La semana pasada se presentó un brote de tosferina en la comarca Ngäbe Buglé. Hasta la fecha han fallecido nueve niños y se han confirmado 81 casos de enfermedad. Es sabido que las muertes por tosferina ocurren en niños que no han sido vacunados, o con la vacunación incompleta contra la tosferina en la edad que les corresponde (a los 2, 4 y 6 meses), y tampoco sus madres fueron vacunadas durante el embarazo. Ese precisamente es el caso de los niños fallecidos en el corregimiento de Loma Yuca de la comarca Ngäbe Buglé. Ni ellos ni sus madres fueron vacunados, por esa razón enfermaron y fallecieron algunos.
Frente a estas muertes por tosferina y los casos de la enfermedad, más la probabilidad real de que se presenten más casos y más muertes; yo me pregunto ¿qué hace el ministerio de salud para evitar esta situación?
Para contestar esa pregunta, me referiré al modelo de atención externalizado que impulsa el MINSA en nuestras comarcas indígenas, a la necesidad de fortalecer la provisión pública de servicios de salud en dichas áreas y la función de regulación y fiscalización que le corresponde. Dejo la defensa institucional para los artículos de opinión de las autoridades, quienes deberían rendir cuentas públicas sobre estas nueve muertes por tosferina en la comarca Ngäbe Buglé, y los correctivos que desarrollarán antes de terminar su gestión.
¿Qué dice el MINSA sobre las nueve muertes por tosferina en la comarca Ngäbe Buglé?
El Ministerio de salud afirma en un comunicado el 1 de febrero que “se ha detectado un brote de tosferina en la comarca Ngäbe Buglé” (es decir, que contaron los casos) y subraya que “está aplicando desde el conocimiento del evento, todas las medidas de prevención y control ante esta enfermedad”. A lo que yo pregunto, ¿y antes del evento qué medidas estaban aplicando para que no se presentara el brote? Es claro que poco o nada, pues los enfermos no estaban vacunados y se presentó el “brote”.
En el mismo comunicado, le pasan la responsabilidad por el brote de tosferina a nuestros pueblos originarios y su cultura, permiténdose la licencia de excusarse manifestando que “nos enfrentamos a barreras geográficas, culturales, religiosas y de alta movilidad de los grupos afectados que rechazan las acciones sanitarias que dificultan su control”. Penosa afirmación que refleja desconocimiento de las intervenciones de salud pública recomendadas para el abordaje integral de las necesidades de salud en poblaciones indígenas, respetando su cosmovisión.
El día previo al anuncio del brote de tosferina en la comarca, el ministro de salud anunció triunfalmente al pleno de la Asambles Nacional, que el MINSA alcanzó importantes logros para beneficio de la salud de la población panameña, lo cierto es que, para los nueve niños fallecidos y sus familias, la realidad es tristemente otra. Y allí, en de la comarca Ngäbe Buglé, el MINSA no cumplío con su misión de “garantizar el acceso a una atención integral de salud en las comarcas indígenas”. Si hubiera cumplido, todos los niños y sus madres estarían vacunados y no hubieran ocurrido ni los casos de enfermedad ni las muertes.
Brote de tosferina en la comarca Ngäbe Buglé: ¡un modelo de atención que no funciona!
En mi publicación “Externalización de los servicios públicos de salud: reflexiones para las nuevas autoridades”, informé que la COMENENAL considera que “el contrato de Organizaciones Extrainstitucionales (OE´s) para llevar a cabo la atención de salud en las áreas apartadas del país, es negociado sin impacto en los indicadores de salud de las poblaciones que atienten”. En esa denuncia previa sobre este asunto, señalaban los agremiados que “desde el diagnóstico de salud de 2015, está demostrado que las OE´s no han tenido ningún impacto sobre las brechas de salud en las comarcas y áreas apartadas”, agregando que “Panamá incumplió con los ODM (Objetivos del Milenio) precisamente por fallar en disminuir las mortalidades infantil y materna en las áreas que atienden las OE´s”. La triste noticia de las nueve muertes por tosferina, parece darle la razón al gremio de trabajadores de la salud.
Lamentablemente no encontré información sobre estas contrataciones en la sección de transparencia en la página Web del MINSA.
Pues bien, luego de conocerse de las nueve muertes por tosferina en el corregimiento de Loma Yuca de la comarca Ngäbe Buglé, la COMENENAL vuelve a denunciar que el modelo de externalización de servicios médicos para regiones apartadas no funciona, y subrayan en esta ocasión que:
- Es un modelo para pobres, que sigue dejando en igual situación de cobertura insuficiente a esas poblaciones. No se puede justificar para un país de ingresos altos como el nuestro.
- El modelo delega la responsabilidades indelegables del MINSA a empresas privadas. Queda el ministerio sin pleno control sobre el problema, ni siquiera sobre el programa Por eso no cumplió los Objetivos del Milenio (ODM), y de seguir así no cumplirá los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030.
El comunicado de la asociación gremial propone como solución única posible: el fortalecimiento integral del MINSA en las comarcas, garantizando los recursos humanos, la red de servicios y el financiamiento para la atención integral oportuna y de calidad. Instan igualmente sobre la necesidad de abordar de forma integral la problemática del supuesto rechazo a la medicina occidental, considerando estudios vinculantes de antropólogos, sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales y trabajadores comunitarios.
Intimamente relacionado con el modelo de atención, está el modelo económico que impulsa la actual administración, el cual refleja el nivel de importancia que tienen las comarcas y provincias más pobres en la agenda política que ha desarrollado el gobierno, el cual no beneficia a todos los panameños. Si los beneficiara, el informe del IPM de 2017, no hubiera revelado que más del 90% de los habitantes de las comarcas, viven en condiciones de pobreza multidimensional, lo cual contribuye fuertemente a cifras de enfermedad y mortalidad inadmisibles, como lo demostré en mi publicación sobre la equidad en salud, desigualdad y pobreza multidimensional.
Brote de tosferina en la comarca Ngäbe Buglé: ¿cómo evitarlo?
Capacidad de resolución
No hay duda que hay que comenzar “fortaleciendo la capacidad de resolución de la red de servicios de salud” en aquellas áreas donde se carece de los recursos esenciales para brindar una atención oportuna y de calidad (comarcas y provincias más pobres), en especial en este caso la capacidad del programa ampliado de inmunizaciones para evitar más enfermos y muertes por tosferina y por cualquiera de las enfermedades prevenibles por vacunas. Sobre el abordaje recomendado para superar las debilidades del sistema de salud panameño, en especial la desigual distribución de instalaciones, recursos humanos y gasto en salud; compartí abundante información previamente, por lo que me limitaré a invitarlos a la relectura reflexiva de los mismos. Subrayo, para no haya excusas, la necesidad de abordar de forma integral la problemática del supuesto rechazo a la medicina occidental, considerando estudios vinculantes de antropólogos, sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales y trabajadores comunitarios.
Ejercicio de la Rectoría
Adicional al fortalecimiento de la capacidad de resolución en el nivel local, está la necesidad de que el MINSA ejerza de forma de forma efectiva las funciones de regulación y fiscalización, precisamente garantizar que todos los prestadores de servicios de salud en el área cumplan con su misión. Obviamente, este no ha sido el caso, pues en lugar de fortalecerse para cumplir su misión, el MINSA delegó en terceros (externalizó) esta responsabilidad, y no cumplió con su función rectora de regular y fiscalizar la labor de estos terceros. Esto último es especialmente grave y cuando llegue la hora de rendir cuentas, deberán rendirlas por esas nueve muertes por tosferina.
Conclusiónes
El brote de tosferina en la comarca Ngäbe Buglé no debió ocurrir.
Existen los recursos humanos capaces y suficientes en el nivel central del MINSA, pero en muchas ocasiones falta el respaldo político y financiero para el ejercicio de sus funciones. Cosa diferente es en los niveles regionales, donde muchas veces no hay los recursos humanos con las competencias requeridas, y tampoco hay el presupuesto para llevar a cabo las actividades.
Es una prioridad fortalecer la capacidad de resolución de la red de servicios públicos de salud y, en este caso, la del programa de inmunizaciones para así lograr coberturas de vacunación altas en las comarcas y homogéneas en todo el país.
Salvo algunas (contadas excepciones), Panamá no necesita de la externalización de los servicios de salud. Contamos con los recursos físicos, humanos y financieros para brindar a nuestra población los servicios de salud que requiere, sin necesidad de beneficiar a terceros para que hagan lo que el Estado puede y debe hacer.
En aquellos casos en los que la externalización de los servicios de salud sea la única opción posible, esta debe ser regulada de manera estricta, garantizando la mayor calidad al menor costo posible y, la creación de capacidades nacionales para asumir en el corto plazo los servicios externalizados.
Comparto comentario autorizado de Jorge Sarsaneda, con el cual estoy plenamente de acuerdo.
¿Razones? del Minsa: “nos enfrentamos a barreras geográficas, culturales, religiosas y de alta movilidad de los grupos afectados que rechazan las acciones sanitarias que dificultan su control”.
+ ”barreras geográficas”: No las hay realmente. Panamá tiene recursos de sobra para llegar a los mal llamados “lugares de difícil acceso”, sobre todo si lo que está en juego es la vida de la gente. Si no, ¿para qué tantos millones al “ejército” panameño?
+ “barreras culturales”: Es cierto que es una cultura diferente, pero eso se solucionaría contratando a krägä bianga (médicos tradicionales) y ngibiaga (parteras) que funcionen en los puestos de salud. Habría más confianza, mejor comprensión, más claridad, menos miedo…
+ “barreras religiosas”: Se refieren, por lo que he escuchado, a pequeños grupos del movimiento religioso “mama-tata” que tienen como principio defender la identidad cultural y no dejarse avasallar por gente “de afuera”. O sea, tienen todo el derecho de hacerlo. Sin embargo, si alguien “de afuera” (que no conozco, de quien he desconfiado secularmente) viene a introducir en los niños cosas que no sé qué son, obviamente lo rechazo. Me parece una burda excusa.
+ “alta movilidad”: ¿A qué se le llama “alta” movilidad? ¿Salir una vez al año a buscarse el sustento monetario? En Costa Rica los tratan mejor. Si hubiera posibilidades de producción y comercialización en la Comarca, no habría necesidad de esa movilidad.
En conclusión: De acuerdo con lo que usted concluye, especificando que si hay personal de medicina tradicional presente en los centros y puestos de salud, se podría obviar toda esa palabrería de excusas y, lo más importante, no hubiera habido el tal “brote”.
Gracias por escribir de estas cuestiones