Para conversar sobre los efectos de la comida chatarra en la salud y en la generación de carbono, me valdré de un brevísimo resumen de la información que nos ofrece la Organización Panamericana de la Salud en su publicación “Consumo de alimentos y bebidas ultra-procesados en América Latina: Tendencias, impacto en obesidad e implicaciones de política pública”. Complementaré compartiendo las ideas centrales del excelente artículo titulado “El precio real de la comida chatarra”, publicado el día de ayer en La Estrella de Panamá. Al final, hago una reflexión donde me pregunto: ¿Por qué, a pesar de conocer los efectos de la comida chatarra en la salud, somos así, descuidados y poco importa?
Efectos de la comida chatarra en la salud
De acuerdo con La Organización Mundial de la Salud y el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer las bebidas azucaradas, los snacks de alta densidad energética y la “comida rápida (chatarra)”, todos ellos ultraprocesados, contribuyen a la obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y varios cánceres. Es decir, los efectos de la comida chatarra en la salud, son harto conocidos. Por otro lado, un estudio reciente, demostró que las ventas de comida rápida era un predictor independiente del promedio de Índice de Masa Corporal (obesidad y sobrepeso) en los países de la OECD. La Fig. 2 muestra cambios de IMC en América Latina en adultos en función de las ventas de “comida chatarra” entre 1999 y 2009. Los países donde las ventas de productos ultraprocesados son menores y donde las dietas tradicionales aún prevalecen, como Bolivia y Perú, tienen un promedio de IMC menor, mientras que los países donde las ventas de esos productos son mayores, como México y Chile, tienen un promedio de IMC mayor.
Efectos de la comida chatarra en la salud de los panameños
Desde el 2015, cuando se llevó a cabo la primera jornada del Censo de Salud Preventiva, hasta el 17 de agosto de este año se han logrado censar a un total de 578 mil 417 adultos de 40 años o más. Los resultados preliminares de las 331 jornadas del Censo de Salud Preventiva indican que las enfermedades que más padece la población censada hasta el momento son: obesidad o sobrepeso 45%, hiperlipidemia 38%, hipertensión arterial 35%, diabetes mellitus 13% y las enfermedades renales 3%.
Todas estas condiciones evidencian los malos efectos de la comida chatarra en la salud de los panameños, pues todas están relacionadas con los malos hábitos alimentarios, en especial con la ingesta rutinaria de comida chatarra. Es probable que la presencia en la población sea mayor porque estas cifras corresponden a las personas que se acercaron a ser atendidas, lo que implica que son personas preocupadas por su salud o que se sienten mal, lo cual no es el caso de toda la población, por lo que es muy probable que sean muchos los panameños que padecen una Enfermedad crónica y no lo saben porque todavía no les ha dado síntomas.
Pero el asunto no queda ahí. De acuerdo con la versión más reciente de las Estadísticas Vitales del INEC, las principales causas de muerte en la República de Panamá durante en el período 2013-2018, fueron las que se aprecian en la siguiente gráfica.
Estas causas de muerte, relacionadas en forma directa o indirecta con la comida chatarra, han sido las principales en los últimos cinco años, representan el 67% de todas las defunciones, sumando cerca de 40,000 muertes en el período, y lo más importante, que, la mayoría, si no todas, de estas amenazas a salud son prevenibles, se pudieron evitar, o por lo menos prolongar la vida en buenas condiciones para la mayoría de los afectados.
Y esto ocurre a pesar de que en Panamá todos sabemos, tanto las autoridades como la población, que los principales factores de riesgo que explican la tendencia de muertes y discapacidad por enfermedad y accidentes y violencias de todo tipo, son los estilos y hábitos de vida insalubres. En especial las dietas malsanas (comida chatarra), la inactividad física, el consumo dañino de alcohol, tabaco y drogas, el sexo inseguro.
Resumen del artículo “El precio real de la comida chatarra”
- El artículo inicia destacando que, existen costos externos que no están representados en el precio de una simple hamburguesa. Este precio debe incluir la huella de carbono que genera y la epidemia de obesidad que produce, y que hasta ahora no se incluyen en el costo total de su elaboración. Se estima que, en Panamá, con un precio promedio de $4.90, se comen más de 35 millones de hamburguesas por año de todas las formas y tamaños. Incluso, esta semana se celebra ‘Burger Week’.
- Con respecto a la huella de carbono, The Meat Eater’s Guide valoró en 2011 que la huella de carbono para una libra de hamburguesa es 27 libras de CO2 y para una libra de queso es 14 libras de CO2. El costo de este carbono para el pan es difícil de determinar con precisión, pero al final la valoración oficial de la contaminación de gases de efecto invernadero se estima en por lo menos $40 por tonelada métrica de emisiones de CO2. Un cálculo conservador de las externalidades de una hamburguesa con respecto a su huella de carbono varía entre 25 centavos y $1.70, y esos son solamente los costos que son fáciles de calcular.
- Con relación a los costos calculables a la obesidad (producto de la ingerta de comida chatarra) la valoración es un poco más complicada. Existen evidencias de que un factor importante en el crecimiento de la obesidad es el aumento en la disponibilidad de alimentos densos en calorías, y aquí sin duda el consumo de comida rápida juega un papel trascendental. Entre 1970 y 2010, la ingesta de calorías per cápita en Panamá aumentó un 30 %. El sector de comidas rápidas creció de tres establecimientos por kilómetro cuadrado en 1970 a un promedio de 42 en 2010. Los establecimientos de comida rápida, y con ello las franquicias y demás restaurantes son hoy día la fuente del 20 % del consumo de calorías en las zonas urbanas de Panamá.
- Aunque una buena cantidad de las calorías diarias de los panameños proviene de comida rápida, su correlación con las altas tasas de obesidad no es causalidad. Pero ciertamente la comida rápida desempeña un papel en el aumento de la ingesta calórica de alimentos ricos en grasas saturadas y azúcar, y demás carbohidratos hiperprocesados. El Presupuesto General del Estado de 2019 incluye más de 400 millones de dólares para cubrir gastos relacionados a enfermedades no transmisibles, muchas de ellas prevenibles con cambios en los hábitos de vida y mejoras en estilos alimentarios.
- El año pasado, las cadenas de comida rápida (comida chatarra) recaudaron más de $450 mil millones en ventas alrededor del mundo. No es una locura señalar que las externalidades asociadas con este tipo de productos superan con creces los beneficios que se publicitan en sus precios bajos y tamaños agrandados. Si esas externalidades fueran asumidas responsablemente por estas compañías, la industria no sería tan rentable como es ahora y estarían obligados a reinventarse o elevar sus precios significativamente, algo perfectamente viable para lograr un punto de equilibrio que incluya la verdadera realidad de los costos.
- Concluye subrayando que, es hora de propiciar un sistema de contabilidad responsable que incluya los costos externos (producto de la comida chatarra y en la huella de carbono) en la determinación de los precios y promueva un sistema de alimentación saludable con el objetivo primordial de crear el vínculo entre nutrición, equidad y sostenibilidad.
¿Por qué somos así, descuidados y poco importa?
Asumiendo que la mayoría de las personas (adolescentes y adultos) conocemos los efectos de la comida chatarra en la salud, la pregunta es muy válida: ¿por qué nos hartamos de comida chatarra?, ¿por qué no hacemos ejercicios?,¿por qué fumamos y consumimos alcohol en exceso?, etc.…
Yo tengo dos respuestas a esa pregunta: la primera tiene que ver con nuestra cultura, y es posible que, así como lo hacen en cada momento, también muchos panameños crean que le pueden jugar vivo a la enfermedad y dicen que: “yo no estoy gordo o gorda, estoy macizo o bien rellenita”, “yo tomo poco y nunca me emborracho”, “cuando tomo es cuando mejor manejo”, etc.… NO menos importante es que la mayoría de los panameños pasan muchas horas en la calle, ya sea trabajando (muchas veces mal remunerado y en malas condiciones), en el transporte público, sometidos a un estrés sistemático que comienza al momento de llegar a la parada de bus y esperar dos horas para subirse a un transporte colectivo, que pone en riesgo la vida de los pasajeros y peatones. La mayoría de nuestros compatriotas se levanta a las 4:00am para poder llegar a tiempo al trabajo, come cualquier cosa al medio día y regresa a su casa después de las 9:00pm. Entonces: ¿cómo alimentarse sanamente?, ¿cómo hacer ejercicios a esa hora?, ¿Cómo evitar que los asalten o asesinen si salen a caminar de madrugada o en altas horas de la noche?, ¿cómo alcanzar la salud y bienestar que merecemos?
La otra tiene que ver con el Modelo de Atención que llevan a cabo nuestras instituciones públicas, el cual es un modelo centrado en la enfermedad, que no hace suficiente por promover el cultivo de estilos de vida saludables en la población y ayudarnos a protegernos de los efectos de la comida chatarra. Ya sea porque la frecuencia de los mensajes es insuficiente, o porque los contenidos están redactados de una forma que no les llega a las personas. Lo cierto es que las estadísticas disponibles demuestran que no hemos conseguido los resultados esperados, por lo que estamos obligados a investigar las razones y desarrollar nuevas estrategias.
Eso cuesta dinero y hay que invertirlo para alcanzar la salud y bienestar. Ya he señalado aquí que el monto del presupuesto de la CSS y el MINSA en estos cinco años, asciende a 34,000 millones de balboas. Cifra más que suficiente para cambiar el modelo de salud y transformar el sistema, orientándolo a la Promoción de la Salud para que los panameños nos protejamos de los efectos de la comida chatarra en la salud.