Me refiero a continuación a la necesidad de redoblar nuestro esfuerzo para el control de la epidemia de COVID-19 y la búsqueda de una vida sana y bienestar.
Para tal efecto me valgo del contenido de mi columna de opinión en La Estrella de Panamá donde analizo en primera instancia la situación de la epidemia, en términos de casos y defunciones reportadas, hospitalizaciones y expectativas. A renglón seguido abordo la necesidad de proteger nuestros logros en salud, duplicando la energía, para garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, prestándole especial atención a las desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria que persisten, a pesar de los avances, en nuestro territorio. Espero llenar sus expectativas.
Sobre el control de la epidemia de COVID-19
Desde hace once semanas reportamos un claro incremento de los casos, aumentando de 17.9 la semana que terminó el 6 de noviembre a 1,056.6 casos reportados por 100 mil habitantes el 15 de enero. Por su parte las defunciones que mantenían un promedio de 0.3 por 100 mil habitantes, aumentaron claramente a 1.2 por 100 mil habitantes en el mismo período. Por lo que subrayo, si siguen aumentando los casos, aumentarán las posibilidades de tener pacientes graves hospitalizados y defunciones. Ambos indicadores están muy por encima de los promedios regionales, lo cual es doblemente preocupante.
Por otro lado, de acuerdo con el comunicado 690 del MINSA, el día sábado 15 de enero, ayer en Panamá se registran 567,578 casos acumulados confirmados de Covid-19 y 8,902 casos positivos nuevos. Hasta el corte de ayer se reportaron 11 nuevas defunciones registradas en las últimas 24 horas, para un acumulado de 7,511 fallecidos y una letalidad de 1.3%. La cantidad de recuperados ascendió a 505,299 y ayer se aplicaron 25,191 pruebas para una positividad de 35.3%.
Entre tanto, los casos activos sumaron 54,768, mientras que en aislamiento domiciliario 54,221, divididos en 53,684 en casa y 537 en hoteles. Los hospitalizados sumaron 547, en sala había 490 personas y 57 en UCI. Es importante subrayar que los últimos días de la semana pasada mantuvimos un promedio ascendente de 6,476 casos diarios, que confirma que ya Ómicron es la variante predominante en nuestro territorio. La siguiente gráfica muestra claramente el aumento de casos activos diarios que mantenemos desde el 1 de noviembre y su relación con las hospitalizaciones.
Es evidente la correspondencia entre el aumento diario de casos y las hospitalizaciones, tanto en sala como en UCI. Ómicron no es una variante benigna. El aumento de casos nos va a llevar a un aumento de hospitalizaciones. Considero que la epidemia está fuera de control como consecuencia de: la salvaje contagiosidad de ómicron, la indisciplina de algunos ciudadanos con las medidas y el rechazo de otros a las vacunas. El camino es redoblar el esfuerzo en los tres frentes: trazabilidad, comunicación social y vacunación.
Esta realidad nos deja claro que Omicron no es una variante benigna, si bien parece ser menos grave que la Delta, sobre todo entre las personas vacunadas, es altamente transmisible y es sabido se encamina a contagiar a la mitad de los habitantes del planeta en los próximos meses. Es claro entonces que, de ninguna manera podemos pensar que es un simple resfriado, confiarnos y bajar la guardia, pues, al igual que las variantes anteriores, Omicron está hospitalizando gente en todo el planeta, lo que resulta, como señaló recientemente la OMS, en muertes evitables no sólo por COVID-19, sino también por otras enfermedades y lesiones en las que los pacientes no pueden recibir atención oportuna.
En este contexto, no es descabellado considerar la posibilidad de que podamos llegar a tener dos millones de casos activos y miles de hospitalizaciones para finales de febrero. Y no es una aseveración hecha a la ligera. Recordemos que, la variante Ómicron ya es responsable de más del 90% de los casos que reportamos diariamente; que presentamos un aumento exponencial de casos diarios y, lo peor, que cerca del 1% de los casos activos terminan hospitalizados y ese porcentaje está aumentando.
Pero no es la hora de ponernos a llorar sobre la leche derramada. Todo lo contrario. Para enfrentar la amenaza que plantea la nueva variante, estamos obligados a desarrollar nuevas estrategias entre el sector público, los empresarios y la sociedad en general, para aumentar la cobertura de vacunación, incluyendo la aplicación de dosis de refuerzo y ahora las pediátricas; mantener el cumplimiento con los cuidados personales, en especial el uso de mascarilla en espacios cerrados, evitar aglomeraciones, el lavado frecuente de manos, y ahora, no menos importante; fortalecer la capacidad de resolución del sistema sanitario, desde el primer nivel de atención hasta atención hospitalaria y de cuidados intensivos, pues debemos estar preparados para la atención hospitalaria de quienes así lo requieran. Complemento esta primera parte con el contenido de la entrevista de hoy en el programa Radiografía en ECOTV.
Un llamado a proteger nuestros logros en salud
Pero también, para garantizar el control de la epidemia, vida sana y bienestar, es la hora de proteger nuestros logros en salud, redoblando la energía, para garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, prestándole especial atención a las desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria que persisten, a pesar de los avances, en nuestro territorio. No será fácil, pues la emergencia derivada de la epidemia de COVID-19, nos obligará a destinar buena parte de nuestro quehacer en su control, pero es tarea obligatoria.
En ese contexto, deberemos asignar los recursos humanos y financieros suficientes para avanzar hacia una cobertura universal de salud para que todas las personas y las comunidades tengan acceso equitativo a servicios de salud integrales y garantizados, a lo largo de toda su vida, con calidad y sin dificultades financieras. Y esta cobertura universal debe apoyarse en la estrategia de Atención Primaria de Salud, pasando de un modelo centrado en la curación de enfermos, a uno que proponga intervenciones de educación, promoción de estilos de vida saludables y prevención de enfermedades, con enfoque en todos los determinantes de la salud.
No menos importante será robustecer nuestra red de establecimientos y servicios de salud, interconectada y con la suficiente capacidad de resolución para responder con éxito a las necesidades de atención de las personas, desde el nivel local hasta el nacional. Para ello, deberemos formular y ejecutar un plan maestro de inversión conjunto Minsa y CSS, que permita avanzar hacia el fortalecimiento de las infraestructuras de salud y; la construcción, mantenimiento de diversos tipos de instalaciones, desde puestos de salud hasta hospitales, así como de ampliar (para incorporar nuevos servicios), mejorar, reparar y habilitar instalaciones ya existentes; con miras a mejorar el acceso a servicios de salud.
Tampoco podemos olvidarnos de la garantía de acceso equitativo a los medicamentos de calidad y a precios justos que necesita la población. Es un asunto pendiente y requerirá, por lo menos, de: mejorar el marco legal regulatorio; suplir aquellos renglones permanentemente desabastecidos; superar los problemas en la cadena logística de abastecimiento, definiendo claramente los procesos, sistemas de información y plataformas tecnológicas requeridas y; vencer los problemas con las farmacias estatales, especialmente lo relacionado con las restricciones en los horarios en la entrega de medicamentos.
Por fortuna, lo señalado arriba es precisamente lo demandado por la población y expresado como Acuerdo del Pacto Bicentenario. Le toca ahora al Ejecutivo darle el más elevado respaldo político, que permita el liderazgo solvente y fortalecido de nuestro sector salud, y favorezca el abordaje multisectorial, inclusivo, altamente participativo, para la producción social de salud a nivel de Gobierno y sociedad y sostener una vida sana y bienestar para todos en todos los lugares. Por nuestra parte, el gran reto que tenemos es participar y ejercer el control social de la gestión pública, para que se conviertan en las políticas y programas que necesitamos.
Siempre acertado e integral. Gracias Jorge.
Gracias Pedro. Te mando un gran abrazo!