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Enfrentamos un grave riesgo de propagación descontrolada del COVID-19. Así lo señaló la semana pasada, la décima reunión del Comité de Emergencia del Reglamento Sanitario Internacional, al manifestar por unanimidad que, “la pandemia de COVID-19 aún constituye un evento extraordinario que continúa afectando negativamente la salud de las poblaciones de todo el mundo, presenta un riesgo de propagación internacional e interferencia con el tráfico internacional y requiere una respuesta internacional coordinada”.

En ese sentido comparto en esta entrega mi publicación del día de hoy en La Estrella de Panamá, en la cual analizo la evolución de la pandemia, incluyendo lógicamente un acápite especial a nuestra propia situación y hago una invitación a reflexionar sobre las recomendaciones que nos hace este comité de expertos para controlar la epidemia y evitar la propagación descontrolada de la enfermedad.

Una mirada a la situación mundial y nacional

Para comenzar es obligatorio subrayar que, la semana pasada se produjeron 15 millones de nuevos casos de COVID-19 en todo el mundo, el mayor número de casos notificados en una sola semana, y eso sin contar los posibles subregistros de la enfermedad. Este incremento de infecciones por coronavirus lo provocó mayoritariamente la variante Omicron de la enfermedad, que está desbancando con rapidez en todos los países a la variante Delta. Por otro lado, aunque a nivel mundial se ha observado una disminución global de la mortalidad por COVID-19-19; una combinación del aumento y la rápida propagación de la variante Ómicron, conducirá a un mayor número de hospitalizaciones y muertes en las próximas semanas.

Panamá no escapa a esa situación de peligro que señalan los expertos del Comité de Emergencia. Aquí la variante Omicron ya es la variante dominante en el territorio nacional, y por doce semanas consecutivas presentamos un claro incremento en el número de casos reportados diariamente, alcanzando desde la semana pasada un promedio de once mil casos diarios, y desde el 31 de diciembre también de las defunciones que ya suman en promedio 10 todos los días. Paralelamente, las hospitalizaciones, tanto en salas como en cuidados intensivos también están aumentando, lo cual nos coloca en una situación de riesgo para la salud pública muy elevada.

Riesgo de propagación descontrolada del COVID-19

¿Cómo enfrentar el riesgo de propagación descontrolada del COVID-19?

Frente a esa situación mundial y nacional, el Comité de expertos señalado arriba identificó once acciones como críticas para controlar la pandemia y salir del estado de grave riesgo en el que nos encontramos. En ese sentido, a riesgo de quedarme corto, pues todas son importantes, me atrevo a señalar como las más pertinentes para nosotros las siguientes y recomiendo la lectura de las demás en el sitio de la OMS.

De entrada surge la necesidad de reforzar el cumplimiento con las medidas sociales y de salud pública, terapias, diagnósticos, y vacunas para COVID-19 basados ​​en evidencia. Y subrayo lo de basados en evidencia, pues en esta situación que atravesamos, aparece casi a diario una mezcla de información científica y técnica con rumores, datos manipulados, falsos expertos, información incorrecta y noticias falsas y tendenciosas que dificultan el procesamiento y discernimiento por parte del receptor.

Íntimamente relacionado con esta asunto del cumplimiento con las medidas, se plantea la necesidad de abordar las brechas de participación y comunicación de la comunidad y los desafíos que plantea la infodemia a nivel nacional y local para reducir la transmisión de COVID-19, contrarrestar la información errónea y mejorar la aceptación de la vacuna COVID-19-19.

A este respecto, siempre será necesario reiterar la necesidad de desarrollar una nueva estrategia de comunicación social, que refuerce los mensajes sobre la necesidad de una respuesta integral de salud pública. Dada la situación en rápida evolución es imperativo promover la confianza y la adhesión de la población. El gobierno debe explicar de manera clara y transparente la justificación de las políticas y medidas de salud pública, con sus riesgos y beneficios. Estas comunicaciones deben adaptarse a los diferentes grupos de población, incluidos los que se consideran más vulnerables.

Especial énfasis se hace en la necesidad de que, al menos el 70% de la población de todos los países esté vacunada para principios de julio de 2022 e integrar la vacunación contra la COVID-19-19 en los servicios de salud de rutina. En nuestro caso, hasta la semana pasada, la cobertura de la población meta, a partir de los 5 años, es de 80.2% con primera dosis y 71.7% con segunda dosis.

Finalmente subrayan los expertos que, frente al aumento exponencial de casos y necesidades de atención, debemos garantizar que haya suficiente capacidad de emergencia para la atención clínica crítica de la enfermedad y la condición posterior a la COVID-19, así como el mantenimiento de los servicios de salud esenciales.

En nuestro caso, ya sabemos que Ómicron no es una variante benigna, por lo que estamos doblemente obligados a redoblar la disciplina ciudadana para mantener el cumplimiento con las medidas de cuidado personal y colectivo y, lo más importante, aceptar las vacunas, ya sea que se trate de la primera, segunda dosis, o el refuerzo. Al fin y al cabo, la evidencia científica disponible sugiere que el cumplimiento con las medidas de salud pública y las dosis de refuerzo de la vacuna, ofrecen la protección que necesitamos para enfrentar a Ómicron. De lo contrario, podríamos tener más de dos millones de casos activos y miles de hospitalizaciones en dos meses.

 

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