Como todos los años en esta época, comparto con ustedes información que considero importante para ayudarnos a reflexionar sobre la necesidad de moderar el consumo de alcohol y bajar la velocidad al conducir un automóvil; hábitos fundamentales para cuidar la vida en estos carnavales y en todo momento. Para desarrollar el primer asunto me apoyaré en el contenido de mi artículo publicado el día de hoy en el diario La Prensa titulado “Moderemos el consumo de alcohol”. La cuestión de la velocidad la abordaré compartiendo los aspectos más importantes de mi publicación de este blog titulada “Baja la velocidad si quieres llegar”. No faltará quien me considere “repetitivo”, no importa, corro el riesgo por la relevancia de los temas y espero que valoremos los contenidos, cambiando para bien nuestros estilos de vida. Veamos…
Cuida la vida: modera el consumo de alcohol y baja la velocidad
Inicio subrayando la necesidad de moderar nuestro consumo de alcohol, pues los excesos tienen consecuencias dañinas para la salud, afectan negativamente a nuestras familias y nuestro país, y es reconocido en un estudio de la OPS que mujeres y hombres panameños beben entre cinco y doce litros de alcohol respectivamente al año, superando en ambos casos los promedios mundiales, lo que nos proporciona la poco honrosa distinción de ser el segundo país de Centroamérica con mayor consumo de alcohol per cápita. Veamos alguna información relevante sobre los riesgos que corremos al consumir alcohol en exceso, esperando que nos ayude a tomar conciencia y vencer el desenfreno.
El principal riesgo en el corto plazo son las lesiones y muertes por choques de vehículos automotores, caídas, ahogamientos y quemaduras. En Panamá de acuerdo a las estadísticas que nos ofrece el INEC cada año fallecen en promedio más de 450 personas en accidentes de tránsito, 125 por ahogamiento y más de 60 por una caída. La mayoría de los accidentes y las muertes fueron durante los fines de semana y días feriados. Siguen siendo las principales causas de estos fallecimientos manejar bajo los efectos del alcohol, el exceso de velocidad y los comportamientos temerarios.
A propósito de las fiestas que se aproximan, el INEC también nos informa que el año pasado el 35% (141 personas) de las muertes por accidentes de tránsito ocurrieron durante los meses de febrero, marzo y abril.
También nos informa el INEC que en el quinquenio de 2012 a 2016, el 53% de los conductores implicados en accidentes de tránsito fatales, tenían menos de 39 años. Una conclusión lógica que no niego, es que hay más conductores en este grupo de edad, otra es que a nuestros jóvenes les gusta la velocidad. En todo caso, es una invitación a reflexionar…
Sobre el asunto de la velocidad excesiva, la OMS nos informa que: “el exceso de velocidad es uno de los principales factores de riesgo de lesiones causadas por el tránsito, e influye tanto sobre el riesgo de accidente como sobre sus consecuencias. Cuanto mayor es la velocidad media de la circulación, mayor es la distancia de detención al frenar y mayor es también la probabilidad de que se produzcan accidentes. Hay otros factores que influyen, como el consumo de alcohol, la configuración de la vía, la densidad del tránsito y las condiciones meteorológicas” (OMS).
Es decir, mientras más rápido vas, menos chance tienes de frenar a tiempo y más chance tienes de estrellarte y matarte. Y peor es si vas ebrio.
Pero el consumo desenfrenado de alcohol también provoca casos de violencia, como homicidios, suicidios, agresión sexual y violencia doméstica con parejas sexuales. Sobre esta posibilidad el INEC nos informa que cada año ocurren en promedio en el país 400 homicidios y más de 100 suicidios. Todas causas de muerte posiblemente relacionados con los efectos de la intoxicación alcohólica, pues tanto hombres como mujeres se transforman al beber alcohol, perdiendo temporalmente la capacidad e discernir entre el bien y el mal.
También lleva a comportamientos sexuales riesgosos, como tener relaciones sexuales sin protección o con múltiples parejas, pues, de nuevo, hombres y mujeres bajo los efectos del alcohol se sienten capaces de cualquier conquista y no miden las consecuencias. Estos comportamientos pueden ocasionar embarazos no planeados o enfermedades de transmisión sexual, como el VIH.
El consumo excesivo de alcohol también provoca enfermedades crónicas y otros serios problemas como hipertensión arterial, enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares, enfermedad del hígado y problemas digestivos; cáncer de mama, boca, garganta, esófago, hígado y colon; problemas de salud mental, como depresión y ansiedad. En Panamá, de acuerdo a la información oficial, cada año cerca de 10,000 ciudadanos pierden la vida prematuramente por “enfermedades crónicas no transmisibles”, relacionadas en forma directa o indirecta con estilos de vida asociados a factores de riesgo para la salud, y la vida, entre ellos el consumo nocivo de alcohol.
No menos importantes son los problemas sociales, como pérdida de productividad, problemas familiares y desempleo; y la dependencia al alcohol o alcoholismo que lleva, si no es tratada, a todos los males antes señalados.
Este lamentable panorama seguirá empeorando los panameños no tomamos conciencia de esta amenaza a la salud pública y si no se adoptan de inmediato medidas eficaces para promover, proteger y mejorar la salud y el bienestar de todos sus ciudadanos por encima de los intereses comerciales, que en Panamá son de gran magnitud, generando a los dueños de la industria más de 300 millones de balboas solo el año pasado.
Entonces conciudadanos, cuidemos la vida en estos carnavales, porque al regresar del festejo, nuestras familias y el país nos necesitan saludables y productivos.