
Comparto resumen del avance las metas del ODS 10 para reducir la desigualdad en y entre los países.
De acuerdo con el último informe de avance de los ODS, correspondiente al 2025, para retomar el rumbo del Objetivo 10 será necesario brindar apoyo adicional a los grupos de población vulnerables, combatir la creciente discriminación, proteger los ingresos laborales e introducir reformas estructurales para impulsar el crecimiento en las economías emergentes y en desarrollo.
La desigualdad no retrocede sola. Exige voluntad, política pública bien diseñada y un país dispuesto a mirarse en el espejo. El desafío del ODS 10 es global, pero su solución comienza en casa.
Reducir la desigualdad en y entre los países: una mirada general
Desde 2015 se observan avances moderados para reducir la desigualdad, particularmente en los ingresos y consumo del 40% más pobre de la población en muchos países. Sin embargo, estos avances conviven con brechas persistentes entre regiones y niveles de ingreso. En algunos contextos, el crecimiento ha favorecido a los sectores vulnerables, pero en otros la desigualdad se ha profundizado debido a la limitada participación de los ingresos laborales en el PIB. La proporción del trabajo dentro del ingreso nacional no ha aumentado, lo que evidencia que la productividad creciente no se traduce en mejoras salariales para la mayoría de trabajadores.
Paralelamente, aumentan los reportes de discriminación, especialmente entre mujeres, personas con discapacidad, los más pobres, quienes tienen menos educación y quienes residen en zonas urbanas. Este incremento refleja una tendencia global preocupante que afecta tanto la cohesión social como las perspectivas de desarrollo económico inclusivo.
Por otro lado, la cifra de personas refugiadas alcanzó los 37,8 millones, presionando los sistemas humanitarios internacionales y las capacidades de los países receptores. Este número, impulsado por conflictos prolongados, crisis políticas y desastres, más que duplica el nivel observado en 2015.
Finalmente, aunque los flujos de recursos hacia los países en desarrollo han aumentado, con un rol ampliado de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD), las tendencias recientes generan incertidumbre sobre la sostenibilidad futura de esta fuente fundamental para la agenda global de desarrollo.
El ODS 10 es, en su esencia, un llamado político a reequilibrar el contrato social. Para Panamá, esto implica decisiones claras: fortalecer el mercado laboral y los ingresos del trabajo; reducir la informalidad; avanzar en políticas fiscales progresivas; combatir toda forma de discriminación; y garantizar que los beneficios del crecimiento lleguen efectivamente al 40% más pobre.
Resumen del avance de las metas del ODS 10
Crecimiento de ingresos del 40% más pobre
Los datos muestran que las economías más pobres tienen menos probabilidades de reducir la desigualdad y experimentar un crecimiento de ingresos superior al promedio entre su población más vulnerable. Desde 2015, cerca de 6 de cada 10 países con información suficiente han logrado que el 40% más pobre tenga un crecimiento mayor que el promedio nacional. Las regiones de Asia Oriental y Sudoriental, y Europa y América del Norte, muestran resultados más favorables antes y después de la pandemia, destacándose por políticas redistributivas más robustas y mejores sistemas de protección social.
En contraste, Asia Central y Meridional presenta avances débiles: solo tres de siete países muestran crecimiento en favor del 40% más pobre. De forma similar, menos de la mitad de los países de ingresos bajos y medianos bajos han logrado avances, reflejando limitaciones estructurales en productividad, empleo formal y redistribución. En cambio, en los países de ingresos medianos altos y altos, 7 de cada 10 reportan un crecimiento más rápido para su población más pobre, un patrón asociado a mercados laborales más dinámicos y políticas fiscales más efectivas.
Disminución de la participación de los ingresos laborales en el PIB
En 2024, el 57% de la población en edad laboral estaba empleada, lo que significa que los ingresos laborales influyen directamente en la vida de 3.600 millones de personas. A pesar de ello, la participación del trabajo en el PIB global cayó del 52,9% al 52,3% entre 2015 y 2024. Esta pérdida, equivalente a 255 dólares por trabajador al año (PPA 2021), indica una desconexión entre productividad y salarios, favoreciendo la concentración de ingresos en el capital y profundizando la desigualdad.
La caída fue notable en los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), los países en desarrollo sin litoral (PEDSL) y América Latina y el Caribe, regiones afectadas por impactos económicos severos durante la pandemia. Solo Asia Central y Meridional y los países menos adelantados (PMA) mostraron pequeños aumentos, aunque desde bases muy bajas, insuficientes para revertir las desigualdades existentes.
Aumento global de la discriminación
El fenómeno de la discriminación global está aumentando de manera sostenida. En 119 países analizados, las tasas promedio pasaron del 14,8% al 17,1%, con un patrón de deterioro: los países con aumentos duplican a los que muestran mejoras. Una de cada cinco personas reportó haber sufrido discriminación en los últimos 12 meses por motivos prohibidos internacionalmente, con las tasas más altas en los PMA (24,3%).
Se observan disparidades claras entre grupos demográficos. Los residentes urbanos enfrentan casi el doble de discriminación que quienes viven en zonas rurales, posiblemente por mayor heterogeneidad social y competencia en servicios y empleo. Las mujeres mantienen una probabilidad doble de sufrir discriminación de género. Las personas con discapacidad registran tasas del 28%, frente al 17% entre quienes no tienen discapacidad. En términos económicos, el quintil más pobre reporta tasas del 17,3%, comparado con 10,3% entre el quintil más rico. La educación también influye: quienes no tienen educación formal sufren una discriminación del 21,4%, casi el doble de quienes alcanzaron educación superior. En cuanto a la edad, los jóvenes reportan más discriminación por razones de migración, etnia u orientación sexual, mientras que los adultos mayores por edad, salud o discapacidad.
Población mundial de refugiados
La cifra global de refugiados alcanzó 37,8 millones a mediados de 2024, bajo la protección de ACNUR. Dos tercios provienen de solo cuatro países: Afganistán, Siria, Ucrania y Venezuela. La tasa mundial, de 460 refugiados por cada 100.000 habitantes, es más del doble que en 2015 y triplica el nivel de 2005. Este aumento refleja crisis prolongadas y situaciones que superan la capacidad de respuesta humanitaria global.
Flujos financieros hacia países en desarrollo
En 2023, los flujos hacia países en desarrollo alcanzaron 429.000 millones de dólares, frente a 290.000 millones en 2015. La AOD fue la mayor fuente, con 259.000 millones y un aumento en su proporción dentro del total, pasando del 55% al 60%. Los flujos privados, aunque volátiles, se recuperaron tras la pandemia, llegando a 116.000 millones. Asia concentró el 32% del total, seguida de África con el 21%, mientras que los PMA recibieron 80.000 millones. Los principales donantes fueron Estados Unidos, Alemania y Japón.
Costos de las remesas
El costo global de enviar 200 dólares alcanzó el 6,7% en 2024, más del doble de la meta del 3%. Las remesas digitales fueron más baratas (5,3%) que las tradicionales (7,2%). Los bancos siguen siendo el canal más costoso (13,4%), mientras que los operadores móviles ofrecen el costo más bajo (3,9%), aunque representan un volumen menor al 1%. Las regiones en desarrollo, salvo América Latina y el Caribe, experimentaron aumentos en costos debido a márgenes cambiarios más altos, comisiones crecientes y reducción de servicios económicos por fin de alianzas exclusivas.
Lecturas complementarias
- Sustainable Development Report 2025
- Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2024
- Segundo Informe Nacional Voluntario de los ODS
- Desafíos para alcanzar los ODS
- Hallazgos y recomendaciones para el logro de los ODS
- Desarrollo sin equidad
