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La COVID-19: Estrategia de supresiónHace siete meses manifestaba refiriéndome a la estrategia para la supresión de la COVID-19, que, debíamos mantenerla de manera asimétrica y retirarla de forma progresiva, mientras se fortalecía la capacidad de las instituciones y comunidades para la detección de casos y rastreo de contactos a fin de identificar a tiempo un resurgimiento de personas positivas en cualquier parte del país, a la vez que cada ciudadano cumplía con las medidas individuales y colectivas de higiene y distanciamiento social. La verdad es que, tanto las instituciones como las empresas y la ciudadanía, no cumplimos lo suficiente, el virus nos estaba esperando, y hoy vemos como, la historia se repite en espiral, y estamos igual (o peor) que, al inicio de la epidemia, cuando las cifras de casos y fallecidos nos obligaron a confinarnos por primera vez. Aumentan los casos y defunciones, comenzamos una nueva cuarentena y persiste la indisciplina ciudadana

Pero el camino a seguir es el mismo que ayer, con la ventaja de que, si aprendimos de las lecciones del pasado, seremos capaces de cumplir con las medidas que se propongan para esta nueva estrategia de supresión. Deben ser estrictas al principio, introduciendo el confinamiento todos los días, por lo menos por los catorce días que dura el período de incubación de esta enfermedad. Y no esperemos que los casos y defunciones comiencen a disminuir la próxima semana, pues los reportes de casos diarios corresponden a personas que adquirieron la enfermedad hace 10-14 días. Luego, si cumplimos cada uno con nuestra parte, se podrá ir abriendo poco a poco la actividad. Les corresponderá a las autoridades de salud, proponer y guiar los ritmos de restricción o relajamiento, siempre en coordinación con el sector empresarial, pero sin aceleración, de acuerdo con la actividad del virus en el país. En ese sentido comparto con ustedes mi publicación de hoy en La Estrella de Panamá, en la cual señalo que, ese camino a seguir tiene por lo menos tres importantes condiciones o hitos, para poder controlar la epidemia, me refiero a ellos a continuación.

La primera y más importante es la disciplina ciudadana para evitar el contagio y la transmisión de la COVID-19. Muchos argumentan que se ha perdido la confianza en las autoridades. Otros señalan que la estrategia de comunicación no es la mejor y, deben incorporarse actores de las ciencias sociales. Estoy totalmente de acuerdo con la necesidad de fortalecer ambas para lograr adherencia efectiva a los mensajes. Sin embargo, no puedo dejar de subrayar con desconsuelo que, a estas alturas, todos deberíamos tener muy presente que el virus, está ahí afuera, esperando por los incautos que salgan sin protegerse, ya sea a trabajar, o a pasear, o peor aún, a celebrar irresponsablemente.

Por su parte, muchas empresas tampoco están cumpliendo con su obligación de garantizar la seguridad de los trabajadores y clientes. En ese sentido, lo más importante será que, el gobierno y las empresas, junto con los empleados, garanticen la seguridad de los trabajadores y clientes. Acaso ¿desconocen los empresarios que, si no cumplen con las medidas de bioseguridad, volveremos a la cuarentena, sus empresas quebrarán y perderemos el país?

No menos importante es fortalecer la capacidad de detección de casos y rastreo de contactos para identificar y aislar a tiempo un resurgimiento de personas positivas por la COVID-19 en cualquier parte del país. Recordemos que tenemos una elevada transmisión comunitaria de la enfermedad, por lo que la posibilidad de que las personas se infecten y transmitan la enfermedad es real. Si somos capaces de identificar los casos nuevos y localizar a sus contactos en menos de 48 horas, preferiblemente en 24 horas, podremos mantener la epidemia bajo control. Para tener éxito en esa tarea se necesita la participación organizada de la comunidad. No son suficientes los 300-400 funcionarios que destina el sistema de salud para esa tarea, se requieren al menos 3,000 personas, pues todos los días mantenemos más de 30,000 casos activos. Aquí también es fundamental la participación de la empresa privada y clubes cívicos.

Para complementar las medidas que proponga la estrategia de supresión, está el asunto del fortalecimiento de nuestra red de establecimientos de salud, desde el primer nivel para promover estilos de vida saludables y detectar tempranamente las personas positivas; hasta el muy complejo nivel de atención que se requieren en las salas de hospitalización para atender a los enfermos por la COVID-19. El gobierno está aumentando de manera importante la cantidad de camas equipadas para este efecto. Adicionalmente, ayer arribaron a Panamá 10 brigadas de profesionales cubanos de la salud para colaborar con la atención a contagiados por la COVID-19, en el momento más crítico de la pandemia en el país. Ya era hora que tomáramos esta decisión, pues nuestros recursos humanos ya han puesto, y de sobra, una enorme cuota de sacrificio en esta lucha, están agotados y necesitan de esta ayuda.

 

 

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