El segundo informe conjunto de la CEPAL y OPS sobre la pandemia de COVID-19 se refiere al impacto de la prolongación de la crisis sanitaria en la salud, la economía y el desarrollo social.
A partir de un sesudo análisis de la morbilidad y mortalidad causada por la pandemia de COVID-19, en el contexto de las condiciones de vulnerabilidad que caracterizan a América Latina y el Caribe; describe el impacto de la prolongación de la crisis sanitaria, que ha dejado en evidencia la centralidad de la salud y el bienestar de las personas y comunidades para el desempeño de las economías y el desarrollo social. En este sentido, en el informe se pone de relieve cómo las debilidades históricas de los sistemas de salud y las desigualdades estructurales, características de la región, han dificultado el control de la pandemia. En ese sentido, por considerarlo de suma importancia para nosotros, comparto un breve resumen del prólogo de la publicación (complementado con algunas gráficas del propio informe) y los invito como siempre a su lectura completa.
Impacto de la prolongación de la crisis sanitaria
Antes de entrar en el prólogo anunciado, considero pertinente subrayar que, la epidemia de COVID-19 en Panamá muestra una clara tendencia a la disminución de los casos y defunciones reportadas desde hace 18 semanas. Aunque mantenemos un exitoso programa de vacunación, no podemos cantar victoria porque la peligrosa variante Delta ya es predominante en nuestro país, lo que nos obliga a redoblar la trazabilidad, el cumplimiento con las medidas de salud pública y avanzar con la vacunación masiva que estamos llevando a cabo.
Dicho eso, vayamos al prólogo del segundo informe conjunto de la CEPAL y OPS y reflexionemos sobre el posible impacto de la prolongación de la crisis sanitaria en nuestro país.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en este segundo informe conjunto, actualizan la evolución de la pandemia y sus implicancias para la salud, la sociedad y la economía, definen escenarios potenciales de control y evolución en el corto plazo y profundizan las líneas de acción de largo plazo recomendadas para fortalecer la capacidad de respuesta del Estado a las necesidades de salud de la población y sus determinantes, en el contexto de una recuperación transformadora.
Si bien se observan algunas señales positivas de recuperación económica y se reconocen diferentes tipos de respuesta de los sistemas de salud para el control de la pandemia, es necesario enfatizar la persistencia de condiciones estructurales de inequidad en materia de salud en la región. Además, en un contexto en que la pandemia de COVID-19 aún no se ha controlado, se mantienen los retrocesos sociales en materia de pobreza y pobreza extrema, desigualdad, inequidad en el acceso a la salud, educación y nutrición, entre otros, lo que refleja que el repunte económico no será suficiente para que la recuperación sea transformadora, con igualdad y con sostenibilidad ambiental.
Desde la perspectiva de la salud se observa con preocupación la interrupción de servicios esenciales de salud no relacionados con el coronavirus, lo que impide garantizar el acceso a la salud de las poblaciones.
Además, se constatan limitaciones en los avances de las coberturas de vacunación en varios países de América Latina y el Caribe. La desigual distribución y la asimetría mundial entre los países desarrollados y los países en desarrollo se traduce en que, a septiembre de 2021, apenas un 30% de la población de la región contara con el esquema completo de vacunación. En este sentido, se reafirma la importancia de garantizar la provisión de servicios esenciales de salud en el contexto de una pandemia prolongada y se entiende a la vacunación masiva como uno de los principales desafíos de los países para controlar la pandemia, junto con la aplicación de medidas de protección social y de salud pública. En este marco, se pone de manifiesto la necesidad de fortalecer los mecanismos de coordinación, integración regional y cooperación internacional.
En el informe también se resalta la necesidad de una transformación de los sistemas de salud con base en la atención primaria de salud, teniendo como norte la salud universal, fortaleciendo las capacidades institucionales de las autoridades de salud y el avance hacia un sistema de salud resiliente y con capacidad de respuesta a los desafíos actuales y futuros. Para ello, es imperioso aumentar el gasto público en salud, con equidad y eficiencia, otorgándole prioridad estratégica al primer nivel de atención.
Finalmente, ambas instituciones reafirman la urgencia de controlar la pandemia mediante un enfoque integral y reconocen que este es el momento de avanzar mediante una agenda institucional que permita retomar el camino hacia los Objetivos acordados como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, sin dejar a nadie atrás.
Una crisis sanitaria prolongada y sistemas de salud débiles; El escenario económico y social ante la crisis sanitaria prolongada; Posibles escenarios de control de la pandemia en el corto plazo; El control de la crisis sanitaria es fundamental para avanzar hacia una recuperación económica sostenible y con igualdad.