Llevo varios años preguntándome si es posible salvar nuestro sistema de salud. Y, aunque ya me convencí de que no será esta administración la que lo haga, confío en que las próximas autoridades logren lo que hace falta por garantizar el acceso universal a servicios de salud integrales con eficiencia, equidad, calidad y calidez, a través de un sistema público de salud que coordine de manera efectiva los esfuerzos de nuestras instituciones. En ese contexto, para celebrar el Día del Médico, renovando mi compromiso ético con la salud de la población, consideré obligatorio compartir con ustedes las ideas centrales de diversos artículos que he publicado sobre el tema. Aunque algunos lo consideren repetitivo, es un asunto de vital importancia que requiere de su discusión permanente.
Elementos de contexto
Comencé este periplo hace tres años en la publicación de La Prensa titulada Salvemos el sistema de salud. Allí, luego de 25 años fuera del país, manifesté con desconsuelo que “la situación de nuestro Sistema Nacional de Salud no ha variado en los últimos años, de hecho, puede haberse deteriorado; que son frecuentes las denuncias de la población y de los gremios de la salud; y lo peor, que nuestras autoridades no dan respuesta a este descontento y parecen tener “otra” agenda, diferente de la población que los eligió…” También subrayé que “aquí todos sabemos que es lo que hay que hacer: en lo político, en lo estratégico y en lo técnico”, solicitando respetuosamente a nuestro presidente que cumpliera con sus promesas de campaña, poniendo como prioridad en su agenda política “la Mejora y Fortalecimiento del Sistema Nacional Público de Salud integral”
Al año siguiente, nuevamente en La Prensa, buscando respuestas a la pregunta si era posible salvar nuestro sistema de salud. Señalaba que “no es raro escuchar a los ciudadanos afirmar que el sistema de salud está en crisis, y ofrecer opiniones, muchas veces acertadas, sobre cómo coordinar de mejor manera las intervenciones de los establecimientos de salud del Minsa y de la CSS, haciendo más eficientes los servicios que estas instituciones brindan, de modo que los doctores cumplan con sus horarios y estén allí cuando se les necesite, que se les atienda con prontitud, oportunidad, calidad y calidez, que no haya listas de espera para verse con un especialista o para ser operado, que no falten medicinas, que no los induzcan a buscar la atención en una clínica privada”.
Por primera vez destaqué en este blog que “no es por falta de financiamiento que el sistema de salud está en crisis, pues es harto conocido que en Panamá el gasto público en salud se mantiene en aumento desde 2009, llegando a cifras que según los expertos son suficientes para alcanzar los resultados en salud que deseamos. Los problemas surgen de la ineficiencia producto de la desorganización, propiciada por el descontrol y la corrupción, y en no pocos casos la ineptitud y falta de compromiso de muchos de nuestros funcionarios públicos, pues llegaron al puesto gracias al clientelismo con la misión, a veces única, de apoyar las necesidades y mandatos del político que los colocó en el puesto. Por ese motivo los panameños nos vemos obligados a acudir a clínicas y farmacias privadas a recibir, pagando elevados costos, los servicios que el sector público debería ofrecer de forma eficiente y gratuita, lo que genera un gasto privado en salud que supera el 25% o más del gasto total en salud”.
Aprovecho para subrayar en este momento que cuando termine esta administración, ¡entre el MINSA y la CSS habrán manejado más de 34,000 millones de balboas! Eso lo he repetido en varias publicaciones, pero sin acusar a nadie, es una cifra muy tentadora para los corruptos. Sobre todo, en un país donde la corrupción está presente y denunciada a diario. De hecho, la más reciente denuncia de corrupción la puso el actual director de la CSS y está luchando “cuesta arriba” contra la maquinaria subyacente. De hecho, desde enero de este año conformó un “Grupo de Situación” con la finalidad de analizar y resolver en tiempo perentorio cualquier problemática que afecte el buen funcionamiento de la institución. Vamos a ver qué pasa…
La persistente crisis a pesar del dinero disponible, denunciada casi a diario en nuestros medios, solo lleva a concluir que prevalece la presencia de una elevada ineficiencia, desorganización y su consecuencia la corrupción. Esto, como también he señalado antes, castiga al sistema y a sus usuarios, privilegiando los intereses de un grupo, al punto que en ocasiones dan la impresión de estar ocupados haciendo negocios hasta con los asuntos de la salud, como lo demuestran las cotidianas denuncias de privatizaciones innecesarias; construcciones redundantes, o algunas que se necesitan, pero muchas veces ni siquiera llegan a inaugurarse porque no tienen el personal, o falta la luz y el agua; contratos a favoritos para el suministro de equipos y medicamentos, con sobreprecios en todos los pagos, etc. Al final se drenan los recursos del Estado y se impide que este cumpla con su principal función de llevar bienestar social a la mayoría de la población.
Por esa razón, más recientemente insistí en “Salud para todos en Panamá: ¿es posible?”, que el desarrollo de un sistema de salud como el que queremos, que incorpore intervenciones multisectoriales, introduciendo la cobertura universal de salud para mejorar la salud y sus determinantes; requiere de resolver los asuntos que tenemos pendientes en el contexto político, social y económico que vive el país, caracterizado por denuncias diarias de clientelismo y corrupción en los tres Poderes del Estado, así como una gran desigualdad e inequidades de todo tipo en medio de un crecimiento económico que ha beneficiado principalmente a la oligarquía gobernante y sus aliados, como lo demuestran la distribución de la pobreza multidimensional en el país y los indicadores del impacto de esta pobreza en la salud de las personas: la esperanza de vida, la mortalidad infantil y la tasa de mortalidad materna.
No menos importante es el desafío de superar la debilidad del Minsa para el ejercicio de la Rectoría y las Funciones Esenciales de Salud Pública. En este sentido el Minsa ha iniciado la definición y fortalecimiento de los perfiles institucionales para una estructura organizacional, que favorezca la gestión efectiva de programas y servicios en todos los niveles y alcanzar la salud para todos. Esta reorganización tendrá además que enfocarse hacia el fortalecimiento de la capacidad para ejercer la Rectoría de un sistema unificado de salud.
Conclusión
Estoy seguro de que me he quedado corto en mi resumen, por lo que los invito a visitar los artículos que no haya citado ahora, e invito a las autoridades a reflexionar sobre nuestra posición real. Lo cierto es que a pesar de los avances persiste la falta de acceso universal a servicios de salud con calidad, calidez y equidad y hay que redoblar los esfuerzos para alcanzar los objetivos que acordamos.
Sin restar importancia a la urgencia de acabar con la corrupción y recuperar los miles de millones de balboas que se han robado los políticos corruptos de diferentes gobiernos; el “qué hacer” desde el punto de vista técnico y estratégico para avanzar hacia la cobertura universal de salud con calidad, calidez, eficiencia y equidad está escrito desde hace algún tiempo, lo resumí en “Asuntos que seguimos sin resolver” y bastaría con darle todo el respaldo político a los acuerdos del Diálogo Nacional para la Transformación del Sistema de Salud Pública, recogidos en el documento Lineamientos propuestos para la Mejora y Fortalecimiento del Sistema Nacional Público de Salud integral, en el marco de una política de estado. Por cierto, el documento reposa en el escritorio del Ejecutivo, quien recibió en noviembre de 2015 el Informe Final de la Mesa del Diálogo por la transformación del Sistema Público de Salud. Es decir, que la propuesta tiene más de dos años esperando el necesario respaldo político y financiero. Todo parece indicar que quedarán como asuntos que tendrá que resolver la próxima administración. Para que eso sea posible, será necesario que no cometamos los errores de siempre y hagamos valer nuestro voto en el 2019.