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Vivimos en una ciudad enfermaRecientemente me encontré con un artículo de la Organización Mundial de la Salud titulado “la salud debe ser la máxima prioridad de los urbanistas”, el cual me hizo concluir que los panameños vivimos en una ciudad enferma. Somos víctimas de un entorno urbano negativo, al cual me he referido en publicaciones anteriores. Hoy tocaré el tema de la mala calidad del aire que respiramos, lo que afecta seriamente nuestra salud. Estamos obligados a trabajar todos: autoridades municipales y ciudadanos para promover una vida saludable en nuestra ciudad, reforzando las acciones que admito se llevan a cabo, pero no es suficiente, como lo demuestra por ejemplo la reciente publicación de la Prensa cuando afirma que “a los panameños que usan el transporte público les toma 72 minutos trasladarse desde sus casas hacia el trabajo o viceversa. Es decir, que cada día las personas permanecen más de 2 horas transportándose, cuando el promedio en Latinoamérica es de 40 minutos por trayecto…” ¿Quién puede conservar la salud mental luego dos horas diarias de estrés, capeando malos tratos y riesgos de toda clase? Pero vayamos al artículo citado al inicio, el cual tomaré como referente para explicar con detalles las razones por las cuales opino que los panameños no vivimos en una ciudad saludable. Espero que nos invite a reflexionar y actuar para contribuir a superar este grave problema de salud pública.

Mensajes centrales de la publicación de OMS y reflexiones nacionales

Comienza la OMS diciéndonos que “las ciudades albergan actualmente a más de la mitad de la población mundial, una proporción que puede aumentar hasta dos tercios en 2050. Vivimos en las ciudades para estar más cerca del empleo, las oportunidades de formación y de los servicios, y porque son lugares estupendos para la interacción social y el acceso a actividades culturales”. En nuestro caso la ciudad de Panamá es la ciudad más grande y la primera más poblada del país, tiene 430,299 habitantes en el centro de la ciudad, 880,691 habitantes dentro de su municipio​ y 2,011,780 habitantes en su área metropolitana, que incluye a varias jurisdicciones como la ciudad de Panamá y ciudad-distrito de San Miguelito. Es decir el 50% de la población del país.

Por otro lado, la publicación nos dice que “cuando las ciudades se construyen mediante unos buenos principios de planificación, también pueden ser comunidades que promuevan la salud y el bienestar. Y nos invita a pensar en ciudades o en los barrios en los que le ha gustado especialmente vivir o que le ha resultado agradable visitar, y en cómo se sentía en ellos, en el aspecto que tenían o incluso en su olor…”. Inmediatamente me transporté a Calle Primera Perejil donde viví mi primera infancia y a mis primeros años en Bethania donde vivo desde hace 50 años, y francamente ya no existe esa sensación de bienestar y esos gratos aromas. Hoy lo que hay son montones de edificios construidos sin ninguna clase de planificación, centenares de vehículos tirando humo, montañas de basura y cualquier cantidad de negocios. Y todo eso en las mismas calles angostas, con el mismo sistema de alcantarillado que colapsa al primer aguacero y la maraña de cables de electricidad que casi no dejan ver el cielo…

Mi ciudad estaba llena de gente alegre y de vida, hoy todos andan enojados, por no decir otra palabra. Ya no hay aceras por donde caminar porque se las cogieron los nuevos edificios, los kioscos que por más que se trate de reubicar, se multiplican de la noche a la mañana.

La OMS también subraya la necesidad de “sistemas accesibles de transporte público, de parques y espacios verdes donde la gente de todas las edades hacía ejercicio”. Y yo me pregunto ¿Cuándo fue la última vez que paseamos por el Parque Omar o la Calzada de Amador? ¿Hay otros parques cerca de nuestras casas? ¿Cuánto tiempo tardamos en llegar a nuestro trabajo todos los días? ¿Caminamos, lo hacemos en bicicleta, en nuestro carro, en el ineficiente sistema de transporte que padecemos? Es probable que la mayoría de los que vivimos en la ciudad de Panamá, excepción de unos pocos corregimientos privilegiados, demos respuestas desalentadoras a estas preguntas.

Al final la OMS reconoce que “hoy en día hay ciudades en rápido crecimiento atestadas de tráfico pesado, rascacielos anónimos y barrios pobres y superpoblados, donde prolifera el ruido, la violencia y la alienación social. Todo ello afecta negativamente a nuestra salud física y psíquica y a nuestro bienestar…” Nosotros no escapamos a ese panorama…

La publicación se refiere a la calidad de aire como uno de los mejores indicadores globales de la salubridad de una ciudad es la calidad del aire. “Eso es así porque los niveles de contaminación del aire suelen ser bajos en las ciudades bien planificadas que cuentan con buenos sistemas de transporte, calles transitables por peatones y amplios espacios verdes que purifican el aire. En cambio, se disparan en las zonas urbanas que priorizan el transporte rodado por encima de los peatones y los ciclistas y que crecen descontroladamente a base de sucesiones ininterrumpidas de grandes bloques grises de hormigón y asfalto”. Y agrega que “más del 80% de las ciudades del mundo superan los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y más de la mitad de las ciudades que miden esta contaminación notifican niveles de calidad 3,5 veces superiores a dichos límites, o incluso más elevados…

Nuestra ciudad enferma por el humo vehicularPues bien, nuestra ciudad también supera los límites de calidad del aire como lo afirma el único estudio que encontré sobre la Calidad del Aire en Panamá, el cual data de 2011 y lo llevó a cabo el Instituto especializado de análisis de la Universidad Nacional. Nuestros investigadores descubrieron, en ese entonces, que: “el aire en nuestra ciudad, en especial en calles y avenidas, está contaminado por partículas de PM10 y PM25”, las cuales tienen graves efectos sobre la salud por su gran capacidad de penetración en las vías respiratorias. Estas cifras cifras superan las aceptables por la OMS y tengamos presente que los panameños (salvo los jubilados) pasan la mayoría de su tiempo en la calle respirando ese aire contaminado. Y que la situación hoy día debe haber empeorado de forma importante pues el parque vehicular ha aumentado considerablemente. Aunque admito, que ya en nuestras casas, luego de las dos horas en el tranque, la situación es mejor.

Consecuencias de la contaminación del aire exterior en una ciudad en una ciudad enferma

También nos recuerda la OMS que “la contaminación del aire mata de forma insidiosa. Cada año, tres millones de personas fallecen prematuramente debido a la contaminación del aire exterior, que es más intensa en las grandes ciudades de Asia, África y América Latina. Las causas de la mayoría de estas defunciones son el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular, las enfermedades respiratorias y los distintos tipos de cáncer de pulmón. Estas enfermedades son algunas de las que causan más defunciones en la actualidad…” De hecho la OMS ha estimado que “la contaminación del aire causa una de cada tres defunciones por accidente cerebrovascular, enfermedades respiratorias crónicas y los distintos tipos de cáncer de pulmón, así como una de cada cuatro defunciones por infarto de miocardio…”

Consecuencias de respirar aire contaminado en una ciudad enferma

Si aplicamos ese porcentaje a a las estadísticas que nos ofrece el INEC, tendríamos que la contaminación del aire que respiramos puede ser responsable de las muertes de 1,300 personas cada año por las causas señaladas por la OMS.

¿Que le recomendamos a nuestro Alcalde?

Comienzo reconociendo el esfuerzo del alcalde capitalino y su equipo,  cuyos principales propósitos se pueden leer en el  documento “Plan de Acción por una ciudad sostenible y saludable“. No obstante, estamos muy lejos de alcanzar los objetivos allí enunciados, por lo que consideré necesario subrayarle al alcalde, su equipo y la ciudadanía, que “la contaminación del aire es una de las principales amenazas a las que nos enfrentamos en la actualidad. Las máximas prioridades de la planificación urbana deben ser la salud y el bienestar. Si no actuamos ahora, la contaminación del aire ahogará nuestras ciudades y las convertirá en lugares donde será imposible vivir”.

Concluye la OMS subrayando que “la contaminación del aire es una de las principales amenazas a las que nos enfrentamos en la actualidad. Las máximas prioridades de la planificación urbana deben ser la salud y el bienestar. Si no actuamos ahora, la contaminación del aire ahogará nuestras ciudades y las convertirá en lugares donde será imposible vivir”. Y recomienda a los gobiernos locales: “introducir políticas y realizar inversiones que respalden un transporte más limpio, viviendas eficientes, energía renovable, industria limpia y una mejor gestión de residuos municipales e industriales”.

Pero también nos hace un llamado a “promover cambios a nivel individual y en las comunidades. Necesitamos trabajar juntos para que nuestras ciudades sean lugares donde podamos llevar una vida más feliz y saludable”.

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