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Vacunas cubanas contra la COVID-19Los invito a la lectura de este artículo en el que, basado en la evidencia científica disponible, manifiesto que las vacunas cubanas contra la COVID-19 son una opción estratégica muy digna de tomar en cuenta. Para tal efecto compartiré un breve resumen de los mensajes centrales de la entrevista en la que Cubadebate conversó con el doctor Luis Herrera Martínez, ingeniero genetista, uno de los expertos que en los años ochenta fue parte del grupo en el que se gestó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, actualmente asesor científico y comercial del grupo BioCubaFarma.

Les ruego de entrada que no se confundan, este no es un artículo de propaganda. Así como me he referido a las vacunas de Pfizer, AstraZeneca, Moderna, Johnson y Johnson; le toca el turno hoy a las vacunas cubanas contra la COVID-19. Después de todo, como afirma Candace Johnson, presidenta del Roswell Park Center, a The New York Times, febrero de 2021, “a veces la gente piensa que, por ser Cuba, ellos simplemente fabrican estos medicamentos en un garaje y se los dan a la gente, y eso no es cierto. Están usando exactamente los mismos altos estándares que cualquier otro país que produce estos medicamentos”. Por otro lado, hago votos porque pronto podamos contar con publicaciones en revistas científicas internacionales, con los hallazgos de los científicos cubanos, validadas por pares, y tengamos acceso a las vacunas cubanas contra la COVID-19.

Para comenzar, nos dice el Dr. Herrera Martínez, “desde los inicios de la pandemia, en marzo de 2020, en Cuba hubo el propósito de contribuir al enfrentamiento a la enfermedad, desconocida en todo el mundo. Se elaboraron procedimientos terapéuticos, algunos de carácter preventivo en términos inmunológicos. Se emplearon procedimientos dirigidos a mejorar el estado inmunológico de las personas. Todo en modo de reprofiling (reasignar un medicamento existente, con un perfil de seguridad conocido y que originalmente se usa para otra enfermedad, en el tratamiento de una nueva enfermedad; en este caso, la COVID-19).  Se empleaban sobre la lógica de su mecanismo de acción, para evitar complicaciones, prevenir, resolver un determinado cuadro clínico”.

Desde el mismo inicio, también se pensó en una preparación vacunal que actuara con carácter preventivo. Se pensó cuáles podían ser las alternativas, y se formaron dos grupos de proyectos: uno liderado por el Instituto Finlay de Vacunas (IFV), del que eran parte también el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y el Centro de Biopreparados (Biocen) como unidades productoras, y el otro por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), que tenía asociado a Laboratorios AICA como unidad productora de la etapa final”.

¿Cuál fue el enfoque para las vacunas cubanas contra la COVID-19?

De acuerdo con el científico entrevistado, se decidió, “emplear plataformas tecnológicas que ya fueran dominadas por los científicos cubanos, porque iniciar un proyecto con una plataforma tecnológica que no fuera dominada y sin condiciones para llevar a cabo su ejecución a gran escala era inadecuado desde el punto de vista del diseño. Eran proyectos que debían transcurrir con celeridad y plantear las menores incertidumbres posibles en cuanto a su escalada productiva y en términos de los efectos que pudiera tener el preparado vacunal sobre las personas”.

Los especialistas decidieron entonces como blanco o target, elemento básico de la vacuna, el RBD, el sitio de unión del virus al receptor en la célula. “Este era un elemento del que, desde un punto de vista básico, de plataforma tecnológica, hay experiencia en Cuba. Esta tecnología de la producción de un polisacárido conjugado a una proteína fue otra de las tecnologías que se incorporó como plataforma al desarrollo de vacunas contra la COVID-19 en Cuba”.

Estrategias y desarrollos en marcha

De acuerdo con el entrevistado, “en el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 hubo tanto estrategia como desarrollos en la marcha. La estrategia era obtener vacunas seguras que se pudieran producir en grandes cantidades en Cuba y que fueran eficaces. Ese era el objetivo estratégico, y se sustentó en una plataforma tecnológica: vacunas de subunidades”.

¿Qué implica que sean vacunas de subunidades?

Fundamentalmente hay cuatro tipos de vacunas: vacunas de vectores virales, vacunas mRNA, vacunas de virus inactivados y vacunas de subunidades.

En ese contexto, las vacunas cubanas contra la COVID-19, son vacunas de subunidades. El Dr. Herrera lo explica así: “el virus tiene un número de proteínas. Si tomas una de las proteínas de las que el virus codifica (en el caso cubano y una buena parte de las vacunas aprobadas y en desarrollo, la proteína RBD), a ese tipo de vacunas se les llama de subunidades. No son de virus inactivados, ni de vectores virales, ni de mRNA, sino de un componente proteico del virus, una subunidad (una parte) del virus”. Y agrega que, “las proteínas spike (S) o corona de diferentes coronavirus tienen una parte llamada dominio RBD (Receptor Binding Domain, dominio de unión al receptor) por la cual se unen a los receptores de la célula hospedera en el organismo (receptores ACE2 en células humanas) para infectarla”.

A partir de una plataforma existente, se diseñaron estas vacunas de subunidades, que son alternativa.

“Se diseñaron diferentes alternativas tecnológicas en términos de fuente de producción (célula de mamífero, en el caso de las Soberana, del IFV, y levadura, en el caso de Abdala, del CIGB). Son plataformas productivas diferentes. Con estas subunidades puedes tener un monómero, pero también un dímero (dos subunidades). Se puede exponer de forma más directa la parte deseada al sistema inmunológico y, por lo tanto, que los anticuerpos se dirijan a la región particular que se busca sea reconocida por estos”.

Hay un elemento estratégico, que sí se concibió, y otro que dependió de los desarrollos. En los desarrollos, por ejemplo, en el IFV produjeron la RBD, RBD monómero, RBD dímero, RBD conjugado con el polisacárido, con la VA-MENGOC-BC, RBD solo en hidróxido de aluminio… Con el polisacárido, con la VA-MENGOC-BC y con hidróxido de aluminio: por eso tienen tres vacunas: Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus”. Los detalles de cada vacuna los pueden leer en el artículo original.

Avances:

El pasado lunes 5 de abril comenzó la aplicación de la segunda dosis de Soberana 02 y Abdala. De acuerdo con el doctor Rolando Pérez Rodríguez, director de Ciencia e Innovación de BioCubafarma, el estudio de intervención autorizado en la capital con personal de la salud, trabajadores de BioCubaFarma y personal de riesgo, acumuló en una semana unos 47,266 sujetos que recibieron la primera dosis, lo que representa el 63.3 % del total de 74,665 voluntarios previstos para la primera etapa.

A finales de abril se iniciará la intervención poblacional con los candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala, en la que se vacunará a 1.6 millones de personas en La Habana.

Actualización del proceso de vacunación en Cuba durante los ensayos clínicos en curso | Cubadebate

¿Qué fortalezas ha empleado Cuba para llegar a este momento en que cuenta con cinco candidatos vacunales?

Para finalizar, comparto las respuestas del Dr. Herrera Martínez a esta pregunta sobre las vacunas cubanas contra la COVID-19 y los invito a sacar sus propias conclusiones.

  • primeramente, Cuba cuenta con una plataforma tecnológica sólida para producir vacunas. No es algo que Cuba tenga que demostrar, está demostrado. Además, tiene una capacidad instalada y certificada importante para llegar a niveles de producción considerables, de cientos de millones de dosis anuales”.
  • No es que Cuba logre un resultado de fase III en abril o mayo y entonces se ponga a montar una planta o a hacer un escalado productivo. Ya todo eso está, existe y funciona. Esa capacidad productiva y ese escalado van por delante de los resultados de los estudios en curso. Cuando Cuba haga la demostración definitiva de sus productos, ya esos productos van a estar disponibles”.
  • Que Cuba pueda vacunar a su población casi absolutamente en poco tiempo, asegurar que no queden segmentos desprotegidos, como los convalecientes; que logre abarcar poblaciones de ancianos y bajar hasta poblaciones infantiles… Estamos hablando de más del 90% de la población. Con una vacuna efectiva, y generándose un nivel de inmunidad de rebaño, Cuba será capaz de controlar la enfermedad, y si es capaz de controlarla, puede entrar en una dinámica económica que en este momento no tiene, con impacto en uno de sus sectores principales, como es el turismo. Y no para lo que se ha llamado “turismo de vacunas”, sino por las posibilidades que brinda hoy ser un país (destino turístico, en el caso específico del turismo, y paraíso logístico en otras operaciones) con la enfermedad controlada. La repercusión es muy alta, sobre todo en el plano humanitario, pero también en el económico”.
  • Y hay algo importante en todo este proceso: la articulación con el sistema de salud y el hecho de que la población cubana tiene una posición muy receptiva y positiva respecto a la vacunación, algo que no sucede en otros países, donde incluso se manifiestan a veces reacciones que no responden a elementos racionales”.

Y agrega que, no son una exageración las cinco vacunas cubanas contra la COVID-19…

  • “Hay una lógica. Y las cinco no van dirigidas al mismo nicho ni situación epidemiológica. Cada una tiene su especificación de uso, sustentada por los ensayos realizados y en curso. El hecho de que existan y brinden alternativas, permite ir a la búsqueda de proyecciones ante necesidades o amenazas como pueden ser el número de dosis necesarias, las variantes del virus, o los nichos poblacionales por edades o por ciertas condiciones. Los estudios realizados han sido muy positivos en términos de seguridad, de títulos de anticuerpos y neutralización contra el virus.

Conclusión sobre las vacunas cubanas contra la COVID-19

Es un paso de avance. Cualquier resultado novedoso y competitivo a nivel internacional es un paso de avance. No hay dudas. Por capacidad científica, por, incluso, oportunidades comerciales. Y una de las cosas más sensibles en esta área es el costo. Las cubanas son vacunas que, por sus niveles de costo, podrían ser adquiridas por países más necesitados que no tienen poder de compra para los precios del mercado actual

La existencia de cinco vacunas cubanas contra la COVID-19, tiene especial relevancia estfratégica ahora que enfrentamos una guerra entre las vacunas COVID-19, con el propósito de suplir (de forma exclusiva) la demanda por una vacuna efectiva y segura para cerca de 7,000 millones de personas susceptibles de padecer la temida enfermedad; lo cual representaría para la industria farmacéutica entre 31 y 140 billones de dólares, dependiendo del precio de la vacuna que termine dominando el mercado y de la capacidad de compra de los países.

 

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