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Desafíos futuros en la pandemia de COVID-19¿Cómo responder a los desafíos futuros en la pandemia de COVID-19? forma parte del imaginario colectivo de toda la humanidad, y los panameños no escapamos a tan inquietante interrogante. En ese sentido, comparto resumen de traducción libre del reciente artículo de la Universidad de Harvard, HMS, titulado originalmente en inglés “The Next Wave” y los invito a la lectura completa de su contenido. No están allí todas las respuestas, pero nos ofrece argumentos muy interesantes y de obligatorio análisis.

Para comenzar, de acuerdo con Megan Murray, de Salud Global en Harvard Medical School, y codirector del grupo de trabajo de epidemiología en el Consorcio de Massachusetts sobre la preparación para patógenos, “está claro que, el SARS-CoV-2 todavía estará con nosotros durante algún tiempo y que todavía tenemos mucho que aprender sobre el arte y la ciencia de controlar la pandemia”. Esto es algo que no podemos perder de vista, pues, como señalé en mi publicación previa, “estamos al borde de una calamidad mundial”, y aunque nuestro país muestra una disminución sostenida de los casos, defunciones y hospitalizaciones, acompañada de un bajísimo porcentaje de positividad de las pruebas de laboratorio, que denota la disminución de la circulación del virus en el territorio nacional; NO somos inmunes a esta nueva ola más mortífera e infecciosa que está abrumando a los hospitales y los sistemas sociales en todo el planeta.

Desafíos futuros en la pandemia de COVID-19

Más de un año después de la pandemia, con avances en la terapéutica y niveles crecientes de inmunidad tanto de la vacunación como de la infección natural, el contagio está entrando en una nueva fase. De acuerdo con Michael Mina, profesor asistente de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Harvard y codirector del grupo de trabajo en el Consorcio de Massachusetts sobre la preparación para patógenos, “estamos en un punto crucial ahora donde las vacunas están en camino a las personas que las necesitan. Tenemos una herramienta que está funcionando…, las vacunas funcionarán y harán la mayor parte del trabajo pesado por nosotros“.

No obstante, advierte Mina, “si bien la vacuna puede significar que lo peor ya pasó, al menos donde se han administrado vacunas efectivas, habrá aumentos repentinos, como los que están sucediendo en todo el mundo ahora y los que pueden llegar este otoño” (en USA). Agregando que, “debido a que se trata de un virus nuevo y no hay datos a largo plazo, es imposible saber cuánto tiempo podría durar la protección inducida por la vacuna ni está claro cuánto tiempo perdurará la inmunidad contra la infección natural. Si la inmunidad inducida por la vacuna, de hecho, disminuye, las personas mayores, que son las más vulnerables a los estragos de la enfermedad y que recibieron las primeras vacunas, también pueden terminar perdiendo su inmunidad primero”. Esta afirmación es contundente para obligarnos a mantener la disciplina ciudadana en la aplicación de las medidas sociales y de salud pública no farmacológicas que conocemos.

Lo cierto, de acuerdo con los investigadores, es que, hoy por hoy, “es imposible saber cómo se desarrollarán las cosas, porque el virus es nuevo. A medida que pasa el tiempo, aprendemos más sobre el virus porque los expertos pueden observar cómo se mueve a través de la población a lo largo del tiempo y qué tipo de resultados han tenido las personas infectadas durante ese tiempo”.

Será necesario conocer con qué frecuencia las personas se reinfectan y qué tan enfermas se enferman la segunda vez, realizar un seguimiento cuidadoso de cómo se comportan las diferentes variantes, observar cuánto tiempo la vacuna mantiene su efectividad y observar cómo el clima y la estacionalidad afectan las tasas de infección. A medida que recopile más información, los científicos podrán ver el panorama general con mayor claridad y también podrán acercarse mejor a detalles específicos, como comprender el papel que juegan los niños en la transmisión del virus”.

¿Cuáles son nuestros mayores desafíos?

“Si el SARS-CoV-2 resulta ser similar a otros coronavirus, es probable que las personas desarrollen una relación menos mortal con él, dijo Mina. Él sospecha que lo que probablemente sucederá es que la población mundial verá lentamente que las reinfecciones comienzan a volverse menos peligrosas a medida que más personas se vacunen y adquieran inmunidad natural”. “Pero el camino para llegar allí estará lleno de baches“.

En ese contexto, agregan Murray y Mina, “muchos de los desafíos más difíciles que enfrentamos no están relacionados con la biología del virus, sino con las fuerzas políticas, sociales y culturales que dan forma a la forma en que las naciones, comunidades e individuos han reaccionado al virus”.

Por nuestra parte, como lo demuestra la información disponible, los panameños tenemos un plan claramente definido y en ejecución para controlar la epidemia. Las medidas no farmacológicas, sociales y de salud pública, así como un ambicioso programa de vacunación, fueron definidas y se siguen, con el compromiso y el apoyo de la sociedad, las instituciones y las empresas. Nuestro desafío es pues, mantener el esfuerzo, pues como señalan los investigadores, el SARS-CoV-2 todavía estará con nosotros durante algún tiempo.

Preguntas cruciales que tenemos que resolver

Aunque nuestra situación actual se presente esperanzadora, debemos estar preparados para responder ante el posible aumento repentino de casos que caracteriza ya la pandemia de COVID-19. “¿Qué hacemos? ¿Y si son solo casos? ¿Y si son hospitalizaciones, pero pocas muertes? Deberíamos estar haciendo esos planes ahora mismo”. “Si las personas más vulnerables pierden la inmunidad que obtuvieron con las vacunas en diciembre o enero, ¿qué hacemos?

Mina dice que “para el control de salud pública de los brotes causados ​​por un virus como el SARS-CoV-2, la velocidad de una prueba es más importante que su precisión porque las personas pueden propagar la enfermedad antes de que muestren síntomas”. Por su parte Murray agregó que, “el uso de herramientas que empoderen a las personas sería más efectivo si las pruebas estuvieran acompañadas de sólidos apoyos sociales que permitieran a todas las personas infectadas aislarse hasta que dejen de ser infecciosas, algo que podría requerir beneficios de desempleo más fuertes, licencia por enfermedad garantizada. y apoyo financiero para alimentos y refugio para los enfermos”.

En nuestro caso, venimos desarrollando un exitoso programa de trazabilidad, el cual se basa en el incremento progresivo de pruebas de laboratorio para detectar a las personas positivas, la identificación y aislamiento de positivos en sus casas u hoteles, la búsqueda y examen de contactos para seguir protocolo. Amén del apoyo permanente de Panamá Solidario. El desafío es mantener el esfuerzo.

Mina y Murray también señalan que hay una sorprendente falta de datos. “Estados Unidos ha realizado relativamente pocas pruebas, especialmente en personas asintomáticas, y los expertos han lamentado la falta de vigilancia genómica generalizada y de rutina, incluso cuando surgen variantes de preocupación”. Panamá está realizando un promedio de 100 pruebas mensuales para detectar las variantes del COVID-19 circulando en el país, pero necesitamos hacer más en este sentido, pues, como señala la comunidad científica, los datos son cruciales para planificar de la mejor manera.

Al final, COVID-19 es una enfermedad transmitida por el aire, muy parecida a otros coronavirus y otras enfermedades infecciosas. Hacer el trabajo científico de comprender los movimientos complejos del virus será un desafío, dijeron Murray y Mina, pero con el tiempo y los recursos, se revelarán los secretos

Los autores también hacen un llamado a la despolitización del proceso de gestión de los desafíos en la pandemia de COVID-19. Refiriéndose a USA, señalan que, “muchos epidemiólogos y funcionarios de salud pública, que ingresaron a la pandemia ansiosos por usar su experiencia para ayudar a guiar a la población mundial a través del brote de la manera más segura posible, ahora se sienten frustrados por lo que muchos dicen que fueron una serie de errores que probablemente costaron cientos de miles o millones de vidas en el primer año de la pandemia”.

Desafíos en el ámbito de la investigación clínica

Pero el alcance de la investigación epidemiológica también se extiende más allá de la salud pública y entra en el ámbito de la investigación clínica de enfermedades.

Por ejemplo, “necesitamos comprender los diversos aspectos de la enfermedad crítica, incluidos los tipos de lesión y disfunción de órganos que se observan en los casos producidos en esta pandemia de COVID-19 grave, junto con los factores de riesgo de muerte. Otros aspectos de la investigación incluyen el examen de las variaciones en el tratamiento y los resultados de un hospital a otro, así como la identificación de terapias que pueden mejorar la supervivencia”.

Los investigadores manifiestan que, “tradicionalmente, la falta de centralización en el sistema de atención médica de EE. UU. No ha permitido la generación rápida a gran escala de datos epidemiológicos clínicos. Esta iniciativa, denominada STOP-COVID (Estudio del tratamiento y resultados en pacientes críticamente enfermos con COVID-19), tiene como objetivo superar esta barrera”. Recomiendo mirar esta iniciativa, puede ser útil en nuestro país. La iniciativa está arrojando (en USA) datos valiosos sobre los factores de riesgo de muerte a nivel del paciente y del hospital en pacientes críticamente enfermos con COVID-19, lo cual es muy importante para nosotros, pues, aunque tenemos una letalidad de 1.7%, de las menores del continente, nuestra tasa de mortalidad es de 147.3 defunciones por 100,000 habitantes, de las más elevadas en América.

Los investigadores del Departamento de Política de Atención Médica de HMS y del Centro de Atención Primaria de HMS también han estado trabajando para demostrar cómo la pandemia ha afectado la prestación de atención médica y cuál ha sido el papel que ha desempeñado la telemedicina para garantizar la continuidad de la atención. Otro grupo de investigadores exploró la amenaza existencial para las prácticas de atención primaria que representa la pérdida de ingresos por la reducción de las visitas en persona. Y, no menos importante, cómo las instalaciones de cuidado de ancianos no han logrado proteger a los adultos mayores en muchos países.

Conclusión

Para terminar, reitero que, para enfrentar esta preocupante tendencia de la pandemia de COVID-19, existen soluciones, las conocemos y están a nuestro alcance para enfrentar los desafíos. Pero como afirma Angela Merkel: “sí después de trece meses de pandemia hemos aprendido alguna lección es esta: el virus no perdona ningún titubeo eso lo hace más duro; el virus no perdona ninguna vacilación, eso hace que dure más tiempo; no se puede negociar con él, solo entiende un lenguaje: el de la determinación”. ¡Seamos determinantes pues!

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