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Actividad física para la vidaLos invito a llevar a cabo suficiente actividad física para la vida porque de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la inactividad física es un importante factor de riesgo en lo que respecta a la mortalidad mundial (6% de las muertes registradas en todo el mundo). Además, se estima que la inactividad física es la causa principal de aproximadamente un 21%-25% de los cánceres de mama y de colon, el 27% de los casos de diabetes y aproximadamente el 30% de la carga de cardiopatía isquémica. En este contexto, la presente publicación pone de relieve la importancia de la actividad física para reducir la mortalidad y la carga de morbilidad por las enfermedades no transmisibles (ENT). Estas enfermedades, también conocidas como enfermedades crónicas, son un obstáculo al desarrollo sostenible que afecta a todos. Nos informa la Organización Mundial de la Salud que matan a 40 millones de personas cada año, lo que equivale al 70% de las muertes que se producen en el mundo. Las ENT afectan a todos los grupos de edad y a todas las regiones y países. Se prevé que el rápido aumento de estas enfermedades sea un obstáculo a las iniciativas de reducción de la pobreza en los países de ingresos bajos, en particular porque dispararán los gastos familiares por atención sanitaria.

En nuestro país, la situación no es diferente. La última publicación de Estadísticas Vitales por el INEC, nos informa que cada año cerca de 10,000 ciudadanos pierden la vida prematuramente por “enfermedades no transmisibles”, principalmente enfermedades del sistema circulatorio, tumores malignos y diabetes mellitus. Todas relacionadas en forma directa o indirecta con estilos de vida asociados a factores de riesgo para la salud y la vida. Esas personas le hacen falta a sus familias, a la sociedad y al país. Muchas de estas muertes pudieron evitarse o postergarse, evitando estos factores de peligro. Y lo más preocupante es que la tendencia es al aumento del número de enfermos y fallecidos por estas causas.

A pesar de ello, este grave problema de salud no ha sido una prioridad en la agenda política de nuestros gobernantes, que han estado más preocupados en construir e inaugurar edificaciones, muchas veces innecesarias, sin ocuparse de manera efectiva en fortalecer la capacidad del sistema de salud para atender integralmente las ENT y mucho menos para promover las condiciones sociales que permitan actuar sobre los factores determinantes de éstas, e incentivar a las personas al autocuidado de la salud. Por añadidura, la mayoría de los panameños somos sedentarios, no practicamos suficiente actividad física para cuidar nuestra salud y controlar el estrés urbano al que estamos sometidos diariamente.

No obstante reconozco las buenas intenciones y los esfuerzos del Censo nacional de salud preventiva, y más la reciente campaña sistemática del MINSA por promover la salud, en especial mediante el desarrollo de estilos de vida saludables. En la misma dirección apuntan las nuevas autoridades de la CSS con el apropiado lema “Sí a la Salud”. Igualmente loable es el recientemente firmado convenio de cooperación entre MINSA y la Alcaldía de Panamá, que promoverá acciones para que la población adquiera hábitos de estilos de vida saludables. Pero no cantemos victoria aún, y esperemos los resultados al término del período.

Reconociendo que la mejora de la dieta y la promoción de la actividad física representan una oportunidad única para elaborar y aplicar una estrategia eficaz que reduzca sustancialmente la mortalidad y la carga de morbilidad mundiales, la OMS adoptó hace algún tiempo la “Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud“, la cual tiene cuatro objetivos principales: (i) reducir los factores de riesgo de enfermedades crónicas asociados a las dietas malsanas y a la inactividad física a través de medidas de salud pública; (ii) incrementar la concienciación y los conocimientos acerca de la influencia de la dieta y de la actividad física en la salud, así como de los efectos positivos de las intervenciones preventivas; (iii) establecer, fortalecer y aplicar políticas y planes de acción mundiales, regionales y nacionales para mejorar las dietas y aumentar la actividad física que sean sostenibles e integrales, y cuenten con la participación activa de todos los sectores y; seguir de cerca los datos científicos y fomentar la investigación sobre la dieta y la actividad física. Recomiendo a nuestras autoridades incorporarla en nuestro quehacer institucional.

La OMS también elaboró y publicó las  “Recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud”, con el objetivo general de proporcionar a los formuladores de políticas, a nivel nacional y regional, orientación sobre la relación dosis-respuesta entre frecuencia, duración, intensidad, tipo y cantidad total de actividad física y prevención de las enfermedades no transmisibles (ENT). Las recomendaciones detalladas por grupo de edad figuran en el documento “Guía para aumentar los niveles de actividad física” y bien podrían incorporarse como un referente dentro del convenio del MINSA y la Alcaldía capitalina.

Al final me queda claro que lo mas importante es reducir los factores de riesgo modificables de las ENT y sus determinantes sociales. La prevención y el control efectivos de éstas, requieren del liderazgo solvente y fortalecido de nuestro sector salud, y de abordajes multisectoriales, inclusivos,  altamente participativos para la producción social de salud a nivel de gobierno y sociedad.

Por nuestra parte, el gran reto que tenemos es vencer la apatía que nos caracteriza, ejercer el control social de la gestión de las autoridades, el autocuidado que nos corresponde y cuidar la vida… ¿Qué esperamos?

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