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Ciudad de la saludLa ciudad de la salud es ya “el cuento de nunca acabar”. Es un recordatorio silencioso (¡y muy costoso!) de la ineficiencia, desorganización, y del clientelismo de todo tipo, que ha favorecido la corrupción impune que ha estado presente en la gestión pública panameña de los últimos tiempos.

Y ahora, para aumentar la incertidumbre y el desconsuelo de los panameños, resulta que “el contrato de la CSS con el Consorcio Construcciones Hospitalarias, S.A., está en evaluación por las autoridades, dado el incumplimiento de la fecha de entrega de la primera y segunda fase”. Además, informan las autoridades de la CSS que “se está negociando la salida del proyecto del Instituto Oncológico Nacional (ION), para retomar los trabajos del Hospital de Especialidades Pedriáticas Omar Torrijos Herrera”.

Así lo resalta el excelente reportaje publicado ayer por el diario La Prensa cuando informa que “el futuro del proyecto de la Ciudad de la Salud está sin definir, ya que la Caja de Seguro Social evalúa los efectos contractuales de una supuesta rescisión del contrato y lo que implicaría para la institución”. De acuerdo con la noticia, “la situación obedece a que el Consorcio Construcciones Hospitalarias, S.A., a cargo de la obra, no ha cumplido con las fechas de entrega de las primera y segunda fase”. Y, como si fuera poco, “tampoco ha presentado un nuevo cronograma de entrega de las obras, por lo que está en incumplimiento”.

Se describe la grave lesión a nuestro patrimonio, al explicar que “la obra, que empezó a ser construida en mayo de 2012 y que debía estar lista en mayo de 2015, tiene un atraso de cuatro años y un avance general de 65%. Por su parte, la CSS ya desembolsó por la construcción de la Ciudad de la Salud $323.5 millones de los $554.2 millones en que está valorado el proyecto hasta esta fecha. Esta cifra incluye una adenda de $36.7 millones aprobada en 2017 para realizar 11 cambios solicitados en la obra. Quedando un saldo por pagar equivalente a los $230.7 millones”.

Por mi parte me parece inexplicable que la ciudad de la salud no esté lista y funcionando. Hemos contado con los recursos financieros, pero faltó el respaldo político efectivo del pasado gobierno. Sospecho que como no se les ocurrió a ellos, no le dieron el impulso necesario. Han existido demostradas dificultades con la empresa constructora, de hecho, enfrentan un supuesto pago de coimas para que la empresa FCC se quedara con la construcción de la obra. Y hoy, como si fuera poco, el gobierno actual ha heredado un inmenso hueco financiero, el cual, sumado a la desaceleración de la economía, obliga a repensar en cuáles obras vamos a invertir los limitados recursos. Lo que sí es obligatorio, es que el gobierno le caiga con todo el peso de la ley a este “Consorcio Construcciones Hospitalarias, S.A.”. Que devuelvan el dinero o que terminen la obra. Eso sí, supervisados de cerca por un equipo especializado de la CSS, como prometió el actual director al inicio de su gestión.

Tampoco encuentro clara la justificación para construir un nuevo Hospital de Especialidades Pediátricas. Si vamos a construir un nuevo hospital del Niño, y estamos promoviendo la coordinación efectiva a lo interno del sistema nacional de salud, me parecería suficiente con que se considere en la construcción del nuevo Hospital del Niño la capacidad de resolución adicional para atender a todos nuestros niños. En ese contexto, la salida del proyecto del Instituto Oncológico Nacional (ION), tampoco tendría sentido. Se ha invertido una enorme suma de dinero, los pacientes claman con una pronta respuesta de calidad y calidez. No es la hora de decirles que tienen que esperar, porque ahora las autoridades tienen otro plan.

Pero no perdamos de vista que hacen falta soluciones efectivas y eficientes para acabar con la fragmentación y segmentación de nuestro sistema de salud, que es la raíz de todos los males. Debemos mejorar la eficiencia, calidad, calidez y equidad de todos los procesos que se llevan a cabo en la red de servicios, colocar a las personas idóneas para los puestos gerenciales, administrativos y clínicos, fortalecer la efectiva coordinación entre la CSS y el MINSA. Y subrayo: esta situación no se va a corregir con la ciudad de la salud.

Solo me resta agregar que este es un tema que deberemos de debatir todos los panameños. ¡Quedamos pendientes hasta que se agote nuestra paciencia con el cuento de la ciudad de la salud!

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