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Cerrando brechas en saludEl próximo 26 de noviembre, el gobierno realizará el lanzamiento del pacto del bicentenario “Cerrando Brechas”, el cual buscará alcanzar acuerdos nacionales en materia de salud, seguridad social, educación, economía, seguridad y servicios básicos, para sentar las bases de un mejor Panamá.

Es un objetivo muy ambicioso, y así debe ser. Sin embargo, requerirá primero de la participación de representantes de todos los sectores del país, sin exclusión alguna, como lo ha señalado el presidente. No menos importante, de una buena dosis de transparencia y solidaridad de parte de los participantes, deponiendo agendas personales, gremiales, sociales, empresariales, políticas, partidistas, religiosas, etc. A fin de cuentas, lo que queremos es un mejor país, para nosotros y las generaciones venideras. Y no perdamos de vista que, la puesta en marcha de los acuerdos se dará en medio de la lucha contra la epidemia de COVID-19, y la recuperación los daños causados por los dos huracanes que han azotado Centroamérica en el último mes. En ese contexto, comparto con ustedes el contenido de mi artículo de hoy en La Estrella de Panamá, en el que me refiero al tema de la equidad en salud como principio orientador en materia de salud.

Las acciones pendientes para cerrar las brechas en salud y alcanzar la equidad, deberán ser objeto de una amplia discusión, pues la salud igual para todos en todos los lugares, es un imperativo vital y ético para todos los panameños, en especial para aquellos que viven en condiciones de pobreza multidimensional, que afecta a cerca de un millón de panameños, la mayoría de los cuales habitan nuestras comarcas indígenas, las provincias más pobres y los cinturones de pobreza que tenemos alrededor de nuestras principales ciudades, sin acceso o con acceso muy limitado a los beneficios del desarrollo que han pregonado históricamente las élites empresariales y políticas de nuestro país.

Y es que la inequidad sanitaria está íntimamente vinculada a la desigualdad que genera el modelo económico excluyente que nos caracteriza. Por eso, alcanzar la equidad en salud es el gran desafío del sistema de salud panameño. No bastará con mejorar la coordinación entre las instituciones del sector. Tampoco será suficiente construir hospitales especializados, y establecimientos para atender enfermos, aunque muchos carezcan de los recursos suficientes para su funcionamiento adecuado. Hará falta superar el gran desafío que suponen aquellos determinantes que generan amplias inequidades en todos los renglones del desarrollo integral.

En ese sentido, espero que los convocados al “pacto del bicentenario, aborden, de nuevo sin agendas escondidas, los determinantes sociales de salud, en especial: el nivel socioeconómico, la educación, el empleo, el medio ambiente, la vivienda, y la exposición a agentes físicos y ambientales. No podemos olvidar que estos factores interactúan entre sí e influyen en forma acumulativa sobre la salud y carga de enfermedad de los individuos y las poblaciones, estableciendo las desigualdades e inequidades a lo largo del territorio de nuestro país, como lo demuestra la diferencia abismal entre los indicadores de salud que presentan las poblaciones istmeñas dependiendo de su procedencia y nivel de pobreza multidimensional.

No menos importante será que, el debate sobre la equidad en salud incluya la necesidad de fortalecer las políticas sociales de impacto nacional, regional y local; dirigidas a crear igualdad de oportunidades para la salud en el curso de la vida, reducir la exposición desigual a riesgos de salud evitables, y mitigar las consecuencias de la desventaja social, económica y sanitaria acumulada. Para ello deberán favorecer el acceso equitativo a los recursos, derechos, bienes y servicios de educación, salud, vivienda y empleo que aseguran la calidad de vida de los ciudadanos en todo el territorio nacional, trascendiendo la histórica costumbre de focalizar las más importantes intervenciones el en las capitales de la provincias con mayor desarrollo.

Pero, para alcanzar la equidad en salud también estamos obligados a formular políticas que integran acciones en salud, sociales y económicas; que permitan la transformación del sistema de salud, a partir de la unificación eficiente y efectiva de las instituciones del sector, para superar la segmentación y fragmentación que afecta a nuestros servicios de salud; que desarrolle un nuevo modelo de atención en salud, basado en el fortalecimiento de la atención primaria individual, familiar, comunitaria y ambiental; durante todo el ciclo de vida, desde el nacimiento a la muerte; con énfasis en los determinantes de la salud.

Al final, cerrar las brechas en salud requerirá del compromiso político del más alto nivel, que permita el liderazgo solvente y fortalecido de nuestro sector salud, y favorezca el abordaje multisectorial, inclusivo, altamente participativo, para la producción social de salud a nivel de gobierno y sociedad. Por nuestra parte, el gran reto que tenemos es vencer la apatía que nos caracteriza y ejercer el control social de la gestión pública antes de que sea demasiado tarde. Pero antes debemos resolver los asuntos que tenemos pendientes con la justicia social, la desigualdad y la inequidad sanitaria.

 

 

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