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Agua limpia y saneamiento para todos

Resumen del avance del Objetivo de Desarrolo Sostenible número 6

Agua limpia y saneamiento para todos

Garantizar agua limpia y saneamiento para todos es el propósito del ODS 6, y subrayo de entrada que, el acceso al agua potable, al saneamiento y a la higiene constituye la necesidad humana más básica para el cuidado de la salud, la dignidad y el bienestar. Aunque entre 2015 y 2024 se han registrado avances constantes a nivel global, miles de millones de personas continúan desatendidas.

Si bien Panamá presenta indicadores superiores al promedio mundial en acceso a fuentes mejoradas de agua, el país enfrenta desafíos crecientes vinculados a la desigualdad territorial, la contaminación de fuentes hídricas, la degradación de cuencas y la vulnerabilidad frente a sequías, como quedó evidenciado durante la crisis hídrica del Canal de Panamá en 2023-2024. Esto confirma que el problema no es solo de cobertura, sino de sostenibilidad, calidad y resiliencia del recurso.

En ese sentido comparto resumen del avance del ODS 6 sobre el agua limpia y saneamiento, de acuerdo con el “Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2025”, complemento con referencias _donde corresponda_ a Panamá y agrego al final un listado de lecturas complementarias.

Disponibilidad de agua limpia y saneamiento para todos: una mirada general

Los sistemas hídricos se encuentran bajo presión debido a la contaminación, el estrés hídrico y la mala gobernanza. Solo el 56 % de las aguas residuales domésticas se trata de forma segura, el estrés hídrico sigue siendo crítico en varias regiones, los ecosistemas de agua dulce están en declive y la cooperación transfronteriza es limitada. Al ritmo actual, el mundo no alcanzará la gestión sostenible del agua hasta al menos 2049.

Alcanzar el Objetivo 6 requiere movilizar mecanismos integrales de financiación, aprovechar tecnologías innovadoras, fortalecer la capacidad institucional, fomentar las alianzas entre múltiples partes interesadas e integrar la gestión del agua en todos los sectores y niveles de gobernanza.

Resumen del cumplimiento de las metas del ODS 6

El acceso mundial al agua limpia y saneamiento para todos mejora, pero miles de millones de personas siguen desatendidos.

Entre 2015 y 2024, el acceso mundial a los servicios esenciales de agua, saneamiento e higiene (WASH) mejoró de forma constante. La proporción de la población que utiliza agua potable gestionada de forma segura aumentó del 68 % al 74 %, la cobertura de saneamiento gestionado de forma segura aumentó del 48 % al 58 % y la cobertura de servicios básicos de higiene aumentó del 66 % al 80 %. A pesar de estos avances, persisten importantes desafíos. En 2024, 2200 millones de personas aún carecían de agua potable gestionada de forma segura, 3400 millones carecían de saneamiento gestionado de forma segura y 1700 millones carecían de servicios básicos de higiene en el hogar.

El acceso a WASH en las escuelas sigue siendo insuficiente para garantizar entornos de aprendizaje seguros e inclusivos. En 2023, si bien el 77 % de las escuelas proporcionaban servicios básicos de agua potable y el 78 % ofrecían saneamiento básico, 447 millones y 427 millones de niños, respectivamente, seguían sin acceso a estas instalaciones esenciales. Lograr la cobertura universal para 2030 requerirá duplicar el ritmo actual de progreso. Resulta alarmante que solo el 67 % de las escuelas ofrecieran servicios básicos de higiene, dejando a 646 millones de niños sin ellos, lo que requiere cuadruplicar el progreso.

El monitoreo irregular genera importantes lagunas de conocimiento sobre los factores que afectan la calidad del agua.

En 2024, el 56 % de las aguas residuales domésticas generadas a nivel mundial (332 000 millones de m³) se trataron de forma segura, prácticamente sin cambios con respecto a 2020. Esta conclusión se basa en datos de 130 Estados Miembros y 12 territorios, que abarcan al 84 % de la población mundial. Sin embargo, los datos sobre aguas residuales industriales siguen siendo escasos, ya que solo 22 países han presentado informes. No se prevé que se publiquen informes globales completos sobre el total de aguas residuales hasta 2027.

El monitoreo de la calidad del agua mejoró: 120 países presentaron informes en 2023, frente a los 89 de 2020. A pesar de este progreso, persisten importantes disparidades en el monitoreo. De los 2 millones de mediciones de la calidad del agua recopiladas a nivel mundial, solo 60.000 provienen de las regiones más pobres del mundo. Esto genera importantes lagunas de conocimiento sobre los impactos de la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad en los sistemas de agua dulce, poniendo en riesgo la salud y los medios de vida de hasta 4.800 millones de personas para 2030. Los datos in situ recopilados por las autoridades nacionales son esenciales, pero también existen innovaciones como la ciencia ciudadana y la observación de la Tierra por satélite. Sierra Leona y Zambia ya han utilizado datos generados por la ciudadanía para sus informes, y otros países también están adoptando este enfoque para ayudar a subsanar la falta de datos.

El estrés hídrico desigual amenaza el desarrollo mundial

El estrés hídrico mundial se mantuvo estable en el 18 % en 2022, sin cambios desde 2015, pero las disparidades regionales son marcadas. Muchos países del norte de África y Asia occidental, así como de Asia central y meridional, se enfrentan a niveles críticos de estrés hídrico que superan el 75 %. África septentrional y Asia occidental también han experimentado un preocupante aumento del 12 % en el estrés hídrico desde 2015. Alrededor del 10 % de la población mundial vive actualmente bajo estrés hídrico alto o crítico.

Los sectores económicos desempeñan un papel fundamental en la determinación de los niveles de estrés hídrico. En 2022, la agricultura representó el 72 % de las extracciones mundiales de agua dulce, seguida de la industria (15 %) y los servicios (13 %). Si bien es esencial para la seguridad alimentaria y el crecimiento económico, la agricultura es a la vez causante y víctima del estrés hídrico, lo que la convierte en uno de los sectores más vulnerables. Abordar el estrés hídrico exige una gestión hídrica más inteligente, una mayor eficiencia en el uso del agua en la agricultura, inversiones estratégicas y reformas políticas. Además, se necesitan datos subnacionales y temporales para descubrir vulnerabilidades ocultas y orientar las acciones específicas.

La eficiencia en el uso del agua mejora a nivel mundial, pero persisten las brechas regionales.

Entre 2015 y 2022, la eficiencia global en el uso del agua aumentó un 23%, de 17,5 dólares/m³ a 21,5 dólares/m³, lo que refleja mejoras en la producción económica sin aumentos proporcionales en el uso del agua. Sin embargo, el 57% de los países aún operan por debajo del valor de referencia global de 20 dólares/m³. Las disparidades regionales son significativas. Oceanía, Europa y América del Norte superaron el promedio mundial, mientras que Asia Central y Meridional registraron los niveles de eficiencia más bajos.

La mejora general se debió en gran medida al crecimiento económico, ya que la extracción total de agua se mantuvo prácticamente sin cambios. Las tendencias sectoriales muestran que el uso municipal de agua aumentó un 10%, el uso industrial disminuyó un 5% y las extracciones agrícolas se mantuvieron estables. La eficiencia varió ampliamente por sector en 2022: 38,5 dólares/m³ para la industria, 114,4 dólares/m³ para los servicios y tan solo 0,7 dólares/m³ para la agricultura. A pesar del bajo nivel de referencia, la agricultura mostró el mayor avance relativo, con una mejora del 39,5 % durante el período. Impulsar la eficiencia, en particular en la agricultura, es fundamental para las regiones con estrés hídrico. Esto requerirá no solo innovación tecnológica, sino también una gobernanza más sólida, marcos de políticas y desarrollo de la capacidad institucional.

Los beneficios comprobados de la cooperación en materia de aguas transfronterizas requieren una implementación más amplia.

La cooperación en materia de aguas transfronterizas apoya el desarrollo sostenible, la resiliencia climática y la prevención de conflictos. Las alianzas de larga data, como la colaboración de 50 años en el río Senegal y la cooperación entre Brasil y Paraguay a través de la Comisión de Itaipú, han mejorado el acceso al agua, el riego, la seguridad energética y la resiliencia a la sequía. A pesar de estos beneficios, la cooperación sigue siendo limitada. De los 153 Estados Miembros que comparten aguas transfronterizas, solo 43 cuentan con acuerdos operativos que cubren más del 90 % de sus cuencas compartidas. Más de 20 países carecen de tales acuerdos, y Asia y América Latina se encuentran particularmente rezagados. El progreso ha sido lento, y solo ocho países aumentaron la cobertura de los acuerdos operativos en su territorio entre 2020 y 2023.

Solo el 50 % de las cuencas fluviales y lacustres transfronterizas cuentan con sistemas conjuntos de alerta de inundaciones, y aún menos cuentan con estrategias conjuntas de reducción del riesgo de desastres (20 %) o de adaptación al cambio climático (14 %). Para acelerar el progreso para 2030, los países deben fortalecer la voluntad política, aumentar la financiación para el clima y el desarrollo, invertir en el desarrollo de capacidades y hacer un mayor uso de las convenciones mundiales de las Naciones Unidas sobre el agua.

Los ecosistemas de agua dulce están bajo presión a pesar de la mejora del monitoreo.

La degradación de los ecosistemas de agua dulce amenaza la biodiversidad, la seguridad alimentaria y los medios de vida. Desde 1970, el 83 % de las poblaciones de especies de agua dulce han disminuido y el 25 % de las especies de peces de agua dulce están en peligro de extinción. En 2015, el 61 % de los países informaron sobre la degradación de uno o más tipos de ecosistemas relacionados con el agua. Es alentador que esta cifra se redujera al 31 % en el período 2017-2021. Sin embargo, la inclusión de nuevos datos sobre la calidad del agua indicó un menor progreso, lo que elevó la proporción al 50 %. Las disparidades regionales son significativas: más del 60 % de los países de Asia Central, el Sudeste Asiático y África Subsahariana reportan degradación, en comparación con el 21 % en Oceanía. La pérdida de aguas superficiales permanentes en 364 cuencas fluviales, impulsada por prácticas insostenibles y el cambio climático, ha afectado a más de 93 millones de personas.

A pesar del creciente uso de datos de Observación de la Tierra, solo un tercio de los países cuenta con inventarios nacionales de humedales, lo que limita la calidad y el uso de los datos nacionales. Revertir la degradación requiere una inversión urgente en monitoreo digital, desarrollo de capacidades y políticas basadas en evidencia para proteger y restaurar los ecosistemas de agua dulce.

Progreso lento en la gestión integrada de los recursos hídricos, con financiación insuficiente como un obstáculo importante

El progreso mundial en la gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH) sigue siendo lento, con un aumento de la implementación del 49 % en 2017 al 57 % en 2023. Si bien 47 países (26 %) han alcanzado o están cerca de la meta de implementación “muy alta”, 73 países (40 %) se están quedando atrás. La financiación insuficiente sigue siendo un obstáculo importante: el 60 % de los países carece de mecanismos eficaces de recaudación de ingresos y alrededor del 70 % informa de una financiación insuficiente para la gestión del agua a nivel subnacional. Fortalecer el vínculo entre la GIRH y la adaptación climática ofrece un potencial sin explotar, pero persisten deficiencias de coordinación, capacidad y financiación.

A pesar de los firmes compromisos políticos, la coordinación intersectorial para garantizar agua limpia y saneamiento para todos sigue siendo un desafío, y solo la mitad de los países informan de acuerdos formales. Los avances en la incorporación de la perspectiva de género en la gestión del agua también son lentos: las puntuaciones mundiales aumentaron ligeramente del 54 % en 2020 al 58 % en 2023. Sin embargo, el 15 % de los países aún carecía de mecanismos de género y el 31 % informó de una implementación limitada.

Lecturas complementarias 

 

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