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Protección contra las enfermedades cardiovascularesEn seguimiento a mis publicaciones previas sobre la necesidad de cuidar la vida, les invito a la lectura de este artículo sobre las enfermedades cardiovasculares, ECV, las cuales son la principal causa de muerte en todo el mundo y en nuestro país. Y por favor tomemos conciencia activa de que en la inmensa mayoría de los casos son consecuencia de una dieta malsana, la inactividad física, el consumo de tabaco y el consumo nocivo de alcohol. Los efectos de estos estilos de vida malsanos se manifiestan tarde o temprano en forma de hipertensión arterial, hiperglucemia, hiperlipidemia y sobrepeso u obesidad. La presencia de estos factores de riesgo en la población debe medirse de rutina en los centros de salud del MINSA y Policlínicas de la CSS pues son indicativos de un aumento del riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca y otras complicaciones como lo demuestran las estadísticas que nos proporciona el INEC que se resumen en la siguiente gráfica.

Defunciones por enfermedades cardiovasculares

La mayoría de las enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse actuando sobre factores de riesgo antes señalados utilizando estrategias que abarquen a toda la población. Para las personas con alto riesgo cardiovascular (debido a la presencia de uno o más factores de riesgo, como la hipertensión arterial, la diabetes, la hiperlipidemia o alguna enfermedad cardiovascular ya confirmada), son fundamentales la detección precoz y el tratamiento temprano, por medio de servicios de orientación o la administración de fármacos, según corresponda.

En este contexto desde el año pasado el Gobierno viene desarrollando el Censo de Salud Preventiva, dirigido a detectar entre los panameños mayores 40 años, aquellos que estén padeciendo enfermedades como: Hipertensión Arterial (Presión Alta), Diabetes, Dislipidemias (Alta concentración de Grasas en la sangre) para su tratamiento e inclusión en los programas de salud. Opino que la estrategia es adecuada y necesaria, ya que propicia que las personas tengan un mayor control de su propia salud y debe tener impacto en la prevención y solución de las causas primordiales de los problemas de salud. No obstante, como manifesté en un artículo previo sobre el tema en La Prensa, puede y debe mejorar…

Sobre este vital asunto la Organización Mundial de la Salud nos ofrece abundante información sobre la prevención y control de las ECV, destacando los siguientes mensajes fundamentales para proteger la salud cardíaca

  • El consumo de tabaco, una dieta malsana y la inactividad física aumentan el riesgo de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
  • La realización de actividad física durante al menos 30 minutos todos los días de la semana ayuda a prevenir los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares.
  • Comer al menos cinco raciones de frutas y hortalizas al día y limitar el consumo de sal a menos de una cucharilla al día también ayuda a prevenir los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares. 

La Organización Mundial de la Salud también nos ofrece información para reducir la carga de las enfermedades cardiovasculares, veamos algunos ejemplos:

Existen dos tipos de intervenciones: las poblacionales y las individuales; se recomienda utilizar una combinación de las dos para reducir la mayor parte de la carga de ECV. He aquí algunos ejemplos de intervenciones poblacionales que se pueden aplicar para reducir las ECV:

  • políticas integrales de control del tabaco;
  • impuestos para reducir la ingesta de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal;
  • construcción de vías peatonales y carriles para bicicletas con el fin de promover la actividad física;
  • estrategias para reducir el consumo nocivo de alcohol;
  • suministro de comidas saludables en los comedores escolares. 

A nivel individual, las intervenciones sanitarias de prevención de los primeros ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, deben centrarse primordialmente en las personas que, si se tienen en cuenta todos los factores, presentan un riesgo cardiovascular medio a alto o en los individuos que presentan un solo factor de riesgo —por ejemplo, diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia— con niveles superiores a los umbrales de tratamiento recomendados. La primera intervención (basada en un enfoque integral que tiene en cuenta todos los riesgos) es más rentable que la segunda y tiene el potencial de reducir sustancialmente los episodios cardiovasculares. Se trata de un enfoque viable dentro de los servicios de atención primaria en entornos de escasos recursos, que puede ser puesto en práctica incluso por trabajadores sanitarios que no son médicos.

Para la prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares en pacientes con diagnóstico definitivo, por ejemplo de diabetes, es necesario administrar tratamientos con fármacos. Los efectos de estas intervenciones son en buena parte independientes, aunque si se combinan con el cese del consumo de tabaco, se puede prevenir cerca del 75% de los episodios cardiovasculares recurrentes. Hoy por hoy, la aplicación de estas intervenciones presenta grandes deficiencias, sobre todo en el nivel de la atención primaria.

Para ayudarnos a abordar con éxito este importante problema de salud pública contamos con el Plan de acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, el cual proporciona una hoja de ruta y un menú de opciones de política para todos los Estados Miembros (el nuestro entre ellos) y otras partes interesadas, para tomar medidas coordinadas y coherentes, a todos los niveles, para alcanzar la reducción relativa del 25% en la mortalidad prematura por enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes o enfermedades respiratorias crónicas para 2025.

El enfoque principal de este plan de acción se basa en cuatro tipos de enfermedades no transmisibles (enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes) que contribuyen en gran medida a la morbilidad y mortalidad por ENT y a cuatro factores de riesgo conductuales compartidos: el consumo de tabaco, dieta poco saludable, inactividad física y uso nocivo de alcohol. Reconoce que las condiciones en que las personas viven y trabajan y sus estilos de vida influyen en su salud y calidad de vida.

Nos toca a la sociedad y nuestras instituciones redoblar esfuerzos para avanzar en la prevención y el control de estos males. Avancemos en el cuidado de la vida!

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