Terminó el mes de junio, acumulamos más de 20,000 casos y cerca de 300 defunciones por la COVID-19 en el mes, con una clara tendencia al aumento de casos y defunciones para el mes de julio. Eso nos llena de angustia y desesperación y motiva que más de uno prefiera quedarse confinado en su casa y utilice las redes sociales para hacer un llamado a la cuarentena total. Otro grupo de ciudadanos argumenta a favor de la necesidad de seguir avanzando en el levantamiento progresivo y asimétrico de la cuarentena original, aumentando el tiempo de los ciudadanos para salir de sus casas, a la vez que se promueve la apertura de los demás bloques de la actividad económica. Pero no se trata de decidir entre la opción de confinarnos o la opción de salir a trabajar. Debemos aprender a vivir con el virus, utilizando todas las estrategias que conocemos para derrotarlo.
Como señalé la primera semana de mayo, la estrategia de supresión que hemos seguido en Panamá, la debemos mantener y fortalecer hasta que aparezca la vacuna contra la COVID-19 y se proteja con ella a toda la población. Pero eso no implica paralizar durante todo ese tiempo nuestras vidas y eliminar toda actividad económica. Implica medidas muy estrictas al principio, por unas pocas semanas, como las que llevamos a cabo al inicio, y luego ir abriendo poco a poco la actividad, como venimos haciendo desde el 1 de junio. En ese sentido, les corresponde a las autoridades de salud, proponer y guiar los ritmos de restricción o relajamiento, siempre en coordinación con el sector empresarial. Los criterios tienen que ser el resultado de ponderar riesgo a la salud e importancia para la sociedad; esto requiere una granularidad mucho mayor, hasta el nivel de cada negocio especifico, donde se pueden evaluar comportamientos riesgosos. Además, para ser efectivos, se requiere de la participación de la ciudadanía activa en la gestión de la vuelta a la normalidad. (más…)
La semana pasada, en medio de un escenario político muy complejo, caracterizado por cambios en el nivel político, estratégico y técnico del Ministerio de Salud, el país reportó en siete días 5,656 casos nuevos de COVID-19, y 83 defunciones, las cifras más elevadas para cualquier semana desde que enfrentamos la epidemia de COVID-19 en el país. Adicionalmente, el día de ayer, el MINSA reportó 765 casos nuevos, alcanzado un total de 33,550 casos confirmados, que representa el 0.7% de la población nacional. También reportó 631 defunciones lo que arroja una tasa de letalidad de 1.88%. Por otro lado, el número reproductivo efectivo (RT) se ubica en 1.42 para el país, lo cual indica que la velocidad a la que se está propagando el virus ha disminuido levemente.
Por otro lado, hasta ayer se han realizado un total de 130,776 (1,981 nuevas) pruebas para detectar COVID-19, lo cual nos ha permitido detectar esos casos y tomar las medidas pertinentes. No obstante, cerca del 30% han resultado positivas, lo cual no es una buena noticia porque significa que todavía tenemos un importante porcentaje de personas positivas, que probablemente son asintomáticas, no las hemos detectado, no guardan las medidas de protección personal, y, sin saberlo, andan esparciendo el virus en las calles, en sus trabajos y en sus casas. Como consecuencia de ese incremento sostenido de casos, desde junio ha ido en aumento el número de pacientes, tanto en salas de hospitalización como en las unidades de cuidados intensivos. Situación que tiene al sistema de salud, incluido el personal que atiende a los enfermos, al borde del colapso, y obliga a redoblar el esfuerzo en todos los frentes.
Comparto a continuación el contenido de mi artículo de opinión publicado en La Estrella de Panamá, en el cual señalo que, a pesar de este panorama, todavía estamos a tiempo para frenar esa escalada de casos y defunciones, siempre y cuando nos mantengamos enfocados. (más…)

La pandemia de COVID-19 continúa extendiéndose por todo el mundo. Por nuestra parte, hasta el día de hoy, el MINSA informó que se contabilizan un total de 13,018 casos confirmados (352 nuevos) y 330 defunciones, lo que arroja una tasa de letalidad que disminuyó a 2.52%. Se incluyeron 135 casos en el total acumulado, comprendidos entre el 20 al 27 de mayo ya que fueron notificados de forma tardía por la Caja de Seguro Social (CSS), detalló un comunicado de la entidad. No obstante, aunque tengamos casos represados que no se informan a tiempo, lo cierto es que por siete días consecutivos tenemos un aumento en los casos nuevos reportados en relación a la semana anterior. Además este represamiento afecta aislar contactos y por ende el contagio, lo cual es sumamente preocupante, sobretodo con la inminente apertura de la cuarentena. Aquí está fallando la coordinación entre el MINSA y la CSS.
Insisto en que tenemos que enfrentar este aumento repentino de casos nuevo, encontrar las posibles causas e informar de forma clara y portuna a la población. ¿Qué nos está pasando?: estábamos contando mal?, seguiremos con los acumulados que no se contabilizan cuando corresponde?, será el resultado de la apertura del primer bloque?, será consecuencia de los clúster identificados?, estaremos al inicio de una segunda ola?.
En todo caso, es necesario que la población redoble su compromiso con las medidas de distanciamiento, que apoye el esfuerzo de las autoridades de salud, y que éstas refuercen la vigilancia epidemiológica, fortalezcan los equipos del MINSA y la CSS, e informen cabalmente a la población. Lo que no podemos hacer, es seguir detrás de la epidemia, contando casos y defunciones, sin ofrecer a la sociedad la explicación correspondiente.

Por otro lado, nuestro país ocupa la posición número once en casos y defunciones totales de las Américas. Aunque nuestro porcentaje de letalidad equivale a 45% del promedio regional, somos el primer país de centroamérica en casos confirmados por millón de habitantes (3,175.12) y en defunciones por millón de habitantes (80.49), y cada día aumentamos estos dos indicadores, lo cual es preocupante y debe ser motivo de una exhaustiva investigación, buscando en nuestros afectados, factores de riesgo socioeconómico y enfermedades concomitantes.
Sobre este sensible tema seguimos esperando los resultados de la subcomisión conformada por el MINSA para analizar la mortalidad por COVID-19 en Panamá. Es muy probable que nuestras defunciones por millón de habitantes, estén relacionadas con la presencia de enfermedades crónicas (ENT) y la presencia de factores de riesgo relacionados con los estilos de vida y situación socioeconómica.
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Pueden venir olas de COVID-19, así que ahora que estamos “a punto” de iniciar de forma progresiva e inteligente el levantamiento de la cuarentena, los invito a no olvidar que este virus vino para quedarse. El enemigo, como lo llamamos, seguirá buscando personas susceptibles para infectarlas, y continuará extendiéndose entre la población hasta que haya suficiente inmunidad entre nosotros, ya sea porque más del 60% de los panameños han estado en contacto con el virus, o porque se fabricó una vacuna, es efectiva y es accesible para todos y no solo para los países con más recursos.
En ese contexto, las noticias mundiales coinciden en que el virus se mantendrá presentándose periódicamente, así como lo hacen las olas de diferentes alturas y anchos, que llegan a la orilla llena de bañistas desprevenidos. Por esa razón, así como estamos preparados frente a la amenaza de oleajes peligrosos o, en el peor de los casos, un tsunami, estemos preparados para cada uno de los tres escenarios que nos depara el futuro inmediato, manteniendo las medidas de protección personal y colectiva que ya conocemos. Comparto a continuación el contenido de mi artículo de ayer en La Estrella de Panamá, al cual le he incorporado tres gráficas que facilitan la comprensión de los tres escenarios que puede depararnos el futuro. Para su elaboración realicé traducción libre de la opinión de los expertos del Centro de Investigación y Políticas de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota (CIDRAP), recogida en reportaje realizado por el equipo de STATnews. (más…)