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Derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas COVID-19De acuerdo con la OMS, levantar los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas COVID-19 es fundamental acabar con la pandemia. Para apoyar esta necesidad, puso en marcha el año pasado, la plataforma de Acceso Mancomunado a la Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP) tiene por objeto servir de medio para acelerar el desarrollo de los productos necesarios para luchar contra la COVID-19 e impulsar la generalización de la producción y la eliminación de las barreras de acceso, a fin de que pueda disponerse de los productos en todo el mundo.

Muchos países con capacidad de fabricación de vacunas pueden comenzar a producir sus propias vacunas renunciando a los derechos de propiedad intelectual, según lo dispuesto en el acuerdo ADPIC”, dijo Tedros, refiriéndose al acuerdo de 1994 adoptado por los 194 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC). “Esas disposiciones están ahí para su uso en emergencias. Si ahora no es el momento de usarlos, ¿cuándo? Este es un momento sin precedentes, y la OMS cree que es el momento de activar esa disposición y renunciar a los derechos de patente “.Comparto en este artículo un resumen de la información relevante actualizada sobre el tema, incluido un vistazo a la reciente declaración de la Cumbre de Andorra, donde también se abordó el tema de la propiedad intelectual sobre las vacunas COVID-19.

¿En qué medida la protección de la propiedad intelectual dificulta el acceso a las vacunas COVID-19?

Para ahondar en este tema de los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas COVID-19, comparto a continuación un breve resumen de traducción libre del artículo publicado originalmente en inglés por la prestigiosa revista científica Nature, bajo el título “What it will take to vaccinate the world against COVID-19”.

Para comenzar los autores nos recuerdan que “hay tres tipos principales de vacuna COVID-19: vector viral; virus completo; y ARN mensajero (ARNm). Las vacunas de ARNm están hechas de hebras de material genético que codifican una proteína en el virus que provoca una respuesta inmune. Se habían producido alrededor de 179 millones de dosis a principios de marzo, lo que representa el 43% del total. Por el contrario, el 35% de las vacunas eran virus completos y el 22% vectores virales, según los datos de Airfinity”.

La fabricación de vacunas de ARNm tiene una simplicidad, pero la ampliación es complicada, debido a que es un proceso nuevo, y hay escasez de personal capacitado. Pero el cuello de botella clave en la fabricación de vacunas de ARNm es la escasez mundial de componentes esenciales, especialmente nucleótidos, enzimas y lípidos. Esto se debe a que relativamente pocas empresas fabrican estos productos y no en cantidades suficientes para el suministro mundial. Además, estas empresas están demostrando ser lentas en otorgar licencias de fabricación para que otras puedan hacerlo, y están tratando de ampliar su producción, conservando los derechos de propiedad intelectual de la fabricación de los componentes”.

El artículo de Nature pone en perspectiva la necesidad de alcanzar una exención temporal de las reglas de propiedad intelectual sobre las vacunas, al subrayar que, “se requieren unas 11 mil millones de dosis para vacunar al 70% de la población mundial, suponiendo que se administren dos dosis por persona. Esta es la proporción que podría ser necesaria para alcanzar la inmunidad a nivel de población o de grupo”.

Frente a esa demanda (necesidad) existe una notable desigual distribución del biológico. Así, según los investigadores del Centro de Innovación en Salud Global de Duke, “los países de ingresos altos y medianos altos, que representan una quinta parte de la población mundial, han comprado alrededor de 6 mil millones de dosis; pero los países de ingresos bajos y medianos bajos, que representan las cuatro quintas partes de la población, solo han obtenido alrededor de 2,600 millones. Esto incluye 1,100 millones de dosis de COVAX”. “Si se mantiene esta tendencia, agregan los investigadores, “podrían pasar dos años o más para que las personas de los grupos de ingresos más bajos se vacunen.

¿Dónde nos encontramos?

Lamentablemente como señala una reciente publicación de BBC Mundo, “luego de casi un año de haberse creado, y suscrito por más de 40 países, el C-TAP señalado al inicio, ha tenido muy pocas respuestas. No se ha compartido ninguna tecnología. No se ha compartido nada. Es decir, la cartera de productos en el C-TAP está a cero. Ha tenido nula respuesta por parte de la industria farmacéutica, que en este caso es la titular de las patentes“.

Tal respuesta negativa no debe sorprendernos, pues la “propiedad intelectual” se refiere a un “bien económico y cultural” que incluye productos intangibles, al igual que productos físicos, reconocido en la mayor parte de legislaciones de los países y “sujeto a explotación económica por parte de los poseedores legales de dicha propiedad”. Por lo tanto, es de esperar que los países ricos, se opongan a la propuesta, argumentando que esas patentes son necesarias para incentivar la investigación y el desarrollo de medicamentos.

La nota de BBC Mundo citada antes, también señala que, “la otra forma de hacer que las farmacéuticas compartan sus tecnologías es la que presentaron Sudáfrica e India a la Organización Mundial de Comercio para suspender los derechos de propiedad intelectual de las vacunas mientras dure la pandemia. El objetivo sería el de facilitar la transferencia de tecnología y el conocimiento científico para que los países en desarrollo puedan aumentar la producción de vacunas y hacerlas accesibles a sus poblaciones. Lo que plantean India y Sudáfrica es que hay laboratorios farmacéuticos y hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente“.

En ese sentido, en una carta firmada por 175 líderes, expresidentes y galardonados por el Premio Nobel de Paz le piden al presidente de Estados Unidos utilizar su liderazgo para que personas en todo el mundo tengan acceso a las vacunas, subrayando la necesidad de apoyar una exención temporal en la Organización Mundial del Comercio (OMC) de las reglas de propiedad intelectual sobre las vacunas y tecnologías contra la COVID-19 “según lo propuesto por Sudáfrica e India, y respaldado por más de 100 estados miembro de la OMC y numerosos expertos en salud en todo el mundo”.

La propuesta se debatió en una reunión de la OMC los días 10 y 11 de marzo y las conversaciones se reanudarán el próximo mes. Los defensores argumentan que la exención permitirá a los gobiernos y los fabricantes organizar conjuntamente un aumento del suministro de vacunas. Sin tal exención, dicen, los países más pobres seguirán dependiendo de la caridad de los países más ricos y sus industrias farmacéuticas.

La OMS también aboga por lo que denomina “transferencia tecnológica coordinada”, en la que universidades y fabricantes autorizan sus vacunas a otras empresas a través de un mecanismo global coordinado por la OMS, que también facilitaría la formación del personal de las empresas receptoras y coordinaría inversiones infraestructura. Dice que este enfoque es más coherente y transparente que los acuerdos únicos de transferencia de tecnología como el existente entre AstraZeneca y Serum Institute.

Los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas COVID-19 en la Cumbre de Andorra

De acuerdo con las noticias internacionales Iberoamérica consensuó este miércoles, en la XXVII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno de Andorra, su declaración conjunta más sanitaria y medioambiental. En un texto de 72 puntos y doce apartados al que tuvo acceso Efe, los países de la región formada por los 19 de América Latina, entre ellos Panamá, España, Portugal y Andorra, abogaron por el “fortalecimiento del multilateralismo” y urgieron a la “comunidad internacional y a la industria farmacéutica a enfrentar la pandemia global de forma más equitativa y solidaria”.

Una de las grandes cuestiones de esta Cumbre, el acceso a las vacunas por parte de los países también centró gran parte del acuerdo final de la cita. Los 22 países insistieron en propiciar una “distribución urgente y equitativa de vacunas seguras y eficaces en el marco de los esfuerzos que lleva adelante la alianza de colaboración mundial COVAX”, donde están comprometidos 190 países bajo el auspicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras organizaciones multilaterales.

Manifestaron su “disponibilidad a tomar como referencia” la Declaración de Doha de 2001 sobre los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio y la salud pública, que afirma que dichos derechos no deben impedir que los países adopten medidas para proteger la salud. La adopción de dicha declaración podría abrir la puerta a una hipotética liberalización de patentes de vacunas durante el tiempo que dure la pandemia.

Amanecerá y veremos…

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