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Modelo de gestión pública para transformar el sistema de saludA la necesidad de promover un modelo de gestión pública orientado al desarrollo me he referido en repetidas ocasiones en esta bitácora, y lo reitero hoy porque ahora que estamos concluyendo el Diálogo Bicentenario, será condición indispensable para alcanzar las metas que propondrán los acuerdos nacionales que de ese inédito proceso ya están surgiendo. En especial, para nosotros los que nos dedicamos a la salud pública, para la gestión de los procesos necesarios para transformar el sistema de salud y alcanzar la cobertura universal de salud.

En ese sentido, como señalé hoy en mi columna de opinión en La Estrella de Panamá, considero importante comenzar esta glosa recordando que, a finales del año pasado señalé en esta columna que, el presidente había precisado la Cobertura Universal de la Salud, privilegiando la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, como uno de los temas relevantes a tratar por los participantes en el Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”. No se equivocó, pues, la necesidad de transformar el sistema de salud para alcanzar la cobertura universal de salud fue señalada, con palabras sencillas pero muy claras, por la mayoría de los ciudadanos que opinaron en la plataforma Ágora.

Para introducir los cambios necesarios y cumplir con el mandato de la ciudadanía, será condición absolutamente indispensable el fortalecimiento del modelo de gestión pública. Me refiero a ese tema a continuación.

Modelo de gestión pública: tres campos conceptuales complementarios

De acuerdo con la CEPAL, “las políticas de Estado que exigen los desafíos nacionales, regionales y globales de la Agenda de desarrollo 2030 implican un Estado fuerte, proactivo y partícipe con otros en su función económica, social y ambiental, capaz de formular e implementar estrategias de desarrollo para alcanzar metas económicas, sociales y ambientales. Ello debe ir de la mano con un modelo de gestión pública de calidad,  orientado al desarrollo que incluya la entrega y provisión de bienes y servicios públicos de manera efectiva, eficiente y oportuna”. Es evidente que la transformación del sistema de salud para alcanzar la cobertura universal requiere de ese modelo de gestión pública que subraya la CEPAL.

Agrega la comisión regional de las Naciones Unidas que, los elementos claves del ciclo de la gestión pública para el desarrollo se enmarcan en tres campos conceptuales complementarios.

  • “El concepto de la calidad de las finanzas públicas y las funciones de la política fiscal dentro de un Estado moderno. Esto incluye un uso eficaz y eficiente de los recursos públicos, con el objeto de elevar el potencial de crecimiento de la economía y asegurar niveles crecientes de equidad distributiva”.
  • “La internalización de los modelos conceptuales de la gestión por resultados vigentes a nivel regional en los asuntos públicos, que considera los conceptos de costo/efectividad y rendición de cuentas. El concepto está generalmente asociado al necesario control social y la transparencia (tanto al nivel interno del gobierno como hacia los actores de la sociedad civil, el sector privado y la comunidad internacional) respecto de las decisiones, productos, gasto, políticas y acciones públicas, incluyendo su forma de administración, gestión, implementación y eventual evaluación”.
  • “La lógica de cadena de producción de valor público (insumos, procesos, productos y resultados e impactos) donde el ámbito de preocupación de los resultados finales o impactos se refiere a los efectos de las políticas públicas en la ciudadanía, la sociedad y país, y donde la administración pública tiene las atribuciones, competencias y responsabilidades directas para organizar las fases de producción relacionadas con insumos, procesos y productos en pos de maximizar los resultados”.

¿Cómo fortalecemos la capacidad de gestión pública?

Dicho lo anterior, preguntémonos si en salud tenemos los recursos humanos para desarrollar ese modelo de gestión pública necesario para transformar el sistema de salud y, ¿qué debemos hacer para tenerlos? Y, fíjense que sobre este tema del mejoramiento de la Gestión Pública, ya hace 40 años la OMS en su documento de “Los Métodos Modernos de Gestión y la Organización de los Servicios de Salud”, presentado en la 26 Asamblea Mundial de la Salud, nos decía que, “si se quiere alcanzar un nivel superior de salud y de asistencia sanitaria es indispensable mejorar la gestión de los servicios sanitarios. Agregando que, sin una gestión eficaz, no serán muy afortunados los intentos de mejorar la organización, la estructura y el funcionamiento de esos servicios”.

Hoy ya sabemos que, esta cobertura universal para alcanzar un nivel superior de salud tiene tres dimensiones que deben estar en equilibrio: ¿quién está cubierto?, ¿qué servicios están incluidos?, y ¿cómo se financia? La tarea es lograr progresos en los tres frentes y para todas las personas en todos los lugares, ya que el progreso a lo largo de solo una dimensión podría afectar a las demás. La conducción de ese proceso tiene que ser responsabilidad de una persona con las competencias suficientes, y contar con toso el respaldo político, estratégico y financiero.

Eliminar el clientelismo y selección basada en trayectoria y competencias

Pero ¿cómo fortalecemos la capacidad de gestión pública? Para comenzar, está la necesidad de eliminar el clientelismo y el favoritismo de los intereses políticos, económicos, y gremiales en las cuestiones públicas. Y ya no solo para el asunto de los nombramientos de personal, favoreciendo a los grandes hospitales de las capitales de las principales provincias, sino para las construcciones de megaproyectos que no funcionan, las compras de equipos que tampoco son los necesarios, los medicamentos que se vencen o hacen daño, etc.

Nombramientos La erradicación de esta nociva injerencia política permitirá que las altas posiciones del sector salud, y por añadidura, la figura responsable por la transformación del sistema de salud, sean ocupadas por el ciudadano más idóneo, con una comprobada trayectoria de probidad y éxito en el sector público. Por otro lado, los altos puestos técnicos del nivel central de gobierno deben ser todos, sin excepción por concurso, garantizando que el mejor profesional interesado, posea las competencias, sea el que ocupe el puesto y esté protegido de los caprichos de la autoridad de turno, y de los vaivenes políticos, garantizando que la agenda de salud del País se cumpla. Lo mismo es válido para los niveles regionales y locales. Eso no se improvisa, eso se estudia, se aprende, se incorpora a la práctica cotidiana de trabajo y se convierte en cultura.

Formación y capacitación de los recursos humanos

Como si lo anterior no fuera suficiente; nos quedan por resolver los temas relacionados con la formación y capacitación de los recursos humanos, así como la coordinación entre la academia y las instituciones prestadoras de servicios, y el espinoso asunto de la distribución equitativa de los mismos a lo largo y ancho del país. Lamentablemente, hasta ahora no ha sido posible consolidar la coordinación y el trabajo permanente, entre las instituciones formadoras y las empleadoras en el sector salud, dificultando concretar acciones hoy apremiantes para los recursos humanos en salud.

También es apremiante la necesidad de fortalecer de manera sistemática y continua la capacidad de los recursos humanos para el modelo de gestión pública. Esto implica la gestión de los diferentes procesos institucionales, incorporando en los procesos de capacitación, y por ende en la gestión, las metodologías de planificación por resultados y el diseño de herramientas de monitoreo y evaluación para el fortalecimiento de las instituciones públicas. Se requiere igualmente la mejora en los mecanismos de coordinación intersectoriales, el desarrollo e integración de sistemas de información, la simplificación de procesos y procedimientos organizacionales y adecuación de reglamentaciones y marcos regulatorios que permitan adecuar el funcionamiento de las instituciones a la transformación del sistema de salud.

Control social de la gestión

Finalmente, hará falta un efectivo control social para apoyar y garantizar esa gestión pública eficiente, efectiva, con equidad, de nuestras instituciones, y por ende, un uso igualmente eficiente y efectivo de los recursos que nosotros los panameños invertimos en salud y necesitamos para alcanzar la cobertura universal de salud.

 

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