Seleccionar página

Es la hora de un diálogo constructivo

Los panameños tenemos que entrar en un diálogo constructivo que nos permita alcanzar un entendimiento mutuo y resolver como hermanos nuestros problemas o conflictos. No podemos seguir encerrados en nuestras trincheras políticas, ideológicas, económicas, étnicas, sociales, o de cualquier tipo. Al fin y al cabo todos somos panameños, estamos obligados a identificar cuáles son nuestros intereses comunes y complementarnos sin exclusión para trabajar juntos de manera productiva para construir el país que queremos y necesitamos.

En este contexto, comparto el contenido de mi columna de opinión del día de hoy en La Estrella de Panamá, y los invito a complementar con el contenido de mis publicaciones previas sobre la necesidad de tener un diálogo constructivo para resolver los asuntos pendientes que tenemos.

Es la hora de un diálogo constructivo

A continuación _sin pretender impartir cátedra sobre el asunto, pues estoy lejos de ser un experto en la materia_ ofrezco algunos elementos clave para un diálogo constructivo; destacar las condiciones para dicho diálogo constructivo y; señalar los principales factores que lo impiden. Aunque estoy seguro de que me quedaré corto, consideré obligatorio poner en el imaginario colectivo la necesidad urgente de que tengamos esa conversación productiva entre hermanos.

Para ello tenemos que ser capaces de recuperar la capacidad para dialogar constructivamente, de manera respetuosa, abierta y colaborativa. No solo sobre el contrato minero que queremos derogar, o sobre el futuro de la minería metálica en general; sino sobre los asuntos pendientes que venimos arrastrando desde hace décadas, como lo son la necesidad de realizar reformas a la institucionalidad pública para hacerla más eficiente, transparente, participativa y democrática, erradicando el nefasto clientelismo y la corrupción que ha estado presente en la gestión pública y privada desde hace décadas.

Para comenzar, subrayo que, el elemento clave para recuperar ese diálogo constructivo que tanta falta nos hace es la comunicación abierta, sincera, respetuosa y colaborativa _entre todos los sectores de nuestra sociedad_ con el objetivo de encontrar soluciones, alcanzar acuerdos mutuamente beneficiosos y promover la comprensión mutua. En este sentido, a pesar de ser el responsable directo de la crisis que estamos atravesando, considero que le corresponde al gobierno _y con urgencia_ salir del silencio que lo caracteriza, y convocar un diálogo nacional, proporcionando un espacio neutral para que todas las partes expresen sus preocupaciones y propuestas.

En nuestro caso, como también es evidente la pérdida de confianza y credibilidad en nuestras autoridades, es obligatorio que el gobierno comience por reconocer errores pasados y mostrar una voluntad genuina de cambiar y mejorar, pues, la transparencia y la apertura son clave para construir la confianza. Será beneficioso además, contar con mediadores externos o facilitadores neutrales para garantizar un proceso justo y equitativo.

En todo caso, el gobierno, o, en su defecto, el facilitador neutral, debe establecer una agenda clara para el diálogo, abordando temas críticos y estableciendo metas realistas. Si fuera necesario, se debe considerar la inclusión de expertos para enriquecer la discusión y aumentar las posibilidades de encontrar soluciones duraderas.

A estas alturas es pertinente considerar _para enfrentar y resolver juntos_ ¿qué factores pueden dificultar la comunicación abierta y colaborativa entre las partes involucradas, impidiendo el diálogo constructivo?

No me da el espacio para elaborar sobre cada uno de los posibles factores que hacen difícil el diálogo que necesitamos, pero consideremos, para comenzar, los siguientes: la desconfianza y falta de respeto mutuo que generan actitudes defensivas, incluyendo la hostilidad, la confrontación y la falta de escucha activa por las opiniones y perspectivas de los demás;  los prejuicios y estereotipos; las diferencias culturales y lingüísticas; el desequilibrio significativo en el poder entre las partes involucradas; las emociones intensas, como la ira o la frustración; la falta de un compromiso real y; las agendas ocultas _intenciones o intereses que las partes no revelan abiertamente_ de los participantes.

Todos estos factores estarán presentes en una mesa de diálogo incluyente que _por definición- debe incluir a representantes de todos los sectores que participan en la protesta que vivimos desde hace casi un mes, así como a todos los afectados por los cierres de calles y la violencia que comienza a generarse en nuestra sociedad. Pero, para promover ese diálogo constructivo que necesitamos, es obligatorio abordar estos factores de manera proactiva y buscar soluciones que permitan superar los obstáculos.

Sobre las agendas ocultas hay que destacar que, éstas no siempre son necesariamente negativas. Pueden reflejar intereses legítimos o preocupaciones que las personas no se sienten cómodas compartiendo de inmediato. El objetivo de identificarlas no es exponer a las personas, sino comprender mejor sus necesidades y preocupaciones para llegar a soluciones mutuamente beneficiosas.

En todo caso, superar estos obstáculos y promover un diálogo constructivo que aborde todas las preocupaciones y perspectivas diversas de las partes interesadas es obligatorio. Requiere de gran esfuerzo, paciencia y la disposición de las partes involucradas para abordar estos desafíos de manera colaborativa. La mediación, la comunicación efectiva y la resolución de conflictos son herramientas que pueden ayudar a abordar estos factores y facilitar un diálogo constructivo.

Tenemos la palabra todos: gobierno y sociedad. Que no nos falte voluntad pues nos jugamos el futuro del país.

 

A %d blogueros les gusta esto: