La participación del sector privado en la vacunación contra la COVID-19 está en el debate nacional desde hace algún tiempo y más ahora que el gobierno anunció que comenzará a recibir más de cinco millones de dosis del biológico a partir de este mes de julio. Y no puede ser de otro modo pues todos nos preguntamos si el sector público “solito” tendrá la capacidad para administrar oportunamente estas vacunas.
Hay quienes piensan la participación del sector privado debe limitarse a apoyar con sus recursos (hospitales, clínicas, equipos, recursos humanos), la administración rápida de las vacunas a la población. Otros, van un poco más lejos y proponen abrir sus legislaciones para permitir la venta de vacunas de forma privada. Subrayando éstos que, las vacunas adquiridas por el sector privado solo podrían ser aplicadas de forma gratuita a grupos poblacionales previamente definidos y aprobados por las autoridades nacionales.
Soy de la opinión de que, más temprano que tarde, la participación del sector privado en la vacunación contra la COVID-19 será inevitable. Lo será, porque el MINSA y la CSS necesitarán la ayuda del sector privado para abordar esta tarea de forma conjunta. y hay antecedentes importantes que así lo demuestran. Recordemos que, desde su creación en 1978, el Programa Ampliado de Inmunización, ha trabajado de forma continuada y muy exitosa con el sector privado, proporcionando gratuitamente vacunas a clínicas y hospitales para que estas instituciones también las administren en forma gratuita a sus pacientes, lo cual ha contribuido claramente al aumento de cobertura de vacunación. Entonces yo me pregunto ¿por qué no promover la administración privada de vacunas contra el COVID-19?
Sobre este asunto, la reciente publicación del grupo BID Invest, cuya lectura completa recomiendo, subraya que, la campaña mundial de vacunación COVID-19 será la más grande de la historia y la distribución de vacunas presenta grandes desafíos de velocidad y escala, por lo que el sector privado es un actor clave para acelerar la vacunación contra el COVID-19. En ese sentido examina las formas en las que el sector privado de América Latina y el Caribe debe desempeñar un papel estratégico No me cabe duda de que todas serían aplicables en nuestro país, por lo que invito a nuestras autoridades a considerarlas seriamente.
- Para comenzar señala que, “los países tienen el desafío de administrar rápidamente las vacunas COVID-19 a las poblaciones prioritarias en sus territorios. Sin embargo, la preparación para el despliegue varía mucho en la región. Según un informe del Banco Mundial, en una puntuación de cero a uno, los países de ALC oscilan entre 0.06 y 0.76”.
- “Además de la infraestructura y el alcance, la administración de tales dosis requiere personal capacitado. Según el informe, solo el 30% de los países de la muestra ha desarrollado procesos para capacitar a la gran cantidad de personal que se necesitará. En este sentido, ampliar las asociaciones con proveedores de salud del sector privado, y otros agentes como farmacias, atención de diagnóstico, centros de atención y clínicas móviles, puede ser fundamental para proporcionar personal calificado, aumentar el alcance y administrar vacunas a un ritmo más rápido”.
- “El sector privado también es un aliado estratégico en transporte y almacenamiento, eslabones clave en la cadena de suministro. Será necesario mejorar o desarrollar el transporte y el almacenamiento en cadena de frío y ultra frio para cumplir con los requisitos técnicos y las necesidades futuras de capacidad de las vacunas COVID-19. Actualmente, el almacenamiento y la manipulación de las vacunas requieren temperaturas entre 2 ° C-8 ° Cy hasta -80 ° C, según el fabricante”.
- “Este último es un desafío en particular para las economías en desarrollo y aquéllas con una población dispersa y rural. Para abordar mejor este problema, los países pueden desarrollar alianzas o acuerdos contractuales con empresas privadas que manejan productos sensibles a la temperatura para garantizar la infraestructura adecuada para el almacenamiento y transporte de vacunas. Estos socios incluyen, entre otros, empresas privadas de la industria de la salud y la cadena de suministro”.
- “Por último, el sector privado puede ayudar a concienciar y fomentar la vacunación. Comentarios recientes de McKinsey y otros alertan sobre el posible escepticismo de los consumidores y la necesidad de inspirar la confianza del público para la adopción exitosa de vacunas. En este sentido, como parte de las alianzas propuestas anteriormente, el sector privado en salud puede utilizar sus capacidades de mercadeo con los clientes para incrementar los canales de comunicación para informar a la población sobre la vacuna COVID-19, concienciar y aumentar la aceptación”.
Para finalizar conviene complementar los argumentos que propone la publicación de BID Invest, subrayando que, si el gobierno decidiera facilitar la participación del sector privado en la vacunación contra la COVID-19, esta deberá ser de acuerdo con los lineamientos y normativas del MINSA y de acuerdo con las etapas establecidas en la estrategia contínua de vacunación que adelanta el gobierno.
Muchas gracias, estimado Jorge!