El Plan Colmena se enfocará en los corregimientos con mayor pobreza, a la vez busca intervenir en áreas vulnerables con el fin de atender a aquella población urbana que, por distintos factores, se encuentra en riesgo de caer en la pobreza.
Este proyecto, es el resultado de un trabajo articulado entre todos los ministerios e instituciones que han puesto todos sus recursos en beneficio de los sectores más vulnerables que han sido excluido del desarrollo social. Tiene como objetivo fortalecer las Juntas Técnicas de las provincias junto a los gobiernos locales, la sociedad civil de distintos sectores y la ciudadanía, para que se constituyan en actores de su propio desarrollo. Se focaliza en dos vertientes importantes que son: mejorar los servicios que el Estado ofrece (salud, agua limpia, saneamiento, electrificación rural, infraestructura vial, educación, vivienda, deporte entre otros) e identificar las actividades generadoras de ingreso que permitirán mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
No menos importante es el programa “Estudiar sin hambre”, que busca brindar alimentos a estudiantes de los 300 corregimientos más pobres del país. La iniciativa contará con una fase piloto de implementación en 2 escuelas de la comarca Ngäbe Buglé y una el distrito de San Miguelito. Se espera que el programa cubra el 100% de los niños de inicial, primaria y premedia, focalizando las escuelas en las comunidades priorizadas por nivel de pobreza e identificadas por el Proyecto Colmena. A partir de los resultados de la fase piloto, el Ministerio de Educación realizará los cálculos financieros para la compra de alimentos a productores locales, así como la contratación de recurso humano calificado para su implementación que incluye nutricionistas, trabajadores manuales, manipuladores de alimentos, entre otros.
Adicionalmente el Ministerio de Educación ejecuta desde hace dos años en siete escuelas de la Comarca Ngäbe-Bugle, el proyecto NURA (Semilla, Niño, Parcela, por sus siglas en ngäbere). El proyecto busca garantizar que los estudiantes de cuatro escuelas tengan acceso a una alimentación de calidad y con enfoque regional. Con dos años de ejecución, los involucrados en el plan fomentaron, además, la producción de alimentos en la comarca y movieron la economía del lugar a través de la compra de las propias cosechas que allí se producen. Se trata de una experiencia exitosa que deberíamos aprovechar dentro del contexto de “Estudiar sin hambre”.
Hagamos votos porque al término del período de este gobierno podamos afirmar que avanzamos en la erradicación del hambre y la desnutrición de nuestro territorio, y el nuevo gobierno lo siga haciendo