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La atención de salud que queremos y cómo alcanzarlaA partir del próximo jueves los participantes en el dialogo nacional para alcanzar el Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”, estarán discutiendo, entre otras cosas, cómo debe llevarse a cabo el proceso de coordinación efectiva y sostenible (¿integración?) entre el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social para garantizar a la población panameña el acceso oportuno, real y efectivo a la atención en salud contínua e integral.

En ese sentido es vital que los participantes en el debate no pierdan de vista que la meta del nuevo y transformado sistema de salud debe ser la conformidad y satisfacción de los panameños con los servicios que ofrece nuestro sistema de salud; producto de un excelente desempeño, sustentado en el cumplimiento de indicadores verificables de equidad, eficacia, eficiencia, calidad y calidez. No menos importante, es que sean gratuitos para que los panameños no tengan que buscar alivio en una clínica privada, afectando aún más su maltrecha economía.

Para poner en contexto el cumplimiento de esa meta, considero necesario comenzar preguntándonos ¿cuál es la atención de salud que queremos los panameños?, y para dar respuesta a esta pregunta, tomaré prestadas las ideas de mi artículo publicado hace algunos años sobre este tema, en el cual me referí también al cumplimiento del MINSA con las Funciones Esenciales de Salud Pública, que a su vez, están directamente relacionadas con la atención de salud que queremos. Tienen hoy la misma vigencia que antaño.

Para comenzar, subrayo que, la atención de salud que queremos los panameños, debe caracterizarse por garantizar acceso universal a la salud y la cobertura universal de salud, a través de un nuevo modelo de atención basado en la estrategia de Atención Primaria de Salud y con un fuerte enfoque en el abordaje de los determinantes sociales de la salud. Los servicios de salud que se ofrezcan deben responder a las necesidades de las personas, respetar los derechos de la población y comprender intervenciones integrales de promoción, protección, conservación, y rehabilitación de la salud durante toda nuestra vida.

Esa atención de salud que queremos debe ofrecerse a partir de redes integradas de servicios de salud, conformadas por establecimientos públicos debidamente construidos, que no les falte el agua o la energía eléctrica, que se pueda llegar a ellos fácilmente.  Que cuenten con los equipos, los materiales y medicamentos apropiados, adquiridos de forma transparente, para que los recursos humanos del establecimiento puedan atendernos, sin necesidad de rechazarnos o enviarnos a otro sitio, porque se dañaron los equipos, o porque no hay medicinas, o falta esto o aquello…

Los panameños también queremos los mejores recursos humanos para la atención clínica y quirúrgica en nuestros servicios públicos. Deben estar capacitados, ser sensibles y solidarios con el usuario en todos los hospitales y centros de salud. Necesitamos profesionales que cuiden el prestigio de la institución y ayude a corregir las deficiencias. Que procuren el mejor rendimiento de los recursos, diagnósticos y terapéuticos en las instituciones, evitando el despilfarro y la negligencia en su utilización.

Para poder tener esa clase de atención de salud que queremos, los panameños también exigimos un sector público de salud organizado, que trabaje en forma coordinada, ojalá integrada; bajo la rectoría de un Minsa fortalecido; que respete y promueva los principios y valores de equidad, eficacia, eficiencia, calidad, transparencia y rendición de cuentas. Donde no haya espacio para la corrupción ni el tráfico de influencias que ha caracterizado a muchas de nuestras administraciones pasadas.

Pero no bastará con decretar la transformación. Para garantizar el funcionamiento óptimo de ese nuevo sistema público de salud, que ofrezca la atención de salud que queremos, será condición necesaria que la conducción, gerencia, dirección y administración del sistema, en todos sus niveles, esté a cargo de profesionales de probada excelencia académica, experiencia y solvencia moral y ética. Además, en los casos que corresponda, deberán nombrarse por concurso de méritos y oposición, garantizando que la persona que ocupe el puesto posea todas las competencias necesarias, y esté protegida de los caprichos de la autoridad de turno. En fin, ninguna autoridad debería llegar a los puestos producto del clientelismo político o de cualquier tipo.

Lo anterior no significa que no valore la competencia de los profesionales que laboran actualmente en los diferentes niveles de nuestras instituciones. Todo lo contrario, reconozco que la inmensa mayoría de los técnicos del nivel central del MINSA y la CSS, son excelentes y comprometidos con su misión. Poseen la formación y la experiencia necesarias, como lo demuestran cada día, en medio de la epidemia de COVID-19 que nos afecta desde hace nueve meses.

Al final, como señalé en aquel artículo previo; al margen de los correctivos políticos, estratégicos y técnicos señalados previamente; nuestro país, por más que mejore, siempre tendrá las limitaciones propias de su desarrollo social y económico. Por esa razón la atención de salud que queremos los panameños, comienza por cuidarnos nosotros mismos. Tengamos cuidado pues de no crearnos esperanzas exageradas de lo que debe y puede ofrecernos nuestro sistema para brindarnos la atención de salud que queremos. Por ello mantengamos estilos de vida saludables, promovamos y protejamos nuestra salud, teniendo presente que el sistema tiene límites, y que somos los principales responsables por nuestra salud.

 

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