UNICEF acaba de publicar una carta abierta en la que propone cinco oportunidades para los niños que debemos aprovechar ahora, afin de garantizar el disfrute de nuestros niños a sus derechos. La Carta Abierta comienza subrayando que, “la COVID-19 es la primera crisis verdaderamente mundial de la que somos testigos. Independientemente de dónde vivamos, la pandemia nos afecta a todos, sobre todo a los niños. Millones de niños se han quedado sin los servicios básicos de salud, educación y protección sencillamente por haber nacido en la pobreza o a causa de su origen étnico, su raza o su religión. La COVID-19 ha acentuado esta brecha de desigualdad, y las repercusiones de la pandemia en el plano social, económico y de la salud seguirán haciendo estragos durante años, amenazando los derechos de los niños”.
A renglón seguido nos invita a “no dejarnos intimidar o quedar paralizados por estos obstáculos”, agregando que, “la historia nos reclama una vez más. En las graves crisis mundiales que han ocurrido en el pasado, desde guerras hasta pandemias, los dirigentes se han unido para negociar acuerdos y pactos y consensuar nuevas formas de restablecer la paz, recuperarse, reconstruir y cooperar”.
Las cinco oportunidades para los niños están descritas en un plan concreto y práctico para proteger a nuestros niños: “una promesa de nuestra generación a la siguiente de invertir en salud y en educación, crear sistemas y servicios más resilientes que puedan llegar a todos los niños y garantizar que los recortes presupuestarios y las recesiones económicas no les perjudiquen”.
Para superar las dificultades que afrontan los niños del mundo, UNICEF propone fomentar las alianzas y la solidaridad trabajando sobre la base del pasado, con ambición y confianza en nuestro futuro, para aprovechar esta cinco oportunidades para los niños. La Carta Abierta subraya que, “no se trata de que las cosas vuelvan a ser como eran: para cientos de millones de niños del mundo, la normalidad nunca fue lo suficientemente buena”.
Los panameños, gobierno y sociedad, no podemos dejar pasar estas cinco oportunidades para los niños. Recordemos que, de acuerdo con la medición del Indice de Pobreza Multidimensional (2018), 453,837 o el 32.8% de los menores de 18 años del país se encuentra en condiciones de pobreza multidimensional, es decir, aproximadamente uno de cada tres niños, niñas o adolescentes, se encuentran privados en tres o más indicadores que conforman este índice.
A continuación, les presento un brevísimo resumen de las cinco oportunidades que, para los niños, señala la Carta Abierta de UNICEF, y los invito a la lectura completa del documento, y del plan concreto y práctico. Debe ser un referente obligado para el quehacer de nuestras autoridades en los asuntos de la salud de la niñez.
Para que las vacunas funcionen, debemos infundir confianza en ellas
“Ahora que se han desarrollado distintas vacunas contra la COVID-19 en todo el mundo, podemos concentrar nuestra atención en la larga y difícil lucha para eliminar este virus del planeta con igualdad y justicia, llegando a todas las personas, incluidas las más pobres y excluidas. UNICEF es un aliado implicado en el Grupo de Compromiso Anticipado de Mercado del Mecanismo COVAX, una asociación mundial dirigida a garantizar un acceso justo y equitativo a las vacunas contra la COVID-19 en todo el mundo. Nuestro objetivo es asegurar que ningún país ni ninguna familia queden rezagados cuando las vacunas estén disponibles. Con este propósito, dirigiremos iniciativas para adquirir y suministrar vacunas contra la COVID-19 y utilizaremos las infraestructuras con las que contamos a fin de ayudar a facilitar su distribución incluso a las zonas más remotas, sorteando las dificultades logísticas. Los gobiernos deben trabajar juntos y cerciorarse de que las vacunas contra la COVID-19 sean asequibles y accesibles para todos los países”.
Cerrar la brecha digital puede ayudar a brindar una educación de calidad para todos
“En el momento álgido del cierre de las escuelas a principios de 2020, casi un 30% de los niños en edad escolar del mundo no contaban con acceso a la educación a distancia. De hecho, solamente poco más de la mitad de los hogares de la mayoría de los países del mundo disponen de acceso a internet”.
“La COVID-19 ha acentuado esta urgencia. Nos encontramos ante una oportunidad única en toda una generación de conectar a cada niño y cada escuela a internet y proporcionarles nuevas herramientas digitales que los ayuden a desarrollar las habilidades necesarias para alcanzar su potencial, tanto durante la pandemia de la COVID-19 como después”.
“Los gobiernos deben dar prioridad a volver a abrir las escuelas y tomar todas las medidas posibles para reabrirlas en condiciones de seguridad. No obstante, esta pausa prolongada del aprendizaje también nos ha permitido replantearnos las formas en que proporcionamos la educación. Por su parte, la campaña Reimaginar la Educación de UNICEF está transformando el aprendizaje y el desarrollo de habilidades con el fin de ofrecer una educación de calidad para cada niño a través del aprendizaje digital, la conexión a internet, los dispositivos, la asequibilidad de los datos y la participación de los jóvenes. Nuestro objetivo es llegar a 500 millones de niños y jóvenes antes del final de 2021, y esperamos que a 3.500 millones antes de 2030. Junto con numerosos aliados del sector privado y los gobiernos, esta tarea requerirá medidas como distribuir libros de texto a ubicaciones remotas, promover la retransmisión de programas educativos de radio y ofrecer educación a los niños allá donde vivan, incluso a través de mensajes de texto, grupos de WhatsApp y podcasts”.
La COVID-19 ha centrado la atención en la salud mental de los jóvenes del mundo
“La salud mental sí es para tanto, y es tan importante como la salud física. Esto es especialmente cierto durante la infancia y la adolescencia, el periodo en el que asentamos las bases de nuestras capacidades cognitivas y de aprendizaje, nuestra inteligencia emocional y nuestra resiliencia ante las situaciones de estrés”.
“La COVID-19 ha alterado la vida de los niños de todo el mundo y ha interrumpido una serie de hábitos reconfortantes y habituales como ir a la escuela y jugar al aire libre. En el caso de los adolescentes, el aislamiento los ha privado de las conexiones sociales y entre compañeros que son tan decisivas en ese momento de la vida. Además, la cuarentena ha obligado a muchos niños que sufren el trauma de la violencia, el abandono o el abuso en su familia a quedarse encerrados con las personas que los maltratan, desprovistos de la ayuda que en circunstancias normales podrían brindarle la escuela, otros miembros de la familia o sus comunidades. La COVID-19 también ha interrumpido o suspendido los servicios de salud mental más importantes en el 93% de los países de todo el mundo”.
“Debemos esforzarnos más: los países deben destinar a este asunto las inversiones que merece, ampliar sustancialmente las ayudas y los servicios de salud mental dirigidos a los jóvenes en las comunidades y en las escuelas y servirse de los programas de crianza con el fin de garantizar que los niños de las familias vulnerables obtengan la asistencia y la protección que necesitan en su hogar”.
La COVID-19 no discrimina, pero nuestras sociedades sí
“La pandemia del coronavirus ha afectado a todos los habitantes del planeta, pero no nos está afectando a todos por igual. En un gran número de países, el origen étnico, el color de piel o el nivel de riqueza pueden determinar las probabilidades de sufrir las consecuencias”.
“No obstante, los efectos de la pobreza no afectan solo a la salud. Los niños más pobres, además de tener menos medios para protegerse del virus, también son los que menos probabilidades tienen de acceder a la educación a distancia y a los servicios e instalaciones para lavarse las manos. Los riesgos son aún mayores para los niños que viven en crisis humanitarias”.
“Los niños no solo tienen el doble de probabilidades de vivir en la pobreza cuando llegan a la edad adulta, sino que además son más susceptibles de sufrir consecuencias irrevocables de por vida. Es muy improbable que los niños tengan una segunda oportunidad de recibir la nutrición temprana que tanto necesitan, una educación de calidad o una atención a la salud decente que les permitan sobrevivir, prosperar y desarrollarse. Si no se toman medidas, los niños sufrirán las consecuencias durante el resto de su vida”.
“Los programas de protección social como las transferencias de efectivo pueden ser un instrumento fundamental que no solo ayuda a las familias a salir adelante a corto plazo, sino que además contribuye a combatir la desigualdad en un plano más amplio, ya que proporcionan ayudas para enviar a los niños a la escuela y a los centros de salud, comprar alimentos nutritivos y reducir el trabajo infantil”.
El cambio climático es la otra crisis mundial que no espera
“La COVID-19 nos ha enseñado que los problemas mundiales requieren soluciones mundiales. Nadie sufre los cambios del clima más que un niño. Los niños son vulnerables a los cambios en el aire que respiran, el agua que beben y los alimentos que consumen. Sabemos que los niños son más vulnerables a la escasez de agua y comida, que puede poner en peligro sus vidas, así como a las enfermedades transmitidas por el agua que son producto del cambio climático. Si se mantiene el ritmo actual, en solo 20 años uno de cada cuatro niños del mundo vivirá en zonas donde se registre una escasez extrema de recursos hídricos. Como adultos, somos responsables de la salud del planeta que dejaremos a nuestros hijos.
Si no se toman medidas audaces en materia de cambio climático, las desigualdades no harán más que agravarse. Para 2050, se espera que los daños acumulados ocasionados por el cambio climático asciendan a 8 billones de dólares, lo cual acarreará un empobrecimiento del 3% del PIB del mundo en su conjunto, un porcentaje que será aún mayor para las regiones más pobres. A menos que actuemos ahora, más de 1.000 millones de personas tendrán que desplazarse durante los próximos 30 años a medida que la crisis climática, los desastres naturales y el conflicto armado ocasionen un aumento de las migraciones, con graves repercusiones sobre el mundo en desarrollo y el desarrollado”.