El control de la epidemia en Panamá se encuentra en un momento crítico, y muchos se preguntan si se repetirá la historia del año pasado cuando luego de una meseta y una clama relativa, padecimos el peor repunte que hemos tenido. En ese sentido, para ayudarnos a reflexionar comparto con ustedes, complementado con algunas gráficas, los argumentos centrales de mi artículo de opinión en La Estrella de Panamá el día de hoy.
Aunque esta posibilidad de un repunte ya la hemos enfrentado antes, la diferencia ahora es que nuestros vecinos enfrentan una terrible ola de la enfermedad, la cual ha desbordado su capacidad hospitalaria para enfrentarla y; lo más inquietante, que ya tenemos circulando en el territorio nacional, todas las variantes llamadas de preocupación, las cuales, como sabemos, son más transmisibles y pueden ser más letales. Vayamos al contenido…
La semana pasada, luego de 16 semanas manteniendo una inquietante meseta, presentamos un aumento de los casos y defunciones reportados por COVID-19. Cierto que las cifras están muy lejanas a las que padecimos a finales del año pasado, pero son preocupantes y constituyen una señal de alarma que no podemos ignorar; sobre todo si consideramos que también ha ido aumentando el porcentaje de positividad de las pruebas de laboratorio, lo que implica que cientos de miles de ciudadanos pueden estar positivos sin saberlo y esparcen el peligroso virus.
Frente a esta situación, muchos se preguntan ¿será que la historia se va a repetir?, ¿cuántos casos y defunciones por COVID-19 vamos a seguir sufriendo en el corto, mediano y largo plazo? La mayoría se comportan como si aquí ya no hubiera epidemia. Muchos jóvenes ya ni se ponen las mascarillas y no pierden oportunidad para retomar el desenfreno de antes, pues están confiados en que ya vacunaron a sus padres y pronto les tocará a ellos. Otros, más recelosos, han aceptado que la enfermedad se convertirá en una endemia, y todos los años, a pesar de las vacunas, tendremos brotes o repuntes que, aunque leves, producirán hospitalizaciones y defunciones.
Y es que, de acuerdo con la comunidad científica, incluso después de las vacunaciones masivas, algunas hospitalizaciones y muertes por el coronavirus serán inevitables. El control de la epidemia en Panamá, y por ende, la cantidad de casos y defunciones dependerá entonces: de nuestro cumplimiento con las medidas de salud pública, que ha vuelto a debilitarse; de la trazabilidad, que necesita fortalecerse y; de la vacunación masiva, que necesita llegar al 70% de la población lo más rápido posible para conferirnos la inmunidad de rebaño. En nuestras manos está evitar que la historia del año pasado, en la que padecimos más de 250,000 enfermos y 4,200 fallecidos, grandes pérdidas económicas y un irreparable sufrimiento en miles de hogares; se repita este año.
Y no olvidemos que, directamente relacionada con las defunciones, está la capacidad de nuestro sistema de salud, en términos de recursos humanos, camas, equipos e insumos, para atender a las personas que necesiten hospitalización. Actualmente tenemos a nivel nacional una ocupación del 54% de las camas de hospitalización en sala, del 42% de camas de UCI y semi UCI y del 21% de los ventiladores. Pero ¿qué pasará si aumenta de nuevo el número de personas que requieren hospitalización? Ya estuvimos antes al borde del colapso, ¿podremos enfrentar esa situación nuevamente?
Tampoco podemos desconocer el impacto del COVID prolongado, los síntomas continuos que afectan entre el 10% y el 20% de los infectados, causando discapacidad a largo plazo debido a la enfermedad. Si la historia se repite, aumentará el número de personas que necesiten de servicios integrales para atender las secuelas como consecuencia de la COVID-19. ¿tendremos la infraestructura, y los recursos humanos para atender a las personas que lo necesiten?
Y qué decir de la economía. Hoy la mayoría de las empresas y negocios retoman su quehacer. Los ciudadanos vuelven a los centros comerciales, a los restaurantes, a los cines, y más recientemente se aglomeran descuidados en estadios, casinos y bares. Pero todo eso puede desmoronarse cual castillo de arena si la población no cumple con su parte, y se produce un repunte de casos que solo podremos controlar con una férrea cuarentena ¿Es eso lo que queremos?
Tampoco nos podemos olvidar de más de 12 mil personas que fallecen cada año en el territorio nacional a causa de enfermedades crónicas no transmisibles, principalmente cáncer, diabetes, enfermedades del sistema circulatorio y enfermedades pulmonares crónicas. Ese grupo de población ha visto afectada la continuidad de su atención producto del COVID-19, y son las personas que representan el mayor número de fallecidos por esta enfermedad. Entonces, antes de contestar la pregunta sobre los casos y defunciones por COVID-19, debemos preguntarnos ¿qué tenemos que hacer para disminuir las defunciones por esas otras enfermedades?, que representan la pandemia que nos acompaña casi desde siempre. Esa historia tampoco debe repetirse.
Por mi parte, como señalé en un artículo previo, es evidente que estamos en riesgo de un repunte de COVID-19. Aunque el comportamiento actual de la epidemia en nuestro país genere en muchos de nosotros una sensación de calma y tranquilidad, consecuencia de los indicadores de la enfermedad que mostraban hasta la semana pasada una clara tendencia hacia la baja; es muy preocupante cuando vemos que, en la mayoría de los países del mundo, en especial en nuestros vecinos inmediatos, la situación es otra; lo que pone en peligro el control de la epidemia en Panamá, y nos obliga a reforzar el cumplimiento de las medidas que conocemos para evitar que se repita la historia.
Muchas gracias, estimado Jorge, esperando que tengamos éxito en la lucha contra Covid, con mis saludos cordiales, Cesar
Que así sea amigo!