El actual Secretario General de NNUU Antonio Guterres lanzó ayer 31 de diciembre una “alerta roja” que constituye en mi opinión un llamamiento a la unidad nacional e internacional para el Año Nuevo. De acuerdo a Guterres el mundo ha retrocedido en aspectos fundamentales”, refiriéndose a los graves conflictos y las violaciones de derechos humanos, además de los peligros que representan las armas nucleares y el cambio climático para la seguridad del planeta. Además subrayó que las desigualdades crecen, y el nacionalismo y la xenofobia van en aumento.
Afirmo Guterres: “en este comienzo del año 2018, quisiera apelar a la unidad de la comunidad internacional. Nuestro futuro depende de ello”, y continuó haciendo un llamado a la unidad: “…podemos resolver conflictos, vencer el odio y defender valores comunes. Pero solo podemos hacerlo juntos“. Luego urgió a los líderes “de todo el mundo a hacer su propósito de Año Nuevo: estrechar las brechas. Superar las divisiones. Reconstruir la confianza reuniendo a las personas alrededor de objetivos comunes“. Al final remató con la frase que inspira este mi primer artículo de 2018: “La unidad es el camino. Nuestro futuro depende de ella“. En nuestro caso para alcanzar esa unidad nacional los panameños tenemos que superar por lo menos dos grandes obstáculos. Veamos…
Obstáculos para alcanzar la unidad nacional
El primero es el injusto y cruel tema de la desigualdad, la cual impide el desarrollo pleno de todos los panameños. Aunque nuestro crecimiento económico se mantiene robusto, somos uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. Esta perjudica principalmente a los más pobres y marginados de nuestro país, afectando negativamente su capacidad de acceder a oportunidades de mejores ingresos, poder e influencia, lo que genera profundas diferencias en el bienestar de distintos grupos sociales y, por ende, la exclusión y la inequitativa distribución del poder político y económico, limitando el ejercicio de derechos y el desarrollo de capacidades para todos. Al final se mantiene y crece la desigualdad social, la cual es mayor, más profunda y más estable que la que arroja la medición solo del ingreso (CEPAL, 2016).
En ese contexto la “unidad nacional” es todavía un gran desafío. Hacen falta, como señala la ONU, que se establezcan y ejecuten eficazmente políticas redistributivas progresivas que ayuden a revertir las brechas de desigualdad e inequidad existentes y focalizar las políticas sociales y laborales en las poblaciones en situaciones de mayor vulnerabilidad. Para ello es necesario fortalecer los mecanismos para medir y actuar integralmente sobre la pobreza como un proceso multidimensional que impide tener una vida saludable, productiva, creativa y digna. Algo de eso ya comenzamos a hacerlo en el país, pero no es suficiente. Basta con darse unas vueltas por nuestros barrios marginales y poblaciones indígenas y comprobar como nos recuerda el PNUD: “En Panamá, la pobreza y pobreza extrema se concentran en las áreas rurales y particularmente, en las áreas indígenas, donde el 90% de su población es afectada por esta última condición. No obstante, la pobreza urbana en cifras absolutas alcanza niveles preocupantes y mayores a los de las áreas rurales e indígenas. La diferencia radica en que mientras la pobreza urbana es básicamente pobreza de ingreso, la pobreza rural e indígena presenta carencias que comprometen la supervivencia humana…”
El otro gran reto para soñar con la unidad nacional y la recuperación de la confianza es alcanzar la Justicia, lo cual será una tarea titánica pues en nuestro país lo legal ha estado expuesto a errores e inequidades, careciendo muchos de nuestros funcionarios de las virtudes cardinales necesarias para hacer Justicia. Han abundado las denuncias sobre corrupción, llegándose a afirmar que ésta, la Justicia, además de ciega, es altamente selectiva, dependiendo sus acciones de los intereses del mandatario de turno y el partido político en el poder; lo que ha dado origen a intervenciones apuradas y erráticas, así como acoso y abusos por parte de fiscales, jueces y magistrados, que son objeto de variopintos argumentos a favor y en contra, siempre fundamentados en los principios del Derecho, pasando por alto los defensores y detractores que la raíz de la crisis de nuestro sistema judicial está en la carencia de principios y valores éticos y morales de muchos de los funcionarios públicos tristemente notorios en este torbellino del cual no salimos y nos hunde en el desprestigio internacional. Obviamente este panorama tampoco favorece la “unidad nacional” pues fomenta el resentimiento entre diferentes sectores de la población, los cuales se sienten traicionados casi que a diario.
¿Qué podemos hacer?
Para ayudarnos a superar estos descomunales obstáculos los panameños contamos con el “Plan Estratégico Nacional con Visión de Estado Panamá 2030”, el cual tiene su fundamento en los “Acuerdos de la Concertación Nacional para el Desarrollo”, muchos de los cuales, dicho sea de paso, fueron archivados y olvidados.
El Plan Estratégico Nacional, en su Eje Estratégico: Crecer más y mejor, reconoce que el modelo de crecimiento de Panamá ha generado un país desigual y heterogéneo, que distribuye oportunidades de empleo e infraestructuras de servicios en las áreas rurales, indígenas y urbano-marginales de manera poco efectiva y eficiente. Se propone la “Reducción de la desigualdad” impulsando políticas, estrategias y acciones que contribuyan al desarrollo de capacidades para la inclusión productiva sostenible.
El tema de la Justicia es abordado en el “Eje Estratégico Democracia, institucionalidad y gobernanza”. Tomando como referencia los acuerdos del Pacto de Estado por la Justicia, subraya los cambios más sustantivos que se plantearon sobre el sistema de justicia en el “Pacto de Estado” y propone la estrategia “Acceso a la justicia para todos”, la cual tiene como objetivo “Fortalecer la justicia expedita, transparente y acorde con la realización democrática y equitativa de los derechos ciudadanos de la población asegurando la convivencia social” y postula para la transformación del sector Justicia “la construcción de consensos y sinergias para estructurar una reforma del sector justicia en el país, mediante la consolidación de la Agenda concertada en el marco del Pacto de Estado por la Justicia”.
Pero el Plan Estratégico no se va a ejecutar solo. Los panameños tenemos que estar vigilantes y activos pues el cumplimiento pleno de las estrategias formuladas con grandes esperanzas, afectará los intereses de la oligarquía gobernante y sus aliados, por lo que es de suponer, ojalá y me equivoque, que corra la misma suerte de los Acuerdos de la Concertación. Comencemos por recuperar nuestros valores, vencer la apatía que nos caracteriza y participemos en la consolidación de la unidad nacional para el rescate de nuestro país.