Los panameños estamos atravesando un momento de optimismo en la lucha contra la epidemia de COVID-19: nuestro reporte diario de casos y defunciones por la COVID-19 se mantiene en descenso desde hace doce semanas, alcanzando la semana pasada el esperanzador promedio de 368 casos diarios y 6 defunciones por día; en el mismo período realizamos 7,500 pruebas diarias de laboratorio y la positividad disminuyó a 4.9%, equivalente a la meta de 5% que establece la OMS para controlar la epidemia; la ocupación en salas de hospitalización y UCI va en franco descenso; estamos desarrollando un intenso programa de vacunación, que ya ha cubierto a cerca del 6% de la población, y; la economía comienza a mostrar señales de recuperación.
En este escenario, aunque estamos muy lejos de alcanzar la inmunidad colectiva necesaria para detener la epidemia, los panameños nos preguntamos si ¿podremos volver a la normalidad?, ¿cuándo volveremos a esa normalidad?, y ¿cómo será esa normalidad? Comparto a continuación los argumentos ofrecidos en mi artículo de opinión en La Estrella de Panamá.
En ese sentido, en seguimiento a mi artículo previo sobre estas interrogantes, comparto con ustedes hoy una traducción libre con las recientes perspectivas que nos ofrece la reciente publicación de la consultora estratégica global McKinsey & Company sobre la transición a la normalidad y el desarrollo de inmunidad de rebaño para el Reino Unido, Estados Unidos y Europa. Los invito a conocerlas y tomar nota, pues son pertinentes para nosotros, ya que, en el pasado, lo que ha ocurrido en Europa y USA se ha repetido, con algunas variantes, en nuestra región.
Para comenzar, los expertos señalan que, “la caída de los casos de COVID-19 en gran parte del mundo durante las últimas diez semanas señala un nuevo amanecer en la lucha contra la enfermedad, pues las vacunas están demostrando ser efectivas y están siendo aplicadas rápidamente en muchas geografías. Sin embargo, subrayan los autores que, este es un amanecer frágil, con transmisión y muertes aún altas, acceso desigual a las vacunas y variantes de preocupación que amenazan con deshacer el progreso hasta la fecha”.
Sin embargo, nos recuerda que, en los últimos dos meses se han visto desarrollos importantes: lo primero es que está demostrado que las vacunas funcionan, logrando una fuerte reducción en las hospitalizaciones y muertes, y probablemente reducen la transmisión considerablemente, aunque no en la misma medida en que previenen enfermedades graves; por otro lado, aunque existen inequidades por resolver, la cobertura de vacunación está aumentando en los países donde existe la disponibilidad; además, vienen más vacunas, pronto contaremos con la vacuna china “Coronavac”, la vacuna rusa, “Sputnik V”, además de las vacunas de Pfizer/BioNTech y AstraZeneca-SK, a las que ya tenemos acceso; no menos importante, es que, una nueva ola de terapias COVID-19, han producido datos positivos o han recibido autorización de uso de emergencia en USA, pues los datos emergentes de estos tratamientos sugieren que tienen el potencial de reducir materialmente las hospitalizaciones y muertes en los casos que ocurren, acelerando una transición hacia la normalidad.
A pesar de buenas nuevas noticias, parece claro que más variantes infecciosas preocupantes pueden generar una nueva ola de casos en los próximos meses. Peor aún, sugiere McKinsey, “estas variantes también pueden reducir la eficacia de la vacuna o permitir la reinfección. Sin embargo, estas hipótesis iniciales se basan en tamaños de muestra muy pequeños y pueden cambiar a medida que se disponga de más información. Todavía no conocemos el impacto de las vacunas contra la enfermedad grave de estas cepas. Pero si estos resultados se mantienen, la propagación de cepas contra las cuales las vacunas existentes son sustancialmente menos efectivas sería un riesgo significativo para la vida y podría retrasar el final de la pandemia”.
En todo caso, subraya la publicación, aunque la inmunidad colectiva representará un final más definitivo de la pandemia, aún pueden ocurrir casos aislados; de hecho, el virus puede continuar circulando durante uno o más trimestres después de que se alcanza la inmunidad colectiva. Pero con la inmunidad colectiva, las medidas de salud pública en toda la población pueden eliminarse gradualmente.
Empero, es probable que en los próximos años la inmunidad de rebaño no sea universal, con diferencias entre países y a lo interno de éstos. Los autores proponen cuatro escenarios posibles:
- Inmunidad colectiva a nivel nacional. Toda la población está bien protegida, de modo que el país experimenta, a lo sumo, pequeños brotes ocasionales de enfermedades. Este escenario es más probable en países más pequeños donde la inmunidad al COVID-19 puede volverse uniformemente alta.
- Inmunidad colectiva regional. Algunas regiones, estados o ciudades están bien protegidas, mientras que otras experimentan brotes continuos de COVID-19. En países grandes y diversos como Estados Unidos, esta situación es especialmente fácil de imaginar.
- Inmunidad colectiva temporal. Una población o región logra la inmunidad colectiva durante algún período, pero a medida que se introducen variantes contra las cuales la inmunidad previa es menos efectiva, se produce una nueva ola de casos. Otro desencadenante potencial para tal ola podría surgir cuando la inmunidad (particularmente la inmunidad natural) disminuya. A medida que la cantidad de casos nuevos de COVID-19 disminuya a nivel mundial, la tasa de aparición de variantes importantes también debería disminuir, pero persistirá cierto riesgo.
- Endemicidad. Una región no logra la inmunidad colectiva. La endemicidad es más probable en lugares donde el acceso a la vacuna es limitado, donde pocas personas eligen vacunarse, si la duración de la inmunidad es corta o las variantes que reducen la eficacia de la vacuna son comunes y generalizadas. La endemicidad puede incluir oleadas de enfermedades cíclicas y estacionales, muy similares a la gripe, o un ciclo de resurgimiento de varios años.
“Dependerá del porcentaje de población que se haya infectado y posea inmunidad natural y de la duración de la protección de las vacunas, que todavía es incierta. También, es probable que, algunas medidas, como las vacunas de refuerzo, sean necesarias de forma indefinida. La inmunidad colectiva no es lo mismo que la erradicación. El SARS-CoV-2 seguirá existiendo. Incluso insiste la publicación, cuando un país alcanza la inmunidad colectiva, es posible que se necesite vigilancia continua, vacunas de refuerzo y potencialmente otras medidas”.
Para alcanzar esa inmunidad colectiva, los ciudadanos debemos mantener el compromiso con las medidas de protección individuales, colectivas e institucionales que conocemos. Es la hora de aprovechar la situación para redoblar la vigilancia epidemiológica y todos los elementos de la trazabilidad, sumando ahora la vigilancia genómica en busca de variantes que ya tenemos en el territorio, y, lo más importante, a extender la búsqueda de nuevas vacunas por la urgencia de alcanzar el 70% o más de cobertura nacional.
Ojalá sea muy pronto, querido Jorge!
Que así sea querido amigo!