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Poner fin a la pobreza

Poner fin a la pobreza continúa siendo uno de los mayores retos para alcanzar el desarrollo pleno para todos. A pesar de los avances alcanzados durante las últimas décadas, las recientes crisis económicas, sanitarias y climáticas han frenado el progreso, revirtiendo logros en muchas regiones y profundizando las desigualdades estructurales.

Según las estimaciones más recientes, una de cada diez personas en el mundo sigue viviendo en pobreza extrema y, sin intervenciones más contundentes, casi el 9 % de la población global permanecerá en esa situación para 2030. Este retroceso compromete seriamente la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 1 (ODS 1), que busca poner fin a la pobreza en todas sus formas.

En este contexto, comparto un resumen del avance de las metas del ODS 1 y los invito a lectura del informe completo de los ODS para el 2015.

Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo: avances en el cumplimiento de las metas del ODS 1

Estimaciones revisadas de pobreza muestran que más personas viven en pobreza extrema, lo que dificulta aún más el objetivo de 2030.

El Banco Mundial actualizó la línea internacional de pobreza de 2,15 dólares (PPA 2017) a 3,00 dólares (PPA 2021), incorporando nuevos datos de precios y líneas de pobreza nacionales. Bajo este nuevo umbral, aunque 1.500 millones de personas superaron la pobreza desde 1990, también aumentó el número total de personas clasificadas como extremadamente pobres. Para 2025, se estima que 808 millones de personas vivirán en pobreza extrema (9,9 % de la población mundial), una cifra muy superior a la estimada previamente, que era de 677 millones. Tres cuartas partes de ellas residen en África subsahariana o en países afectados por conflictos, donde el crecimiento económico lento, la inestabilidad y los efectos del cambio climático dificultan una recuperación sostenida.

La meta de reducir a la mitad la pobreza nacional para 2030 enfrenta desafíos similares. Aunque se prevé que todas las regiones reduzcan en mayor o menor grado sus tasas promedio de pobreza, solo uno de cada cinco países está actualmente en ruta de lograr este objetivo. La convergencia internacional en materia de reducción de la pobreza sigue siendo desigual y vulnerable a los shocks externos.

Pobreza laboral: avances con límites

Durante los últimos 25 años, la pobreza laboral —personas empleadas que aun así viven en pobreza extrema— ha disminuido a nivel mundial, alcanzando en 2024 un 6,9 % de los trabajadores. Sin embargo, este ritmo de reducción se ha desacelerado en años recientes. Hoy, más de 240 millones de trabajadores viven con ingresos inferiores a 2,15 dólares diarios.

Las cifras varían notablemente por región: el Este y Sudeste Asiático, junto con Asia Central y Meridional, han logrado avances significativos, reduciendo a la mitad la proporción de trabajadores pobres desde 2015. En contraste, en los países menos adelantados (PMA), tres de cada diez trabajadores continúan en pobreza extrema; en los países sin litoral (PDSL), la proporción es de dos de cada diez; y en los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), la pobreza laboral aumentó de 8,9 % en 2015 a 9,5 % en 2024.

Protección social: progreso insuficiente

La cobertura global de protección social alcanzó por primera vez al 52,4 % de la población mundial en 2023, comparado con 42,8 % en 2015. El avance, sin embargo, es profundamente desigual. Mientras los países de ingresos altos se aproximan a la cobertura universal (85,9 %), los de ingresos bajos apenas alcanzan el 9,7 % y han mostrado muy poco progreso en la última década. Persisten brechas de género: solo el 50,1 % de las mujeres accede efectivamente a la protección social, en comparación con 54,6 % de los hombres.

La desigualdad en la inversión pública explica gran parte de esta brecha. En 2023, los países destinaron en promedio 19,3 % de su PIB a protección social, con una amplia diferencia entre los de ingresos altos (24,9 %) y los de ingresos bajos (2 %). Para garantizar niveles mínimos de seguridad social en los países de ingresos bajos y medios se requerirían 1,4 billones de dólares adicionales anuales, equivalente al 3,3 % de su PIB agregado para 2024.

Derechos sobre la tierra: seguridad percibida, documentación limitada

En 2022, dos tercios de la población global afirmaban sentirse seguros respecto a sus derechos de tenencia de la tierra. Sin embargo, solo 43 % de los adultos reportaban contar con documentación formal. En África subsahariana, esta cifra cae al 15 %. Esto deja a casi 1.400 millones de personas sin acceso a mercados formales de tierras, sin mecanismos hipotecarios y con protección limitada ante desalojos. La brecha de género persiste: aunque las mujeres representan la mitad de quienes creen tener derechos seguros, solo 24 % posee documentación formal, equivalente a solo tres de cada diez propietarios documentados.

Los sistemas tradicionales de tenencia continúan ofreciendo cierta protección, especialmente en áreas rurales, donde entre 82 % y 89 % de la población reporta sentirse segura aun sin documentación legal.

Gasto en servicios esenciales y su impacto en la pobreza

En 2023, el 46 % del gasto público global se destinó a servicios esenciales, pero persiste una brecha de 20 puntos porcentuales entre economías avanzadas (60 %) y economías en desarrollo (43 %). La mayor parte de esta diferencia proviene del gasto en protección social, seguido de la inversión en salud. Durante la pandemia, el gasto en protección social y salud aumentó temporalmente, mientras que la inversión en educación cayó debido al cierre de escuelas, lo que podría generar impactos duraderos en el capital humano.

Las transferencias directas benefician más a los más pobres, mientras que el gasto en educación y salud varía considerablemente.

El gasto social público pro-pobres se define como la proporción del gasto público que beneficia al 20% más pobre de la distribución del ingreso en educación, salud y transferencias directas. En los 51 países con datos disponibles para los tres sectores, en promedio, el 26% del gasto público beneficia al 20% más pobre de la población en el año más reciente con datos, aunque esta proporción oscila entre el 10% y el 39% entre países.

Los patrones de gasto difieren entre sectores. Las transferencias directas son el sector más pro-pobres, con el 33% de las transferencias monetarias y cuasi-monetarias que benefician al quintil más pobre de la distribución del ingreso. En educación, el gasto es solo ligeramente pro-pobres, ya que el 22% de los fondos llega al 20% más pobre. En salud, el gasto que beneficia al quintil de ingresos más bajos varía significativamente entre países, oscilando entre el 9% y el 59%, con un promedio del 19%.

Lecturas complementarias para ayudar a poner fin a la pobreza

 

 


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