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transformación del COVID-19Comparto resumen de traducción libre de artículo de la prestigiosa revista STATNEWS con opiniones científicas sobre la transformación del COVID-19 y qué puede esperarnos en el futuro. Aunque he compartido en esta bitácora varios artículos sobre el tema, me pareció muy importante para nosotros ahora que enfrentamos la presencia de la variante Delta en el territorio nacional.

El artículo, titulado originalmente en ingles “Viral evolution 101: Why the coronavirus has changed as it has, and what it means going forward”. Aunque recalca de entrada que, es imposible decir cómo seguirá evolucionando el coronavirus, ya que, las variantes que presenta son el resultado de mutaciones aleatorias; señala algunos principios fundamentales que explican por qué el virus se ha transformado como lo ha hecho. Estos podrían guiar nuestra comprensión de su evolución en curso y lo que eso significa para nuestro futuro con el patógeno. Vayamos sin más preámbulos al resumen de la traducción libre que he preparado, mientras subrayo la importancia de la lectura completa del artículo original.

La transformación del COVID-19 no necesariamente significa (aunque tampoco excluye del todo) que, la naturaleza pueda desarrollar alguna nueva variante que agote por completo el poder de las vacunas y trastorne el progreso que hemos logrado contra la pandemia. “Pero para los virólogos e inmunólogos, tal posibilidad parece muy poco probable”.

Pero, subrayan, “eso no quiere decir que las variantes no afecten la protección inmunológica. Parece que Delta ya está causando infecciones de gran avance y casos sintomáticos a tasas más altas que otras variantes. Pero las vacunas han demostrado que no pierden mucho en proteger a las personas de la hospitalización y la muerte, sin importar la variante a la que se enfrenten. La forma en que funcionan las vacunas deja a los expertos optimistas de que las mutaciones no volverán a dejar a todos vulnerables de repente”.

La transformación del COVID-19: ¿Por qué el virus se vuelve más transmisible?

De entrada, el autor pone de relieve que, “cuando el coronavirus comenzó a circular entre las personas a fines de 2019, ya era bastante transmisible. Los casos abrumaron a Wuhan y llevaron a China a imponer lo que entonces eran bloqueos asombrosos”. Pero, continúa, “para el virus, las personas eran un nuevo anfitrión. Un cambio en su genoma de ARN le había permitido infectar nuestras células, replicarse dentro de ellas y saltar a otras personas. Aunque el patógeno aún no había tenido muchas posibilidades de descifrarnos, tenía mucho espacio para mejorar y usarnos para proliferar”. Ha sucedido durante toda la pandemia, “un cambio temprano denominado D614G condujo a una cepa que se extendió mejor que la primera versión, lo que permitió que esa variante se extendiera por todo el mundo. Durante un tiempo, esa cepa fue dominante, pero luego apareció Alpha y ahora Delta. Cada iteración posterior fue un esparcidor más efectivo que las cepas anteriores, por lo que superó a las demás”.

Pero el virus, de acuerdo con los autores, también podría cambiar de otras formas. “Si hay un lado positivo en Delta, es que es tan transmisible que desplaza a otras variantes que son más preocupantes desde una perspectiva inmunológica, a saber Beta, así como Gamma. Pero los científicos advierten que no hay una razón fundamental por la que no pueda surgir una variante que combine la destreza de propagación de Delta con la capacidad de Beta para escabullirse parcialmente de las respuestas inmunes”. No obstante, agregan los autores, “tal variante podría verse diferente de lo que imaginamos. A veces, la combinación de mutaciones que parecen maximizar la transmisibilidad y la capacidad de esquivar el sistema inmunológico en realidad conduce a un virus que desaparece. Pero son posibles variantes más preocupantes, y la mejor manera de prevenirlas, dicen los expertos, es cortar la transmisión”.

A lo anterior agrego yo que, eso de cortar la transmisión solo es posible avanzando con el intenso programa de vacunación que desarrollamos, hasta que tengamos el 85% de cobertura necesaria para la inmunidad colectiva. De hecho, ayer Panamá alcanzó las 4,028,510 dosis aplicadas contra el Covid-19. De este total, 2,718,949 corresponden a primeras dosis (64% de la población) y 1,309,561 (30%) segundas dosis.

¿Cómo cambiará todo esto a medida que más personas estén protegidas?

Sobre esta interrogante, la publicación comienza poniendo de relieve que, “debido a que básicamente todos en el planeta eran susceptibles al COVID-19 al principio, la variante de propagación más rápida ha podido superar a las demás. Pero a medida que cambia el entorno, también lo hacen las presiones que seleccionan determinadas características. Y en lugar de un velocista como Delta, un bulldozer eventualmente podría obtener la ventaja”. “Miremos por ejemplo, Beta y Gamma. Estas variantes, que aparecieron respectivamente en Sudáfrica y Brasil, surgieron en áreas que tuvieron primeras oleadas masivas. Eso llevó a una hipótesis de que las variantes despegaron porque podían circular mejor entre personas que tenían infecciones previas”.

No obstante, los científicos no pueden decir con certeza que eso es lo que sucedió con Beta y Gamma; “tal vez simplemente fueron más transmisibles de otras maneras. Pero, subrayan, las variantes que tienen cierta capacidad para sortear la respuesta inmune obtendrán la ventaja en poblaciones con mayores niveles de protección. Es posible que no estén causando una enfermedad grave en las personas que están protegidas, ya sea por vacunación o infecciones pasadas, pero si pueden causar infecciones en al menos algunas de esas personas y transmitirse desde allí. Esto parece estar sucediendo con Delta hasta cierto punto, dado que ahora se sabe que algunas personas vacunadas transmiten la variante”.

Sobre este asunto de los cambios que pueda traer la transformación del COVID-19, algunos científicos se preguntan si “¿una población que está mayormente vacunada en realidad alentará al virus a evadir la protección? La respuesta no se sencilla, aquí, señalan, entran en juego diferentes fuerzas. Pero un factor clave es que al reducir la cantidad de replicación del virus, tanto al prevenir infecciones como al acortar las infecciones que ocurren, las vacunas limitan la probabilidad de variantes adicionales más peligrosas. Las personas que están protegidas contra el virus pueden actuar como callejones sin salida evolutivos”. Mi conclusión: ¡hay que vacunarse!

¿Cómo afectará la evolución futura del virus a la protección de las vacunas?

De acuerdo con la publicación, un escenario de pesadilla sobre este asunto de la transformación del COVID-19, es que “el virus cambia de manera que escapa por completo a la respuesta inmune pero que preserva su letalidad y transmisibilidad”. Por fortuna, también señala, “muchos expertos dicen que una aparición repentina de tal cepa parece extremadamente improbable. Las variantes podrían dañar algunas de las defensas que nos brindan las vacunas, pero la respuesta inmune aún debería poder protegernos contra enfermedades graves”.

Ninguna vacuna es perfecta, manifiestan. “Una pequeña cantidad de personas son hospitalizadas con COVID-19 o incluso mueren después de ser vacunadas, a menudo aquellas con otras condiciones de salud. Y es posible que las variantes puedan hacer que las vacunas pierdan algo de su efectividad: tal vez causen enfermedades sintomáticas en tasas más altas e incluso aumenten ligeramente la tasa de enfermedad grave o muerte”.

Las preocupaciones sobre la disminución de la respuesta inmune en general, asociada a la transformación del COVID-19, combinadas con el potencial de escape parcial de Delta, están impulsando el debate sobre los refuerzos, al menos para ciertos grupos de personas. Pero en general, las vacunas son tan protectoras que muchos virólogos, aunque advierten que no pueden garantizarlo, no ven llegar alguna variante que por sí sola altere el poder de las inyecciones. Un reciente estudio de laboratorio, publicado como preimpresión este mes, encontró que,” incluso si surgiera una variante que pudiera escapar a la protección inmunológica que tienen las personas, sería “extremadamente improbable que suceda de repente”. El estudio también señala que “la inyección de un refuerzo podría elevar los niveles de anticuerpos hasta el punto en que las personas podrían defenderse del virus evolucionado”.

Otro futuro para el virus es que alcanza cierta estabilidad, pero luego continúa cambiando en pequeñas formas. Las personas podrían volverse susceptibles a una infección con el tiempo (no se sabe si es cada año o después de varios años y es probable que varíe) pero, en general, estarán protegidas de peores resultados. Y con cada exposición al virus, incluidas las vacunas que imitan la exposición, nuestros cuerpos mejorarán para protegerse de él, tal vez incluso sin síntomas. De esa manera, el SARS-CoV-2 eventualmente se convertirá en otro virus respiratorio endémico.

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