Refiriéndome al futuro de la pandemia de COVID-19, manifesté hace un año en mi columna de opinión que, “el compromiso nacional para cumplir con las medidas de distanciamiento social nos permitía vislumbrar la luz al final del túnel”. Aunque no fue el caso inmediato, pues aquí estamos todavía en la lucha contra el virus; hemos sido capaces de capitalizar la experiencia, fortaleciendo el desempeño individual, social e institucional, lo cual nos ha permitido mejorar en todos los terrenos, tanto los indicadores que definen el comportamiento de la COVID-19, así como el nuestro propio.
Además, ahora contamos con las vacunas contra la enfermedad, y hemos puesto en marcha un ambicioso programa de inmunización que, hasta la semana pasada, llevaba ya cerca de 200 mil dosis de la vacuna contra la COVID-19 aplicadas en todo el territorio nacional.
En este nuevo escenario, los panameños nos sentimos optimistas, esperanzados, y nos preguntamos, ¿y ahora qué sigue?, ¿cuál es el futuro de la pandemia de COVID-19? Aunque no tenemos todavía una respuesta clara, muchos expertos predicen que la enfermedad, en algún momento, se convertirá en una patología estacional, que no será mucho más que una molestia para la mayoría de nosotros que hemos sido vacunados o expuestos previamente a él. Pero, y esto es lo más importante, no sabemos cuánto tiempo llevará ese proceso, y cuánto daño seguirá causando este padecimiento hasta que se convierta en un resfriado común.
Para darle respuesta a la pregunta inicial sobre el futuro de la pandemia de COVID-19, STATnews, el prestigioso sitio Web estadounidense de noticias orientado a la salud, entrevistó a varios expertos y todos parecen coincidir en que, “el desafío podría ser reconocer cómo se ve el final”. Algunos expertos pueden marcarlo cuando las muertes diarias caen por debajo de un cierto umbral o cuando los hospitales ya no enfrentan una gran cantidad de casos. Pero no será como despertar de una pesadilla, pues no terminaremos para siempre con el virus que causa el Covid-19. Afirman que “gradualmente, menos personas se enfermarán, más actividades se considerarán más seguras y algo que se aproxima a la normalidad regresará”.
En el corto plazo, Panamá parece estar en lo que los epidemiólogos llaman, un punto de inflexión. Desde hace siete semanas mantenemos un marcado descenso en el número de casos y defunciones; cada vez son menos las hospitalizaciones en salas y en UCI; la velocidad de transmisión del virus se encuentra por debajo de 0.9, y; nos acercamos cada vez más al 5% necesario de positividad en las pruebas de laboratorio, considerado como necesario para controlar la epidemia.
Pero todavía el virus está circulando por todo el territorio; aunque vamos avanzando en la cobertura de vacunación, dependemos de la industria farmacéutica para alcanzar el 70% necesario para la inmunidad de rebaño y frenar la epidemia, y; está el asunto de las variantes del virus, que parecen ser más contagiosas, y que siempre ocurrirán si no frenamos rápidamente la transmisión.
Sobre este escenario cortoplacista para el futuro de la pandemia de COVID-19, los expertos entrevistados por STAT, opinan que, “la transmisión generalizada del virus podría ser reemplazada por brotes más esporádicos y localizados”, lo cual, agrego yo, requerirá del fortalecimiento de las intervenciones de salud pública, incluida la vacunación, focalizadas a nivel de los corregimientos que estén reportando más personas positivas.
Sobre el futuro de la pandemia de COVID-19 en el mediano plazo, existe la duda sobre la duración de la inmunidad colectiva que proporcionan las vacunas. A la luz de los conocimientos actuales, muchos expertos opinan que, ni la infección por Covid-19 ni la vacunación confieren inmunidad de por vida que bloquee las infecciones por completo. Afirman que, las personas volverán a ser vulnerables, ya sea porque su inmunidad disminuye o porque el patógeno evoluciona de manera que le permite infectar incluso a las personas que tienen protección contra cepas anteriores. Y a eso hay que sumarle las personas que van naciendo cada día y se suman al grupo de los susceptibles. Y no olvidemos la posibilidad real del surgimiento de nuevas variantes que pueden ser resistentes a las vacunas actuales. Pero recordemos que esa creencia puede cambiar a medida que surgen las próximas generaciones de vacunas, más efectivas y con protección mucho más duradera para todos los grupos de edades.
Finalmente, son muchos los que piensan que, dentro de unos años, el SARS-CoV-2 podría unirse a las filas de los cuatro coronavirus estacionales endémicos que causan una gran cantidad de resfriados comunes cada año. Y eso será posible porque nuestro sistema inmunológico, preparado por vacunas, refuerzos y encuentros previos con el coronavirus, estará listo para hacer retroceder al virus cuando lo veamos nuevamente, bloqueando potencialmente una infección o conduciendo a una que no causa síntomas graves.
Parece claro entonces, que, es improbable que la transmisión del virus se termine “de una vez para siempre”. El futuro de la pandemia de COVID-19 dependerá de que mantengamos las medidas que conocemos y avancemos rápidamente con la vacunación. Así mantendremos una baja circulación del virus y una disminución lenta pero progresiva de los casos y defunciones por la enfermedad. Al igual que los entrevistados, me siento optimista de que, el final de esta fase de crisis, está a la vista. De nosotros depende.
Gracias y felicitaciones por más este artículo precioso, querido Jorge!
Gracias querido amigo!
Es cierto de nosotros depende controlar paralelamente con la vacuna el virus, que aún no sabemos cuándo ni como se podrá eliminar o disminuir lo más posible.
Gracias, así es!