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Próximo plan de gobierno

El próximo plan de gobierno constituirá un clarísimo determinante de la salud y el bienestar de los panameños, pues, cualquier política, normativa y práctica que surja de cualquiera de los poderes del Estado, producto de la orientación política de los líderes, tendrá un impacto directo -positivo o negativo- en la salud y el bienestar de la ciudadanía.

Le dedico esta entrega a reflexionar sobre el contenido esperado del próximo plan de gobierno que desarrollarían nuestras autoridades a partir de 2024.

Antes de seguir adelante vale subrayar que no tengo información de lo que propondrán nuestro políticos para el próximo quinquenio. No obstante, ejerciendo mi derecho como ciudadano, comparto mis esperanzas sobre el posible contenido del plan del próximo gobierno.

Reflexiones sobre el próximo plan de gobierno

Dicho lo anterior, les presento el contenido de mi columna de opinión en La Estrella de Panamá, y subrayo de entrada que, es obligatorio comenzar esta entrega revisando las promesas incumplidas de nuestras previas administraciones. La mayoría siguen vigentes y _salvo que el COVID no regrese con más fuerza_ deben ser el referente obligado de nuestros próximos gobernantes. Matizado, claro está, con sus propios planes, los cuales de seguro incorporarán sus propias promesas incumplidas cuando ocuparon la silla presidencial.

Posibles metas y estrategias del próximo plan de gobierno

Para comenzar, es pertinente subrayar que la meta de cualquier plan de gobierno debe apoyar y dar seguimiento a la ejecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, buscando “desarrollar un proceso de crecimiento inclusivo de manera que todos los panameños _en todos los lugares_ participen en igualdad de condiciones en las oportunidades que surjan”.

Para alcanzar esta meta los actuales gobernantes y sus antecesores, propusieron diversas estrategias destinadas a: desarrollar un buen gobierno; fortalecer el estado de derecho y la justicia, erradicando la corrupción, el clientelismo; desarrollar una economía competitiva que genere empleos y beneficios para todos; combatir, por ende la pobreza y la desigualdad, y; el fortalecimiento de la educación, ciencia, tecnología y cultura.

Sin embargo, en mi opinión no se ha hecho lo suficiente _en algunos casos nada_ en el desarrollo de las estrategias señaladas, pero siguen teniendo plena vigencia. Matizadas, claro está, por la acumulación de problemas no resueltos, como por ejemplo:  el cierre efectivo y transparente de la mina de cobre, el rescate del fondo de pensiones de la CSS, la transformación del sistema de salud, la renovación de la industria del turismo desarrollando infraestructuras en el atlántico y el pacífico, y otros que se me escapan.

Un contexto complicado para desarrollar el plan de gobierno

No será nada fácil cumplir con un plan de gobierno que llene las expectativas de los ciudadanos, pues el próximo gobierno deberá desarrollar _ojalá sin seguir aumentando la deuda externa que ya ronda los 50 mil millones de dólares_ su propuesta en medio de una posible recesión económica, una contracción importante del PIB, un hundimiento de los bonos de Panamá, la pérdida del grado de inversión, disminuyendo nuestra capacidad para pagar obligaciones.

Como si fuera poco, tendremos que pagar los costes de un arbitraje internacional, sin los supuestos millones que recibiríamos por la minería, sufriendo además una reducción de los millones que ACP aporta al tesoro nacional, pues nuestro canal atraviesa una grave crisis producto de la falta de suficiente agua para su funcionamiento.

No podemos equivocarnos

En ese sentido, tan importante como el contenido del próximo plan de gobierno, reitero la necesidad vital de que los panameños no volvamos a equivocarnos y elijamos en mayo de 2024 a aquellos políticos que posean los elementos obligados de la ética pública: probidad en el uso de los recursos públicos, equidad en sus modalidades de operación y eficiencia en su manejo, de manera que se logre el mayor impacto posible en el bienestar social.

La ética en la administración pública y la probidad en el ejercicio del poder son fundamentales. Un buen gobierno actúa con integridad, evita la corrupción y establece medidas efectivas para prevenir y castigar prácticas ilegales.

Conclusión

Para finalizar, subrayo que el próximo plan de gobierno, debe garantizar un buen gobierno. Será crucial para el bienestar y desarrollo sostenible de nuestra sociedad, con expectativas comunes que abarcan diversas áreas. La transparencia en acciones y decisiones es esencial, junto con la rendición de cuentas y la promoción de justicia e igualdad. La participación ciudadana, el desarrollo económico sostenible y la inversión en servicios básicos como educación y salud son pilares fundamentales. La seguridad ciudadana, el respeto por los derechos humanos y la protección del medio ambiente también son expectativas clave.

Además, los ciudadanos esperamos que el próximo plan de gobierno promueva la estabilidad política y social, maneje eficientemente crisis y emergencias, fomente la innovación y el desarrollo tecnológico, y adopte políticas de inclusión. La ética en la administración pública, la colaboración internacional y la descentralización del poder son aspectos destacados. La flexibilidad y adaptabilidad, la gestión eficiente de recursos, la promoción de la cultura y las artes, así como el fomento del diálogo y la resolución pacífica de conflictos, completan las expectativas para construir una sociedad justa, equitativa y sostenible.


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