
Comparto tres imágenes que comprueban que estamos frente a una tripledemia. Complemento con resumen de entrevista al epidemiólogo Marc Rondy, asesor regional de la OPS en enfermedades con potencial epidémico en la que nos ofrece información sobre el significador de una tripledemia _la coincidencia estacional de tres patógenos de alto impacto: el virus de la influenza (gripe), el SARS-CoV-2 (COVID-19) y el Virus Respiratorio Sincicial (VRS)_ y qué podemos hacer para reducir su impacto.
La “tripledemia” representa un desafío real, pero no inevitable. Contamos con vacunas seguras y eficaces, con sistemas de vigilancia más sólidos y con conocimientos claros sobre cómo reducir el riesgo. La clave está en proteger a quienes más lo necesitan y en recordar que la salud pública no es un privilegio, sino un derecho colectivo que se construye con prevención, información y solidaridad.
Tres imágenes sobre la situación de la Influenza, SARS-CoV-2, VSR y otros virus respiratorios
Los virus respiratorios como la influenza, el SARS-CoV-2, el VSR y otros plantean importantes retos para la salud pública en todo el mundo. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) está apoyando a sus Estados Miembros para detectar, vigilar, prevenir y controlar estas infecciones en las Américas.
Esta página de OPS es un recurso completo que ofrece información actualizada, datos de vigilancia, directrices y recursos técnicos para el público general y para ayudar a los profesionales de la salud, los responsables de formular políticas y los investigadores. También describe cómo la OPS colabora con los países para fortalecer su capacidad de detectar y responder a los brotes de virus respiratorios, protegiendo la salud de las comunidades en toda la región.
Resumen del reciente episodio del podcast Hablemos de Salud de la OPS sobre la tripledemia
En el reciente episodio del podcast Hablemos de Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el epidemiólogo Marc Rondy, asesor regional en enfermedades con potencial epidémico, explicó por qué estos virus tienden a circular con mayor intensidad en invierno y qué podemos hacer para reducir su impacto. Veamos un resumen
Para comenzar, nos recuerda Rondy que, con la llegada del invierno en el hemisferio sur, vuelve a instalarse una preocupación recurrente en la agenda de salud pública: la circulación simultánea de varios virus respiratorios. En este contexto surge el término tripledemia, utilizado para describir la coincidencia estacional de tres patógenos de alto impacto: el virus de la influenza (gripe), el SARS-CoV-2 (COVID-19) y el Virus Respiratorio Sincicial (VRS). Aunque el concepto es relativamente reciente, el fenómeno que describe no lo es tanto y plantea desafíos importantes para los sistemas de salud y para la protección de los grupos más vulnerables.
¿Por qué los virus respiratorios aumentan en invierno?
La mayor circulación de virus respiratorios en los meses fríos responde a una combinación de factores. En primer lugar, las condiciones ambientales —temperaturas más bajas y aire más seco— favorecen la estabilidad y transmisión de los virus. En segundo lugar, durante el invierno las personas pasan más tiempo en espacios cerrados y poco ventilados, lo que facilita el contagio de persona a persona a través de las vías respiratorias. Finalmente, el frío puede afectar las mucosas respiratorias, haciéndolas más susceptibles a la infección.
La llamada tripledemia no implica que solo circulen estos tres virus. En realidad, el invierno suele venir acompañado de una “múltipledemia”, ya que otros virus respiratorios también incrementan su presencia. El problema central es que muchos de estos virus afectan a los mismos grupos de riesgo y pueden coincidir en el tiempo, generando una presión adicional sobre los servicios de salud.
¿Quiénes corren mayor riesgo en una tripledemia?
Aunque la mayoría de las personas infectadas experimentan síntomas leves —fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, congestión nasal—, ciertos grupos tienen mayor probabilidad de desarrollar cuadros graves. Entre ellos se encuentran los bebés, especialmente los menores de seis meses, los adultos mayores, las personas con enfermedades crónicas y las mujeres embarazadas.
Las cifras regionales ilustran la magnitud del problema. Cada año, alrededor de 700.000 personas son hospitalizadas en las Américas por complicaciones asociadas a la influenza, y decenas de miles fallecen por esta causa. En el caso del VRS, se estima que provoca unos 2,5 millones de infecciones respiratorias en niños menores de cinco años, muchas de las cuales requieren hospitalización por bronquiolitis o neumonía. A esto se suma el impacto acumulado de la COVID-19, que desde el inicio de la pandemia ha causado más de tres millones de muertes en la región.
La COVID-19 sigue presente
Aunque la percepción social es que la pandemia quedó atrás, el SARS-CoV-2 continúa circulando. A diferencia de la influenza y el VRS, la COVID-19 aún no presenta una estacionalidad tan marcada. Su dinámica está más vinculada a la aparición de nuevas variantes capaces de evadir la inmunidad adquirida por infecciones previas o por la vacunación.
Por esta razón, la OMS y la OPS mantienen una vigilancia constante de las variantes circulantes y actualizan periódicamente las vacunas. Para las personas con mayor riesgo, los refuerzos siguen siendo una herramienta clave para prevenir formas graves de la enfermedad.
Vacunas y prevención: lo que sí funciona en tripledemia
Uno de los mensajes más importantes del episodio sobre la tripledemia es la eficacia de las vacunas. Aunque ninguna vacuna garantiza una protección absoluta contra la infección, todas reducen de forma significativa el riesgo de hospitalización, complicaciones graves y muerte. En el caso de la influenza, la vacunación debe ser anual, ya que el virus muta constantemente y cada temporada circulan cepas diferentes. Por eso, la vacuna de un año no protege adecuadamente contra los virus del siguiente.
Algo similar ocurre con la COVID-19, donde los refuerzos permiten mantener la protección frente a las variantes más recientes. En cuanto al VRS, las estrategias actuales se centran en proteger a los bebés pequeños, ya sea mediante la vacunación de las mujeres embarazadas —que transmiten anticuerpos al feto— o mediante la administración de anticuerpos monoclonales directamente al recién nacido durante los primeros meses de vida.
A estas herramientas se suman medidas simples pero efectivas: lavado frecuente de manos, ventilación de espacios cerrados, cubrirse al toser o estornudar y, en caso de síntomas respiratorios, el uso de mascarilla para evitar contagiar a otras personas.
¿Por qué las temporadas son más intensas tras la pandemia?
Desde el fin de las restricciones por COVID-19, se ha observado un resurgimiento más fuerte de la influenza y el VRS. Durante los años de pandemia, las medidas de prevención redujeron drásticamente la circulación de estos virus, lo que también disminuyó la inmunidad colectiva. Como resultado, hoy existen niños pequeños que nunca habían estado expuestos a estos patógenos y adultos cuya inmunidad no ha sido “refrescada” en los últimos años. Esta combinación explica, en parte, las olas más intensas observadas recientemente.
Influenza aviar y riesgo pandémico
El virus de la influenza sigue siendo uno de los principales candidatos para provocar una futura pandemia. Su capacidad de circular entre humanos y animales —especialmente aves y algunos mamíferos— crea la posibilidad de recombinaciones que den lugar a virus completamente nuevos, frente a los cuales la población no tenga inmunidad previa.
En el último año se han detectado casos humanos de influenza aviar en la región, principalmente en Estados Unidos, asociados al contacto directo con animales infectados. Aunque hasta ahora no se ha documentado transmisión sostenida entre personas, el riesgo se considera moderado, especialmente para trabajadores de granjas. Por ello, la vacunación contra la influenza estacional y el uso de medidas de protección personal siguen siendo fundamentales.
Un mensaje final
La “tripledemia” caracterizada por la coexistencia de la gripe, la COVID-19 y el VRS representa un desafío real, pero no inevitable. Contamos con vacunas seguras y eficaces, con sistemas de vigilancia más sólidos y con conocimientos claros sobre cómo reducir el riesgo. La clave está en proteger a quienes más lo necesitan y en recordar que la salud pública no es un privilegio, sino un derecho colectivo que se construye con prevención, información y solidaridad.
