La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzaron conjuntamente el Índice de Pobreza Multidimensional para América Latina (IPM-AL).
Basado en los enfoques de capacidades y derechos, este índice complementa la medición de la pobreza por ingresos y ofrece una visión más completa para el diseño de políticas públicas efectivas.
El Índice utiliza criterios apropiados para países de desarrollo intermedio y contempla aspectos clave del bienestar, como la calidad del empleo, el acceso a protección social, la no participación laboral por responsabilidades domésticas y la conectividad a internet, marcando así un avance significativo respecto a mediciones previas basadas principalmente en privaciones extremas.
La CEPAL espera que la metodología presentada facilite una perspectiva comparativa de la pobreza en la región dentro de los límites que imponen las diferencias en las fuentes de información, y sirva como referencia para la actualización y mejora de las mediciones multidimensionales de la pobreza en los países.
Comparto resumen de nota de prensa de CEPAL/PNUD, un resumen las consideraciones finales del documento de la CEPAL, los invito a la lectura completa del Índice de Pobreza Multidimensional para América Latina y complemento con una mirada al Índice de Pobreza Multidimensional en Panamá.
Índice de Pobreza Multidimensional para América Latina
De acuerdo con Nota de Prensa de CEPAL y PNUD, el Índice de Pobreza Multidimensional para América Latina (IPM-AL), es una herramienta que incorpora dimensiones distintas al ingreso en la medición del bienestar y adapta sus estándares a la realidad particular de la región. Asimismo, complementa a la medición tradicional de pobreza por ingresos al reflejar privaciones en cuatro dimensiones fundamentales del bienestar: vivienda, salud, educación y empleo. Al combinar ambos enfoques, se obtiene una visión más completa y precisa de la realidad de la pobreza en América Latina, facilitando el diseño de políticas públicas integrales para enfrentarla.
El documento fue presentado por autoridades de ambas instituciones en el marco de la octava reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, que se realiza hasta el viernes 4 de abril en Santiago, Chile.
De acuerdo con el Secretario Ejecutivo de la CEPAL “el Índice es una herramienta clave para los gobiernos y las entidades interesadas para monitorear las múltiples dimensiones de la pobreza, destacando especialmente las profundas desigualdades estructurales que limitan el progreso social y económico. Abordar integralmente estas dimensiones es esencial no solo por razones económicas y sociales, también para aumentar la capacidad de las democracias para implementar políticas efectivas, satisfacer expectativas, reducir el descontento social y la polarización, todo lo cual ayuda también a fortalecer las democracias y la gobernanza democrática en la región”
Precisó que “las métricas centradas únicamente en el crecimiento económico dejan fuera importantes dimensiones del bienestar que no dependen exclusivamente del ingreso, ignoran las desigualdades internas en los países y no consideran suficientemente los efectos negativos de prácticas ambientales insostenibles, las cuales comprometen las condiciones de vida de generaciones presentes y futuras”. Por ello, agregó, “resulta fundamental contar con herramientas de medición más integrales, que permitan no solo evaluar adecuadamente el desarrollo social y la pobreza, sino también mejorar y optimizar las decisiones en políticas públicas para asegurar un uso más eficiente de los recursos fiscales”.
Por su parte, la Directora Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, subrayó que, “uno de los desafíos estructurales, persistentes y pendientes en América Latina es la vulnerabilidad a la pobreza”. Esto, agregó, lleva a que, “la región sea particular y desproporcionadamente propensa a los impactos de crisis que, en un contexto de cambios vertiginosos, van cada vez más en aumento”.
Algunos datos del informe
- De acuerdo con cifras de la CEPAL, entre 2008 y 2023 la pobreza multidimensional en América Latina disminuyó considerablemente, pasando del 45.8% al 25.4%. Esta tendencia de reducción anual, de aproximadamente 1.4 puntos porcentuales, solo se vio interrumpida en 2020 debido a la pandemia de COVID-19. Esta reducción ha sido impulsada principalmente por mejoras en el acceso a internet, educación de adultos y saneamiento.
- La incidencia de la pobreza multidimensional varía significativamente según la edad, lugar de residencia y condición étnica: En 2023, la pobreza multidimensional afectaba al 57.0% de la población en zonas rurales frente al 15.5% en áreas urbanas.
- La infancia registra la mayor incidencia de pobreza (31%), seguida por adultos mayores (21%) y adultos entre 18 y 59 años (20%). La población indígena presenta una incidencia especialmente alta, con un 50.6%, frente al 18.5% en población no indígena.
- En relación con las brechas de género, el IPM-AL realizó un análisis individual para la población entre 20 y 59 años. Los resultados revelan importantes desigualdades, explicadas principalmente por las dificultades que enfrentan las mujeres para acceder al mercado laboral, la mala calidad del empleo y la limitada autonomía económica, vinculadas directamente con la carga desigual de tareas domésticas y cuidados no remunerados.
Resumen de las Consideraciones finales del documento de la CEPAL
El Índice de Pobreza Multidimensional para América Latina (IPM-AL) es un instrumento diseñado para medir la pobreza de manera más integral que las métricas monetarias, incorporando enfoques de capacidades y derechos. Su valor radica en ofrecer una medición comparable entre 17 países de la región, ajustada a sus realidades, y en complementar los datos de pobreza por ingresos de la CEPAL para orientar políticas públicas más efectivas.
Empíricamente, el IPM-AL muestra que entre 2008 y 2022 la pobreza multidimensional en la región disminuyó sostenidamente a un ritmo de 1,4 puntos porcentuales por año, aunque la tendencia se interrumpió en 2020 debido a la pandemia. Las privaciones más reducidas fueron la falta de acceso a Internet, el bajo logro educativo en adultos, el saneamiento inadecuado y el hacinamiento. Sin embargo, los resultados revelan fuertes diferencias entre países: en 2022, Honduras, El Salvador, Paraguay y Bolivia registraban más del 45% de su población en pobreza multidimensional, mientras que en Costa Rica, Uruguay y Chile la incidencia era inferior al 10%.
Las privaciones relacionadas con el empleo y la participación laboral explican cerca de una cuarta parte de la pobreza regional, destacando la necesidad de políticas que enfrenten las desigualdades productivas y de género. Asimismo, la falta de conectividad y el hacinamiento subrayan la urgencia de programas de conectividad y vivienda social. El IPM-AL también muestra que ciertos grupos —niños, rurales, pueblos indígenas y adultos mayores— enfrentan mayores privaciones.
Metodológicamente, el IPM-AL es coherente con otros indicadores de desarrollo y ha demostrado robustez ante variaciones de parámetros. No obstante, enfrenta limitaciones de datos, especialmente en salud, educación y vivienda, y demanda un mayor uso de registros administrativos y nuevas fuentes de información.
En suma, el IPM-AL aporta una visión más completa de la pobreza, complementa las mediciones monetarias y orienta políticas más inclusivas, aunque no sustituye los índices nacionales adaptados a cada contexto.
Índice de Pobreza Multidimensional en Panamá
En Panamá, la pobreza multidimensional ha mostrado una tendencia ligeramente decreciente en los últimos años. Según el más reciente documento del PNUD, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) nacional, la incidencia pasó del 19% en 2018 al 14.8% en 2022, lo que representa una mejora significativa en las condiciones de vida de aproximadamente 130,000 personas . Este índice evalúa múltiples dimensiones del bienestar, incluyendo salud, educación, vivienda y acceso a servicios básicos.
A pesar de estos avances, persisten desigualdades marcadas, especialmente en las comarcas indígenas como Guna Yala y Ngäbe-Buglé, donde las privaciones en vivienda, agua potable y saneamiento son más agudas . En el ámbito infantil, se estima que uno de cada tres niños, niñas y adolescentes vive en pobreza multidimensional, con una intensidad promedio de privaciones que disminuyó ligeramente del 46% en 2018 al 43% en 2022.
El análisis por corregimientos revela disparidades territoriales significativas, con zonas rurales y comarcas indígenas enfrentando mayores desafíos . Estos datos subrayan la necesidad de políticas públicas focalizadas que aborden las múltiples dimensiones de la pobreza y reduzcan las brechas existentes entre diferentes regiones y grupos poblacionales.
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