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Protejamos nuestra saludLos invito a que protejamos nuestra salud. Aunque a este tema ya me referí en una publicación previa, la situación es alarmante y necesita mantenerse vigente a diario. De acuerdo a la Contraloría General de la República de Panamá, en el decenio comprendido entre 2006 a 2015, mas de 80,000 ciudadanos perdieron la vida prematuramente por “enfermedades crónicas no transmisibles”. Todas relacionadas en forma directa o indirecta con estilos de vida asociados a factores de riesgo para la salud y la vida, y con la insuficiente capacidad de nuestro sistema publico de salud. Esas personas le hacen falta a sus familias, a la sociedad y al país. Muchas de estas muertes pudieron evitarse o postergarse, evitando los factores de peligro asociadas a ellas. Y lo más preocupante es la tendencia al aumento del número de enfermos y fallecidos por estas causas.

Lamentablemente, este grave problema y la promoción de la salud, no han sido una prioridad real en la agenda política de nuestros gobernantes, que han estado más preocupados en construir e inaugurar edificaciones, muchas veces innecesarias y, en no pocos casos, sin equipamiento ni recursos humanos adecuados. No se han ocupado de manera efectiva en fortalecer la capacidad del sistema de salud para atender integralmente las ENT y mucho menos para promover las condiciones sociales que permitan actuar sobre los factores determinantes de éstas, e incentivar a las personas al autocuidado de la salud.

Estamos en riesgo: protejamos nuestra salud!

Protejamos nuestra salud

Mientras las enfermedades crónicas no transmisibles constituyen la principal causa de muerte en el país y muestran una tendencia al ascenso, la promoción de la salud no ha sido la prioridad gubernamental, como lo demuestra el débil desempeño en los resultados de la pasada evaluación de esta función. De acuerdo a la opinión de los expertos, solo fueron alcanzados el 34.5% del conjunto de criterios utilizados para verificar el desempeño de los indicadores de cumplimiento. Lo que significa que se está haciendo muy poco para que protejamos nuestra salud, mediante el fomento de cambios en los estilos de vida y en las condiciones del entorno para facilitar el desarrollo de una “cultura de la salud”, y está pendiente la reorientación de los servicios de salud para el desarrollo de modelos de atención que favorezcan la promoción de la salud.

El gobierno no ha superado el discurso y la promesa, que ya nadie cree, de un compromiso con un sistema público, fuerte y equitativo, basado en un modelo de atención que prioice la promoción de la salud. Hasta llegaron a elaborar una hoja de ruta para implementar la Estrategia para el acceso universal a la salud y la cobertura universal de salud y nuestras autoridades se comprometieron (MINSA y CSS) a llevar esta Hoja de Ruta al Ejecutivo, y a “caminar juntos para garantizar el acceso a los servicios de salud para beneficio de toda la población panameña”. Luego de dos años, ahora con nuevas autoridades, seguimos esperando…

Un reflejo adicional de la apatía social y gubernamental frente a este grave problema, es la carencia de información actualizada sobre su magnitud, limitándose ésta a los resultados de dos investigaciones, que fueron excelentes en su momento. Aunque extemporáneos, veamos algunos resultados.

El estudio sobre Prevalencia de factores de riesgo asociados a enfermedad cardiovascular, realizado en Panamá y Colón en 2010, encontró que un importante porcentaje de población no proteje su salud y consume con frecuencia alimentos con mucha grasa, tipo frituras. Sospecho que hoy en día la situación es peor, pues la mayoría de las personas, durante sus horas de trabajo, se ven obligadas a consumir la llamada “comida chatarra”, que contiene, por lo general, altos niveles de grasas, sal, condimentos o azúcares (que estimulan el apetito y la sed, lo que tiene un gran interés comercial para los establecimientos que proporcionan ese tipo de comida) y numerosos aditivos alimentarios, como el glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la tartracina (colorante alimentario). Lamentablemente la “comida saludable” es mucho mas costosa e inaccesible para muchos panameños. Como consecuencia de ello, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad de Vida, en 2008, cerca del 60% de nuestra población era obesa o estaba en sobrepeso ese año. ¡No me sorprendería que en el 2016 esta cifra sea mayor, pues somos bastante sedentarios!

Por otro lado, en Panamá el consumo de Alcohol es un problema de salud pública y no ayuda a que protejamos nuestra salud. De acuerdo a la OMS Panamá es el mayor consumidor de alcohol en Centroamérica, y pone la edad de inicio de consumo en los 12 años, cuando hace cinco años estaba entre los 15 y 16 años. Los datos nacionales sobre el problema los presenta el MINSA en su documento “Análisis de situación de Salud. Sin embrago corresponden a la Encuesta Nacional de Salud y Calidad de Vida (ENSCAVI) de Panamá año 2007. Por otro lado, las intervenciones familiares, sociales e institucionales para enfrentar el problema son claramente insuficientes. No hay datos oficiales actualizados sobre el problema, ni en la forma de enfrentar este flagelo. Los retenes de fines semana son insuficientes para controlar la ingesta de alcohol. Se requieren soluciones integrales, con la intervención de todos los componentes de la sociedad.

Afortunadamente, la encuesta PREFREC reveló que los panameños fuman cada vez menos productos derivados del tabaco. Aunque, repito, esto hay que verificarlo en 2017. Lo bueno es que en Panamá contamos con importantes avances en normativas legales que han contribuido de manera significativa al control del tabaco y a que protejamos nuestra salud de este flagelo. Hay que hacerlas cumplir…

Como si lo anterior no fuera suficiente; no contamos con un marco legal específico para las enfermedades crónicas y la promoción de la salud. No obstante, reconozco que, aunque tardíamente para los afectados, el Gobierno promulgó en 2014, el Decreto Ejecutivo que establece la estrategia nacional para la prevención y el control integral de las enfermedades no transmisibles, ENT, y sus factores de riesgo. El decreto propició la formulación y respectiva divulgación, de un “Plan Estratégico Nacional 2014-2025”, del cual no conozco sus intervenciones y menos sus productos. No obstante, manifiesto que el llamado Censo de Salud Preventiva es un gran paso adelante en la promoción de la salud. Detectará muchas personas en riesgo y las ayudará a recuperar la salud. Por lo menos el gobierno ha reconocido que la situación es preocupante y debe ser resulta lo antes posible. Hago votos porque se mantenga el entusiasmo, y los productos del Censo y del Plan Estratégico antes mencionado se hagan una realidad.

Protejamos nuestra saludPero, en mi opinión el más importante factor de riesgo que sufrimos e impide que protejamos nuestra salud, es el estrés urbano al que estamos sometidos los ciudadanos que habitamos las ciudades del país: el desbarajuste existente en las calles capitalinas, propiciado por el exceso de vehículos, los conductores irresponsables y la ausencia de autoridad, la demostrada inseguridad, la acumulación de basura de todo tipo, nuestro insuficiente sistema de transporte público, los inaccesibles parques y zonas verdes, que algunos sueñan con convertir centros comerciales. Y no practicamos suficiente actividad física para controlar este estrés…

Una noticia alentadora para ayudarnos a que protejamos nuestra salud, fue el recientemente firmado convenio de cooperación entre el Ministerio de Salud (MINSA) y la Alcaldía de Panamá , que promoverá acciones para que la población adquiera hábitos de estilos de vida saludables. Esperemos que comiencen respetando y mejorando las zonas verdes de nuestro Parque Omar, como parece que va a ocurrir, y no sea un acto político más

Y como si fuera poco, el sombrío contexto político actual, no favorece que tomemos acción efectiva frente esta situación, pues, la totalidad de nuestra sociedad está consternada y estresada por la incesante lluvia de noticias sobre las denuncias de falta de transparencia, del clientelismo político y de la corrupción sistematizada e impune que nos aqueja. Al punto que nuestros Obispos han tenido que pronunciarse contra la corrupción y el ‘suicidio social’, puntualizando la necesidad de la promoción de la ética como forma efectiva de combatir la corrupción en todos los estamentos de la sociedad panameña, y recordándonos las palabras del Papa Francisco, de que ‘la corrupción la paga el pobre, la pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen cuidado y atención espiritual, los niños sin educación y sin catequesis‘.

Al final me queda claro que la promoción de la salud necesita fortalecerse. Lo más importante es redoblar nuestros esfuerzos por reducir los factores de riesgo modificables de las ENT y sus determinantes sociales. Adicionalmente, la prevención y el control efectivos de éstas, requerirán del liderazgo solvente y fortalecido de nuestro sector salud, y de abordajes multisectoriales, inclusivos, altamente participativos para la producción social de salud a nivel de gobierno y sociedad.

Por nuestra parte, el gran reto que tenemos es vencer la apatía que nos caracteriza, ejercer el control social, el autocuidado que nos corresponde, proteger nuestra salud y cuidar la vida… ¿Qué esperamos?

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