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Una de cal y otra de arenaUna cal y otra de arena, es una frase antigua, de origen popular. Significa que en cada situación se presentan aspectos positivos y negativos en forma alterna; y bien puede describir el manejo de la epidemia de COVID-19 en Panamá y, por cierto, en todo el planeta, pues hace 15 meses no sabíamos nada del comportamiento del virus causante de la enfermedad, y hoy, es solo un poco más lo que conocemos. Ha sido un arduo proceso de aprendizaje y todavía no nos hemos graduado.

En ese sentido, el debate en torno a la gestión integral del control de la epidemia se mantiene polarizado. Muchos panameños, independientemente de su vinculación política, nivel educativo, clase social, poder adquisitivo, etc., aprovechan cualquier espacio disponible para emitir sus opiniones, a favor o en contra (una de cal y otra de arena). Unas con fundamento científico, buenas intenciones, y valor agregado para el análisis y el quehacer; otras basadas en anécdotas y juicios de valor, con el único afán aparente de hacer daño y contribuir al caos.

Comparto a continuación mi artículo de opinión del día de hoy en La Estrella de Panamá, complementado con algunas gráficas importantes, para señalar las cosas que considero buenas en este desempeño, así como aquellas que debemos corregir para poder seguir avanzando en pos del objetivo común, que no debe ser otro que controlar la epidemia y contribuir al desarrollo con justicia y equidad en el país. Me referiré en los siguientes párrafos, a la situación epidemiológica actual, lo que estamos haciendo, y lo que debemos hacer para mejorar.

Breve resumen de la situación de la epidemia de COVID-19 en Panamá

Comencemos con los casos y defunciones por COVID-19 reportados diariamente. Hasta el sábado pasado, habíamos acumulado 387,127 casos. Hemos pasado por dos olas de la epidemia y estamos al inicio de la tercera, pues desde hace seis semanas mantenemos un aumento claro de los casos reportados diariamente. Por otro lado, hemos acumulado 6,439 defunciones, el reporte diario se mantiene estable, aunque presentamos un pico el sábado; y más del 96% de los pacientes se han recuperado y reciben el seguimiento necesario.

Hasta el 31 de mayo en Panamá se han detectado las cuatro variantes consideradas de mayor impacto para la salud pública (VOC), es decir la B.1.1.7 (Alfa), y la P.1 (Gamma) que tienen transmisión comunitaria; de la variante B.1.351 (Beta) se han detectado casos en viajeros. La A.2.5.1 conocida como la variante A2 Pan que fue identificada localmente y que circula de forma mayoritaria en el país no se clasifica entre las variantes VOI o VOC. Por otro lado, hemos realizado 2,798,435 pruebas de laboratorio para detectar la enfermedad y mantenemos un promedio cercano a las 10,000 pruebas diarias. Sin embargo, la positividad que estaba cercana al 5% hasta finales del mes pasado, ha venido aumentando, reportándose el sábado pasado en 6.9%, lo que nos aleja de la meta necesaria para controlar la epidemia y requiere de todo nuestro trabajo colectivo.

Pero ¿puede mejorar?, ¿qué tenemos que hacer?

Antes de contestar esta pregunta es obligatorio darles una mirada a los resultados del desempeño del sector. Veamos algunos ejemplos: se mantiene un riguroso control en nuestros puertos de entrada, se realizan más de 10 mil pruebas de laboratorio diarias para detectar a las personas positivas, se lleva a cabo la búsqueda de contactos de todas ellas y el aislamiento que corresponda; se han administrado más de 1.2 millones de dosis de vacuna contra el COVID-19, en un escenario mundial altamente competitivo, y se esperan más de 5 millones para el segundo semestre del año; todos los pacientes que necesitan hospitalización la reciben y son tratados en establecimientos que poseen las mejores condiciones posibles: a nivel nacional se tiene una ocupación del 53% de las camas de hospitalización en sala, 47% en UCI y semi UCI, y del 23% de los ventiladores, y; si no nos bastan esas cifras, bastaría con compararnos ahora, como hicimos en el pasado, con la situación en los países vecinos.

Pero, es claro que es necesario mejorar el desempeño del sector, las empresas y la población. Echémosle un vistazo a algunos elementos que afectan el desarrollo exitoso del control de la epidemia.

La principal falencia en este proceso es y ha sido la comunicación efectiva. Los panameños esperamos que se nos informe detalladamente de las razones por las cuales se llevan a cabo todas las actividades, en especial ahora la vacunación; también queremos conocer de forma anticipada, los trámites, procedimientos de compras y selección de equipos e insumos, y el avance de las investigaciones por supuestos delitos contra la cosa pública. Por otro lado, no es suficiente con la información diaria de promedios nacionales, queremos conocer los detalles del desarrollo de la epidemia y las intervenciones en el nivel nacional, regional y local. Esta falta de información oportuna vulnera la credibilidad en el gobierno y afecta el compromiso de las personas para cumplir con las medidas que recomienda el sector salud.

A nivel técnico, el sector debe fortalecer todos los pasos de la trazabilidad, en especial la realización de pruebas de laboratorio para detectar y aislar a las personas positivas y sus contactos, así como la secuenciación genómica pues tenemos variantes del virus más peligrosas en el territorio.

Pero también deben mejorar las empresas y negocios, cumpliendo con su parte, sin excusas, para garantizar la seguridad de los empleados y clientes; así como la población en general, que parece encontrar justificación en los errores de algunos funcionarios, para hacer caso omiso a las recomendaciones, poniéndonos a todos en peligro. Si la población sigue transmitiendo el virus, aumentarán los enfermos y las defunciones.

Una de cal y otra de arena: conclusión

En mi opinión el balance, como lo demuestran las cifras, es positivo, se ha mantenido una exitosa estrategia contención del coronavirus que busca reducir impactos de salud y economía social. No obstante, estamos en peligro y nos toca a todos redoblar el esfuerzo. Es obligado reconocer el compromiso, sacrificio y excelente desempeño de los equipos de salud del MINSA y la CSS, y dejarlos trabajar y cumplir con su deber; a la vez que ejercemos nuestro derecho y deber ciudadano de controlar socialmente la gestión de las autoridades, todos los funcionarios públicos y, las empresas y negocios.

 

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