
De acuerdo con Our World in Data La mitad de las muertes infantiles están relacionadas con la desnutrición. En 2021, murieron 4,7 millones de niños menores de cinco años; 2.4 millones de ellos se atribuyeron a la desnutrición infantil y materna. Eso significa que alrededor de la mitad de las muertes infantiles estuvieron relacionadas con deficiencias nutricionales.
En Panamá fallecieron 1,070 niños menores de cinco años en el año 2022. 365 correspondieron a ciertas afecciones originadas en el período perinatal, 280 fueron causadas por malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas. La desnutrición se identificó como causa directa del fallecimiento en 48 menores. Las demás defunciones correspondieron a enfermedades infecciosas de diverso tipo.
Comparto un resumen del artículo de OWD y los invito a reflexionar sobre la necesidad de redoblar el esfuerzo para erradicar la desnutrición infantil en nuestro país.
Muertes infantiles y desnutrición
Refieren los autores que, en la mayoría de los casos, los niños no mueren de desnutrición. Si bien esto puede suceder durante hambrunas o en áreas con niveles muy bajos de disponibilidad de alimentos, es solo una pequeña fracción del total de muertes relacionadas con la desnutrición. Los niños que padecen desnutrición, fallecen por afecciones que se ven exacerbadas o desencadenadas por ella. En la mayoría de los casos, es un factor de riesgo de muerte prematura.
En el gráfico siguiente, podemos ver cuántas muertes infantiles se atribuyen a diferentes factores de riesgo nutricionales.
El mayor factor de riesgo es el bajo peso al nacer, que suele ocurrir porque la madre está desnutrida o ha sufrido enfermedades infecciosas durante el embarazo. Los bebés que nacen con bajo peso (que la Organización Mundial de la Salud define como un peso inferior a 2,500 gramos o 5.5 libras) tienen un riesgo mucho mayor de mortalidad infantil y complicaciones de salud.
En nuestro país, de acuerdo con el INEC, 5,299 niños presentaron bajo peso al nacer en 2022 en el territorio nacional, lo que equivale al 8.3% de todos los nacimientos. Este porcentaje debe ser motivo de preocupación para las autoridades y la sociedad, pues tiene graves consecuencias para los recién nacidos y, no es homogéneo en todo el territorio nacional, ni a lo interno de cada provincia y comarca.
Después de las primeras semanas o meses de vida, los niños también son más vulnerables a las infecciones y enfermedades cuando tienen bajo peso o están desnutridos y no se desarrollan a un ritmo saludable. Cientos de miles mueren como resultado de “emaciación”, lo que significa que su peso es demasiado bajo para su altura. O “retraso del crecimiento”, lo que significa que son demasiado bajos para su edad. Cabe señalar que los factores de riesgo individuales pueden superponerse, de modo que las muertes atribuidas a todas las formas de desnutrición pueden ser menores que la suma de todos los factores de riesgo individuales relacionados con la nutrición.
Las tasas de mortalidad por desnutrición son mucho más altas en los países de bajos ingresos, donde los niños a menudo no obtienen la diversidad de nutrientes que necesitan y donde las enfermedades infecciosas son mucho más comunes. En los países ricos, las tasas son entre 20 y 50 veces más bajas que en los países más pobres. Por este motivo, la mayoría de las muertes por desnutrición se producen en África subsahariana y Asia meridional.
Mejoras en la lucha contra la desnutrición y las enfermedades infecciosas
Afortunadamente, sabemos que podemos avanzar. Menos niños mueren por desnutrición que hace unas décadas. El gráfico siguiente muestra las estimaciones del IHME sobre el número de muertes infantiles relacionadas con la desnutrición desde 1990.
En 1990, alrededor de 6.6 millones de muertes estaban relacionadas con estos riesgos. En 2021, esa cifra se había reducido a alrededor de 2.4 millones. Muertes infantiles atribuidas a la desnutrición por factor de riesgo, mundo, 1990 a 2021.
Las mejoras en la nutrición han impulsado parte de esta disminución. El retraso del crecimiento infantil ha disminuido del 33% al 23% desde 1990, y la emaciación ha disminuido del 9% al 7% desde 2000. La proporción de niños con bajo peso también ha disminuido del 21% al 12%.
El progreso en la lucha contra las enfermedades infecciosas también ha sido crucial. La enfermedad y la desnutrición tienen una relación bidireccional, donde una hace que las personas sean más vulnerables a la otra.
Tomemos el ejemplo de las enfermedades diarreicas. Los niños desnutridos tienen sistemas inmunológicos más débiles y son más susceptibles a estas enfermedades. Una vez que están enfermos, es mucho más difícil retener los nutrientes de los alimentos, que ya son escasos. Esto los debilita aún más y los hace más desnutridos, encajándolos en un ciclo que es difícil de romper.
Esto significa que si las enfermedades son menos comunes, los riesgos para la salud de estar desnutrido también son menores.
Esto ha sucedido en las últimas décadas. Las muertes por enfermedades diarreicas han disminuido drásticamente gracias al agua potable, las mejoras en el saneamiento, el lavado de manos y los tratamientos mejores y más generalizados para las enfermedades diarreicas. Los antipalúdicos y los mosquiteros han reducido las tasas de mortalidad por malaria. La mayoría de los niños están vacunados contra la tuberculosis y un número cada vez mayor contra el rotavirus.
Invertir en una buena nutrición para los niños y las madres
De acuerdo con los autores, “si estamos tratando de reducir la desnutrición infantil, es tentador centrarse en lo que comen los niños. Pero este desafío comienza con la nutrición de las madres, en particular durante el embarazo”.
Conoce más en la publicación dedicada a “Micronutrient deficiency”. Esta página temática explora las tendencias mundiales en las deficiencias de micronutrientes clave, los posibles impactos en la salud y el desarrollo y el progreso en las intervenciones para abordar las deficiencias de vitaminas y minerales.
